Los trabajadores de Lalo de Buenos Aires resisten

En la puerta están apostados dos policías. No permiten que nadie entre o salga del local. El que sale se queda afuera. Quien quiere entrar no puede. “Vamos a resistir pacíficamente el desalojo” lanza uno de los empleados asomando apenas su torso desde la puerta del local, intentando no pisar la barrera invisible que lo dejará fuera de juego. En la calle, una multitud de vecinos, clientes, periodistas y trabajadores de otras empresas recuperadas, aguarda.