Murga que cruza la ciudad
por Maia Kiszkiewicz Natalia Ponce se para, sola, maquillada: a veces, pestañas exuberantes, nariz azul, rostro blanco. Otras, labios rosas, cachetes brillosos. Mira el micro en el que llegó al corso. Cierra los ojos, escucha, a lo lejos, la multitud. Respira hondo. Prepara su mente y su cuerpo. Se le eriza la piel, la recorre un escalofrío. Lo que siente sólo lo sabe quién lo vivió. Y quizás ni siquiera. La experiencia es intransferible. No es nervios. Es felicidad, pero tampoco. Es más que eso. Un exceso. Lágrimas que brotan (Leer más…)