Sueños de payador
por María Casalla
Gabino Ezeiza -mítico personaje de la escena cultural argentina de principio del siglo XX- nació en el barrio de San Telmo un 3 de febrero 1858. De ascendencia afro y humilde, fue payador de oficio y autor de más de 500 canciones que son parte del acervo de nuestra cultura popular. Sus aportes al folclore y al tango fueron valiosísimos ya que fue él quien introdujo el ritmo de la milonga a la payada.
Según Gabino, la milonga (campera) provenía del candombe (afroargentino), formado en base a viejos ritmos africanos. Fue junto a Santos Vega el payador más importante nuestra cultura nacional. Le tocó nacer en una época en que el país estaba haciéndose, en un territorio asediado por las guerras civiles y una organización del territorio que se dividía entre la civilización y la barbarie. Nació en una Buenos Aires que dejaba de ser la «Gran Aldea» para convertirse en una metrópoli poblada de inmigrantes que debieron integrarse como pudieron en un orden social dominado por una elite que poco quería saber de españoles, italianos y negros «muertos de hambre».
Fue el dueño de una pulpería del barrio de San Telmo -Pancho Luna- quien puso por primera vez una guitarra en manos de Gabino a los quince años. Con su guitarra al hombro, se despidió de su madre y hermanos -su padre había muerto en la Guerra del Paraguay- y comenzó su vida de bardo errante por los pueblos de una Buenos Aires que estaba asomándose.
Decía de él Francisco y Suñer: «Fue el trovador de la pampa. En aquellos tiempos de escasísima población en que la Argentina vivía la vida de los pueblos pastores, fue el bardo errante y vagabundo que iba con su guitarra de rancho en rancho y de pulpería en pulpería, glosando los acontecimientos más notables, recordando los altos hechos de los hombres ilustres, llevando a todas partes las palpitaciones del alma nacional. Hijo del pueblo y entre el pueblo criado, se identificaba con el paisano, con el hombre de pueblo y en forma poética y solemne le cantaba sus cuitas y sus alegrías, sus esperanzas y sus anhelos».
Peleó en la revolución de 1880 bajo las órdenes del comandante Eliot en el batallón 15 de febrero, y dicen que se animó a recitar algunas estrofas en el momento del combate. Ese mismo año se enfrentó en el canto con Nemesio Trejo en una payada histórica que duró tres noches. En 1884 se traslada a Montevideo y canta allí por primera vez junto al famoso cantor oriental Juan de Nava. En 1888 vuelve a Montevideo y en el en el teatro Artigas tiene un contrapunto con Arturo Nava, hijo de Juan. La presentación fue un éxito, allí interpretó su famoso «Saludo a Paysandú», que quedará en el recuerdo como sus versos más hermosos: «heroico Paysandú yo te saludo/hermano de la Patria en que nací/ tus hechos y glorias esplendentes/se cantan en mi patria como aquí».
Recorrió casi todos los pueblos del interior junto a su guitarra y su circo llamado «Pabellón Argentino» que perdió en un incendio en el año 1893. El origen del circo se remonta al año 1891 cuando Gabino gana el premio grande de la lotería y con el dinero compra el circo. En una de sus presentaciones en San Nicolás conoce a la biznieta del Chacho Peñaloza -Doña Petrona Peñaloza- que habría de ser su mujer años después.
Supo codearse con Gardel y Razzano en los comités políticos de principios de siglo además de pertenecer a la rueda de los habitués del «Café los Angelitos». Hombre de Alem, desde el año 1890, supo conjugar su tarea de militante y cantor.
Murió el 12 de octubre de 1916, el día que asumía la presidencia su admirado caudillo radical Hipólito Yrigoyen, un día memorable en el que Gabino hubiera querido estar. En la calle Azul 92, en el barrio de Flores hay una placa que lo recuerda. Murió a los 58 años pobre como casi todos los poetas del pueblo. Cada 12 de octubre sus seguidores le siguen rindiendo homenaje en el cementerio de Flores.