El derrumbe y los distintos actores de una misma tragedia
«Existe un récord de derrumbes en la Ciudad por obras” informó, ayer por la mañana, el ingeniero Edgardo Castro de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de la Nación, en tanto que señaló que “en un año hubo 13 hechos de derrumbes», en referencia al que ocurrió el viernes en Mitre 1232, donde cayó la parte de atrás de un edifico de 10 pisos, lindero a una obra en construcción.
«Las medidas de seguridad son para que no suceda nada, no para lamentarse después del derrumbe», advirtió Castro y explicó que «en cualquier medida de ingeniería tengo que tener la previsión de que me voy a encontrar con cosas que yo no sé, sobre todo en este tipo de terreno con edificios de 60 años».
Al mismo tiempo el Jefe de Gabinete de la Ciudad, Rodríguez Larreta, declaraba a la prensa «uno no puede poner un inspector en cada obra, así no funciona. Es como poner un policía en cada esquina para que no haya accidentes de tránsito».
¿Cómo funciona entonces el sistema de permiso y control de obras que se inician en la Ciudad? En agosto de 2010, la Legislatura porteña sancionó una norma que incluye inspecciones en el momento de la demolición y en la excavación. Sin embargo, al día de hoy, esta norma no fue reglamentada por el Ejecutivo Porteño. Esto significa que no está en vigencia y por lo tanto, no se aplica. Las consecuencias están a la vista.
Los Informes Oficiales
Con respecto a la obra en construcción lindera al edificio que sufrió el derrumbe ayer en calle Bartolomé Mitre 1232, la Agencia Gubernamental de Control del Gobierno de la Ciudad (AGC) informó que “tenía estado de trámite registrado para demolición total y obra e indicó que la construcción tenía una denuncia el 5 de agosto en el Sistema Único de Atención Ciudadana (SUACI) por ruidos molestos y temblores producto de la excavación”.
En tanto, la Dirección de Fiscalización y control de obras (DGFYCO) inspeccionó el lugar el pasado 26 de septiembre y determinó que poseía todos los planos registrados, estructura, submuración y excavación. Doce días después se produjo el derrumbe del edificio aledaño “por causas que se intentan establecer”, indicó ayer el Jefe de Gabinete del Gobierno citadino.
Los desoídos reclamos vecinales
Hace más de cuatro años, tras el derrumbe de una vivienda en Thorne y Pedro Goyena, un grupo de vecinos comenzó una cruzada ante el gobierno porteño. El propósito era frenar un modelo constructivo que se basa en la búsqueda de maximizar las utilidades a riesgo de provocar daños irreparables en los edificios lindantes. Pero los vecinos nunca fueron escuchados y los derrumbes se siguieron continuando.
Luego de la tragedia del 17 de agosto de 2010, en el barrio de Urquiza, donde la excavación en el terreno lindante provocó el derrumbe del edificio de un gimnasio con el saldo de tres víctimas fatales. Los vecinos exigieron a la actual gestión del Gobierno de la ciudad la implementación de una serie de medidas preventivas:
1. Modificación del Código de Edificación, incluyendo una nueva inspección en el momento del pozo. (Ley aprobada por la Legislatura, pero reglamentada por el Ejecutivo)
2. Creación de un registro de reincidencias. Y aplicación de sanciones.
3. Instrumentación de un expediente único que englobe todas las instancias de la obra, sus incidencias y denuncias. Y la publicación de toda esa información en la página de la Ciudad.
4. Modificación del Código de Planeamiento Urbano, para que se limite a un máximo de 6 metros la altura construible en pasajes, a 12 metros en calles y a 24 metros en las avenidas de la Ciudad de Buenos Aires. Salvo donde sea menor en la actualidad.
5. La disolución de la Dirección General de Fiscalización y Control de Obras (DGFyCO) y su reemplazo por un nuevo organismo con personal llamado por concurso y descentralizado.
6. La suspensión de todas las obras comenzadas en los últimos 6 meses. Y su posterior re- inspección y adecuación a la nueva normativa.
