La escuela pública es mejor que la privada
En la Ciudad de Buenos Aires, la mayoría de las familias opina que la escuela privada es mejor que la pública y, por lo tanto, hacen el esfuerzo económico, los que pueden, por enviar a sus hijos allí. ¿Por qué la mayoría de las familias porteñas cree que la escuela privada es mejor que la pública? Se trata de una batalla cultural que debemos librar todos los días: nosotros decimos que la escuela pública porteña es mejor que la privada y a continuación explicaremos nuestro punto de vista.
En primer lugar, la escuela pública se caracteriza porque es de todos, todos los niños y niñas son aceptados sin hacer ningún tipo de selección, ni de diferencias. Los docentes se designan por puntaje. Se intenta promover la solidaridad, la educación intercultural, la formación integral en derechos humanos y ciudadanía. La educación pública nos equipara, nos coloca como ciudadanos en un mismo plano, nos enseña que todos tenemos los mismos derechos, nos ayuda a fortalecer la integración y a reconstruir el tejido social.
El concepto de educación privada es el de una educación para unos pocos, nos segmenta, nos divide en clases, se fomenta el individualismo y la competencia. Las maestras y maestros son designados a dedo. El concepto que subyace es el del paradigma consumista: ser es tener. Para acceder debo pagar y como pago soy un cliente, y cuanto más pago mejor es el servicio. En la escuela privada si algún alumno tiene problemas, al año siguiente se le niega la vacante. ¿Enseñar a ralear al diferente es calidad educativa? ¿Eso es lo que quieren los padres/clientes? Lamentablemente hay que decir que muchas veces sí, muchas veces los padres quieren que todos los alumnos “sean iguales” y echan al diferente.
En las escuelas públicas, los docentes hemos aprehendido que somos todos diferentes y que esa diferencia nos nutre y enriquece, y que si un alumno presenta dificultades de aprendizaje, hay que enseñar solidaridad, rodearlo con los chicos para que entre todos lo ayudemos a salir adelante. Y los contenidos se aprehenderán mucho más así, porque no hay mejor forma de comprender realmente un contenido que tratar de ayudar a un compañero a aprenderlo. Y si hay conflictos, hay un consejo de convivencia en el aula, o una asamblea de grado para debatir el tema. ¿En qué escuela privada ocurre semejante cosa? Y, si con todo esto no alcanza, están los Equipos de Orientación Escolar (EOE) en primaria y los de Asistencia Socioeducativa (ASE) en secundaria, para ayudar… con los alumnos dentro de la escuela…
Las escuelas públicas intentan enseñar de forma constructivista. A veces lo logran más, a veces menos, pero luchan por aplicar el diseño curricular, fuertemente constructivista, que es ley y por lo tanto debería aplicarse en todas las escuelas.
En las escuelas privadas, muchos padres añoran el conductismo que mamaron como alumnos. Por eso la mayoría de las escuelas privadas son conductistas (justamente porque los padres son clientes y suelen, explícita o implícitamente, reclamar eso). Los supervisores de educación privada deberían controlar este tema. En algunos casos, la cuestión es escandalosa: la educación sexual es obligatoria por ley en todas las escuelas de todos los niveles. En muchísimas escuelas privadas confesionales, el único método anticonceptivo que se enseña es la abstinencia.
Uno de los pilares de la calidad educativa es la construcción de ciudadanía. Muchas familias sostienen todavía que “a la escuela se va a estudiar” (¡rémora de la dictadura!), por lo tanto exigen, explícita o implícitamente, que no haya centros de estudiantes, por ejemplo, porque esto “distraería” a los alumnos, “sería hacer política” y un sinfín de etcéteras. Las escuelas privadas (casi en un ciento por ciento) no tienen centros de estudiantes, verdaderos constructores de ciudadanía. En las escuelas públicas, cada vez –felizmente– hay más centros de estudiantes, porque cada vez son más los jóvenes que vuelven a interesarse por lo público. Se apunta a que los alumnos sean críticos y reflexivos, activos defensores de la democracia participativa desde el ejemplo, no desde escribir cien veces en el pizarrón “la Constitución debe regir”.
