Villas porteñas. La urbanización imprescindible

Hace 38 días que la carpa villera o carpa de la dignidad se instaló en la Plaza de la República para dialogar en directo con la sociedad. Hace 38 días, vecinos de distintas villas de la Ciudad realizan una huelga de hambre líquida, reclamando que se cumpla con la ley de urbanización de sus barrios. La sociedad está apoyando la medida; el Jefe de Gobierno porteño menosprecia la lucha. La problemática de la vivienda en la Ciudad se ha instalado en la agenda pública y no tiene vuelta atrás. El próximo 7 de junio se realizará el Congreso Villero al pie del Obelisco, el ícono porteño por excelencia. Una postal que incomoda a quienes piensan Buenos Aires como una ciudad exclusiva.

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Por Belén Burgstaller

“Mi mamá se moría y yo sin saber qué hacer. Era de noche, llamaba a la ambulancia y no venia porque en la villa Fátima no entra. Por la diabetes, se le había bajado mucho la glucemia y estaba por entrar en coma. Cuando la ambulancia llegó, nosotros ya no estábamos, tardó como una hora y algo, y la bronca que te da que no vienen, porque no quieren entrar al barrio, porque la radio y la tele te dicen que no entres, porque de ahí vas a salir desnudo o muerto. Y además, como en la Villa hay solo pasillos se les dificulta pasar”, contó triste Daniela, una joven de 17 años vecina de Fátima y militante de la organización La Poderosa. Por suerte, esa noche, la solidaridad de un vecino que tenía un medio de transporte salvó la vida de su mama; pero no todos tienen esa suerte y algunos mueren esperando.

31.2.Ella, como muchos otros, habla de derechos incumplidos. Sin embargo, por otro lado, otros se empeñan en afirmar que en las villas de la ciudad de Buenos Aires los vecinos viven con los privilegios de no pagar la luz, ni el agua, ni el gas, ni los impuestos municipales. Es que en las villas de la Ciudad no hay agua, no hay luz, ni hay gas. Según el Relevamiento de Asentamientos Informales realizado en el año 2013, por la organización social TECHO, hay 56 villas y asentamientos radicados en la ciudad Buenos Aires, en los cuales viven 73.300 familias. El 84% de ellos no cuenta con una conexión regular de suministro de energía, 57% no tiene conexión regular de cloacas, 93% no tiene agua corriente, solo el 16% tiene un servicio formal de recolección de basura. ¿Qué significan estas cifras en la vida diaria de los miles y miles de ciudadanos que viven en una la villa? En definitiva, ¿qué significa que las villas todavía no estén urbanizadas?
Que tomás el agua que se mezcla y se contamina con tu propio excremento, que estás expuesto al peligro de incendio de manera constante por los cables viejos y las conexiones precarias, que si se quema tu casa el camión de bomberos no puede llegar porque tu calle no está asfaltada o es un pasillo pequeño. ¿Te podés bañar cuando querés? No, porque no siempre hay suficiente presión de agua. ¿Podés estar calentito en tu casa en invierno? No, porque el aumento de la demanda de garrafas hace que el precio suba y, por otro lado, se sobrecarga la demanda de energía. Y si con todas estas condiciones precarias te enfermas, dependerás de si la ambulancia va a entrar o no a la villa, si la Policía tiene la voluntad o no, de acompañar a los médicos para que entren, o de los fuertes lazos de solidaridad entre los vecinos que, la mayoría de las veces, salvan vidas.

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La urbanización de las villas es una urgencia. A lo largo de las décadas, los vecinos se han organizado de diferentes maneras; pero aun no encontraron soluciones, lo único con lo que cuentan es una larga lista de leyes sin cumplir. Por eso el pasado 21 de abril, la Corriente Villera Independiente instaló una carpa en la Plaza de la Republica frente al Obelisco para exigir que se declare la emergencia habitacional, que permitirá que se destinen mayores partidas presupuestarias para la urbanización. Además, varios militantes y vecinos están decididos a poner el cuerpo para que sus reclamos sean escuchados, 5 mujeres y 3 hombres fueron los primeros en comenzar la huelga de hambre que se está realizando de manera rotativa.
“Pedimos la urbanización con radicación, que se debe hacer ahí, en la misma Villa, que no nos trasladen a otra provincia, por ejemplo. Con la ley de urbanización de la Villa 31 no se avanzó en nada, porque no hay voluntad política. Lo que se pudo hacer fue a través de algunas organizaciones sociales. Nosotros, como Corriente Villera, exigimos algunas cosas, pero es muy poco”, contó Dora Mackoviak, vecina de la Villa 31 Bis e integrante de la Corriente Villera Independiente.