7. Una correcta implementación del registro de empresas demoledoras.
8. Incremento de los montos de las multas monetarias y de las sanciones sobre las matrículas.
9. Reglamentación de la Ley 1227.
10. La nacionalización de las sanciones por parte de los Consejos Profesionales.
Ninguno de estos reclamos fue atendido. Lo cierto es que el actual modelo constructivo ha causado víctimas fatales y pérdidas irreparables de bienes.
El padecimiento de los damnificados
Lo desconcertante en estas situaciones es el estado de desamparo en el que quedan expuestas las personas cuando el espacio de la privacidad, llámese casa u hogar, que tiene la finalidad de otorgar bienestar, seguridad y abrigo, se transforma en pocos segundos en un sitio vulnerable y peligroso de habitar.
Esta es la sensación de angustia e incertidumbre que padecen los vecinos damnificados por el derrumbe del edificio de Mitre 1232, y también de aquellos que fueron evacuados de los edificios linderos que “podrían correr riesgo de derrumbe”, según las pericias.
«Perdí todo, mis papeles, documentos y dinero, mi casa, que es lo único que tengo», nos dice Verónica, abogada y propietaria de un departamento del edificio de Bartolomé Mitre 1232. «Nos quedamos de golpe con lo puesto y no tenemos donde ir, ni plata para movernos», explica tras precisar que “acá hasta el momento no nos dicen nada, estoy esperando para ver cómo moverme, para tener una solución lo más pronto posible».
Rosalía, propietaria de un estudio jurídico y taller de orfebrería en el edificio derrumbado, expresó con indignación que «ninguna autoridad se acerca a decirnos algo a los propietarios que acabamos de perder todo, se pasan la pelota».
«Es mentira que estamos asistidos», indica Patricia, una de las personas que viven en el Hostel de Rivadavia 1209. «Fuimos evacuados anoche y yo tuve que alojarme por mis propios medios porque la protección que nos ofrecieron es la que les dan a los indigentes que duermen en la calle», y añadió que «no nos dejan ingresar, no tenemos dinero, y no estamos siendo asistidos ni con agua ni comida».
En tanto, Marcos, un joven que vive con su padre y sus tres hijos en el edificio de Libertad 70 2ºD, ubicado detrás de edificio colapsado, precisó que «cayó toda la medianera del fondo y tengo todos los escombros en mi departamento, se hizo un agujero enorme, lo sé porque en un momento me dejaron pasar para buscar mi documentación».
«Yo llegaba con mis hijos cuando cayó el edificio, y entonces los dejé en distintos lugares. Yo pasé la noche acá y no nos dieron nada, sólo se ocuparon de alguna gente mayor», señaló, tras agregar que «por ahora no sabemos nada, pero lo que sí sé es que es imposible habitar mi departamento».
“Hay un perro encerrado en uno de los departamentos evacuados del edificio siniestrado, y nadie quiere arriesgarse a rescatarlo, nadie interviene, el pobre animal está sufriendo y nosotros no sabemos qué hacer”, explica una vecina.
En el lugar también se encontraban varios comerciantes de la Calle Libertad, la mayoría de negocios de audio y de joyerías, esperando ver qué pasó en los locales, pero «estamos acá y no podemos pasar ni tampoco nos informan nada», dijo Mariana de una de las joyerías.
La incierta asistencia y los pasos a seguir
Al mediodía del sábado, la titular de Atención Inmediata de Desarrollo Social porteño, Guadalupe Tagliaferri, informaba a la prensa que «se está brindando agua y algo para comer a 50 personas”, de las 200 afectadas.
“Entre las 17 y las 18 horas, la estructura que quedó en pie empezó a desplazarse nuevamente y la grieta se profundizó”, explicaba ayer por la noche un oficial de la Policía Federal que hacía guardia sobre la calle Perón.
En tanto, hoy se comenzará a demoler la totalidad del edificio con un sistema de grúa.
No cabe duda de que todo esto podría haberse evitado. Según comentó la UOCRA, el 80% de las demoliciones que se llevan a cabo están al margen de la ley. El Registro de demoledores nunca fue correctamente instrumentado por la actual administración de gobierno de la Ciudad.
* Para quién canto yo entonces. Letra de Charly García, álbum «Pequeñas anécdotas sobre las instituciones». Sui Generis 1974.