Y acá entramos en otro terreno clave: “Lo que pasa es que en la escuela pública se hacen paros y en la privada no”, y se dice que eso mejora la calidad educativa de la escuela privada, cuando la cosa es justamente al revés. Cuando los docentes de escuelas públicas hacemos paros, enseñamos el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Cuando los dueños de las escuelas privadas presionan a sus docentes a no hacer paros, enseñan que los patrones pueden impunemente incumplir la Constitución Nacional y les enseñan a los alumnos a ser sumisos y obedientes, porque así se conservan los trabajos. Lo mismo ocurre con el derecho a la libre agremiación. En las escuelas privadas casi no hay delegados sindicales. O sea que allí se enseña, nuevamente, que el patrón puede incumplir impunemente el artículo 14 bis.
Dicen: “No hay que perjudicar a los chicos con los paros”. Nosotros pensamos al revés. Se “perjudica” a los chicos enseñándoles a ser “sumisos y obedientes” en lugar de “críticos y reflexivos”. Se los perjudica cuando se impide a los docentes ejercer sus derechos constitucionales.
En momentos en que en Chile millones de ciudadanos cuestionan el sistema educativo, en momentos en que miles de docentes de la Ciudad de Buenos Aires resisten el intento de borrar de un plumazo la columna vertebral de un sistema democrático de designaciones en los cargos, repetimos, plenamente convencidos, que la escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires es mejor que la privada y será mucho mejor cuando logremos derrotar las políticas macristas tendientes a su destrucción.
Por supuesto que hay mucho para mejorar. Los docentes de las escuelas públicas, a partir de la reflexión colectiva sobre nuestras prácticas y luchando por una profunda horizontalización del sistema, lograremos avanzar hacia una educación popular, democrática, emancipadora e intercultural.
* Profesor de Matemática EEM Nº 5 Distrito Escolar 19 y delegado sindical UTE-Ctera. ** Director Escuela 23 Distrito Escolar 11.
ES UNA GRAN VERDAD , LO QUE PASA QUE MUCHOS CREEN QUE POR LLEVAR SUS HIJOS A UNA ESCUELA PRIVADA TIENEN MAYOR STATUS. CONOZCO MAESTRAS QUE PONEN SU VIDA EN LA ENSEÑANZA DE LOS NIÑOS , LOS AYUDAN HASTA DESPUES DE LAS HORAS DE ESCUELA . PERO NUNCA VI , A NINGUNA DE LAS ESCUELAS PRIVADAS HACER ALGO PARECIDO .
Hace dos años, la escuela pùblica Repùblica de Japon del barrio porteño de Villa Mitre ganò un premio latinoamericano a la excelencia educativa, tenìan que recibir la distinciòn en San Pablo, Brasil, pero el gobierno porteño no financiò el viaje.
Ciertamente la escuela pùblica es muy buena en nuestro paìs a pesar de las polìticas que van en contra de su desarrollo.
Saludos
El artículo muestra parte de una gran realidad, pero omite otra. 1ro. Muchas escuelas públicas -sobre todo de provincia- se caracterizan por la decadencia de los programas educativos. Eso se visibiliza cuando un alumno ingresa al sistema universitario. Le faltan grandes conocimientos y herramientas para saber cómo articular las diferentes cuestiones aprendidas.
2do. los paros de los docentes dan un ej. de lucha. Pero a la vez se produce un desvío del eje de toda escuela: El aprendizaje del alumno. La atención se desvirtúa y los alumnos pasan a tener un protagonismo 2rio. cuando en realidad son los que deberían estar en primera plana.
3ro. La solidaridad es propia de la escuela pública, pero el nivel de agresión por parte de los mismos alumnos (y de sus padres) es inigualable en la mayoría de dichas escuelas.
4to. Los centros de estudiantes, al estar tan politizados, adulteran la noción de lucha.