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Derecho a la Ciudad

Son varios los derechos que se ponen en juego, el de salud, vivienda, pero también, particularmente, el poco difundido derecho a la ciudad. Pablo Vitale es licenciado en Ciencias Política y becario del CONICET en el Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani. Él trabaja de manera constante en las villas de la Ciudad y específicamente en La 31. “El derecho a la ciudad tiene, por un lado, una dimensión formal relacionada con el aparato jurídico y reconocimiento normativo de las personas con respecto a la inserción en la ciudad. Pero por otro lado, tiene otra dimensión relacionada con la concreción de ese derecho a nivel de procesos sociales determinados: permanecer en la Ciudad en lugares que sean sustentables, que permitan la reproducción vital, como así también, desplegar potencialidades, intereses creativos, artísticos o culturales”, explicó Vitale.

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Las Coope-Truchas

Uno de los problemas importantes que plantea la Corriente Villera en relación con la gestión del gobierno de Macri tiene que ver con la manera en que lleva a cabo algunos arreglos en las villas. “Hay muchas ‘coope-truchas’, el Gobierno de la Ciudad contrata a supuestas cooperativas, que son de empresarios amigos, y desvía fondos hacia el bolsillo de algún funcionario. En la mayoría de los casos, esas cooperativas figuran pero no existen, o dicen que trabajan 10 personas cuando en realidad son 5, y se quedan con los sueldos del resto”, denunció Julián Boxer, militante de la Corriente Villera Independiente. Por lo cual, exigen que se realicen auditorias para controlar cuánto dinero se utiliza en las obras, y además fiscalizar cómo estos grupos llevan adelante las tareas delegadas por el Gobierno y hacer un reparto más equitativo de éstas.
Asimismo, los vecinos denuncian que el Gobierno dio la orden de no dejar entrar materiales a la Villa 31 porque no quiere que siga creciendo. Pero cuando las familias, que viven en una habitación de tres por cuatro, empiezan a agrandarse, tienen la necesidad de construir alguna habitación más. Es entonces, cuando quieren ingresar los materiales de construcción y, según denuncian los vecinos, la Policía les pide un porcentaje en dinero de lo que pretenden entrar.

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Desregulación del mercado

Otro de los actores fundamentales de este conflicto, teniendo en cuenta que en el sistema capitalista la vivienda es una mercancía, es el mercado. En Buenos Aires, la especulación inmobiliaria es palpable: casas vacías, subas exorbitantes de los alquileres, grandes negocios a través de lujosos edificios. Y ésta tiene una relación directa con la problemática de las villas. “La dificultad de acceder a una vivienda por la vía del mercado formal hace que se produzca el crecimiento de las villas. En la Ciudad de Buenos Aires, han duplicado su población en el último período intersensal, mientras que el resto de la población permanece estable. Lo que muestra que para una parte importante de la sociedad la villa se presenta como única alternativa”, afirmó Vitale.

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Una ciudad para pocos

Varias son las imágenes y los modelos de representación que se construyen para reflejar la situación de quienes viven en una villa, y éstos se instalan en la sociedad. Uno de lo cuales está enraizado de una manera muy particular, que resulta naturalizado hasta por algunos sectores populares, es el que reza: los villeros quieren estar en las mejores zonas de la ciudad y no les importa cómo sean las condiciones; prefieren seguir así, que irse al campo. “Este es un modelo, planteado en forma brutal durante la Dictadura Cívico Militar, de que la Ciudad no es para cualquiera sino para quien la merezca, y él que la merezca es quien puede pagarla. Esto tiene que ver con una cuestión mercantil, los espacios centrales son más caros y son más codiciados por el mercado. Otro aspecto más ideológico, tiene que ver con tener una ciudad no mixturada socialmente, sino sólo para ciertos sectores sociales. Es el deseo de tener una ciudad blanca europea y no contaminada visualmente por quienes vienen de países limítrofes y del norte argentino”, aseveró Vitale.
“Para este Gobierno el pobre representa un enemigo, pero a la vez es la base de la explotación de la mano de obra barata. Y va en concordancia con la idea de expulsar a los vecinos de su lugar de origen, y con la idea de identidad de las personas que habitan en esta Ciudad, en un proceso de expulsión y de exclusión de los que no califican para vivir acá”, concluyó Boxer.

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La Carpa de la Dignidad estará instalada frente al Obelisco hasta que los representantes del Gobierno de la Ciudad se comprometan a iniciar las obras de urbanización. Los vecinos son concientes de que este proceso llevará un tiempo, pero necesitan ver que se inicie de manera genuina. Que se los reconozca como parte de la Ciudad, que se abran las calles, que la Ciudad abra sus brazos a aquellos que también les pertenece, a ellos, los que la construyen día a día, en el sentido mas literal del verbo, para que puedan también disfrutarla siendo ciudadanos plenamente integrados.

 Fotos: pensandolabronca.blogspot.com
Cristian Minzer
Corriente Villera Independientes
Periódico VAS

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