Leonor Manso: Una MuJer de Teatro
entrevista: Mariane Pécora
Aunque es una actriz consagrada y una directora teatral de larga trayectoria y reconocimiento nacional e internacional, Leonor Manso prefiere definirse simplemente como «una mujer de teatro». Ha protagonizado obras emblemáticas como «Made in Lanús» de Nelly Fernández Tiscornia, «Esperando a Godot» de Samuel Beckett, «Amadeus» de Peter Shaffer, «En Auto» de Daniel Veronese. Y dirigió, entre otras obras, «Aniquilados» la primera pieza de la dramaturga inglesa Sarah Kane. Desde el 6 de septiembre está reponiendo en el teatro Beckett*, la obra póstuma de Sarah Kane: «4:48 Psicosis», y en enero de 2009 la estrenará en Madrid. Apasionada por las mujeres que dejaron su marca en el arte y en la vida, Leonor Manso confiesa que las imágenes de Sarah Kane, Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik en su camarín, le sirven de ritual para entrar en la historia que va a representar. En la entrevista que mantuvo con Periódico VAS, a poco de reponer «4:48 Psicosis», Leonor Manso reflexiona sobre la función del arte en general, y del teatro en particular, a la hora de pensarnos como seres humanos.
P. Vas: ¿Cuál es la función del teatro?
Leonor Manso: El teatro es un lugar de resistencia, un lugar donde el hombre recupera la humanidad, donde podemos vernos a nosotros mismos sin necesidad de ningún intermediario. En el ritual del teatro los actores representan a los ciudadanos que se conmueven con lo que ocurre en el escenario. Y conmoverse quiere decir que se moviliza algo interno, ya sea a través de la tragedia, de la compasión o de la risa; y así, en ese proceso, se recupera las única cosa que nos diferencia del resto de los animales: la humanidad.
P. Vas: ¿Cuál es la diferencia entre el teatro y las otras manifestaciones artísticas?
Leonor Manso: El arte no es un mero asunto decorativo. El arte en general replantea el tema de la condición humana. Creo que el teatro brinda la posibilidad de mirarnos a nosotros mismos, sin intermediarios, porque en el cine te podes mirar, en una obra plástica también te podes mirar, pero en el teatro se trata de un cuerpo a cuerpo de mucho compromiso con el espectador, y eso es muy fuerte. ¡Mirá si tendrá fuerza, que en nuestro país ya se quemaban teatros en la época de la Ranchería…!
P. Vas: ¿El teatro debe entretener o debe formar?
Leonor Manso: Una de las condiciones del teatro es entretener, es decir, tenerte entre la vida y la muerte. En un espacio donde vos suspendés tu vida porque estás entregado a eso. Tenerte en una situación ficticia o ilusoria pero totalmente creíble, mucho más creíble que miles de discursos. Si se convierte en un hecho artístico eso lo determina la gente, no uno.
P. Vas: ¿Qué lectura proponés de «4.48 Psicosis»?
Leonor Manso: El eje de esta obra gira alrededor de uno de los temas fundamentales que analiza la filosofía: el sentido de la vida. ¿Por qué alguien decide quitarse la vida, no vivir más? ¿Por qué alguien elige la muerte cuando el mandato de la especie es sobrevivir? El motivo por el que se llega al suicidio es lo que se pone en escena; pero teniendo en cuenta que ni el teatro ni el arte actúan como un psicoanalista. Sarah Kane atraviesa en este monólogo por situaciones en las que se profundiza en el sin sentido. Por ejemplo, cuando quieren darle drogas para curarla ella dice: «¡Pero no hay ninguna droga que pueda darle sentido a la vida!» Ella dice: «Yo no quiero morir, lo que no quiero es vivir», no le encuentra el sentido. Creo que son planteos que alguna vez todos nos hemos hecho, aunque no de la manera extrema mostrada en la obra. Es el sin sentido de la vida el que todos los días estamos tratando de llenar de sentido. ¿Y para qué le sirven a uno esos planteos? Para recuperar la humanidad, para no creernos que somos solamente este techo bajito, esta tontería de tomar mate (ella está tomando mate) o de ir al shopping… Porque hay cosas más trascendentes a las que podemos aspirar.
P. Vas: ¿Por qué Sarah Kane en particular?
Leonor Manso: Me interesó de Sarah Kane el nivel poético con que trata un tema tan controvertido como el suicidio. Artísticamente es un desafío porque no hay ningún tipo de acotación, por momentos no sabés si hablan una persona, dos o tres. Es un texto, realmente, para desentrañar.
P. Vas: ¿Qué mensaje tratás de transmitir?
Leonor Manso: No hay mensaje. Nunca hago teatro con mensaje, porque entonces sería dueña de una verdad y no lo soy. Yo tengo todas las preguntas que tiene cualquier persona. Lo que hago en esta obra es dejar hablar a Sarah Kane a través de mí. Y como sucede con todos los grandes autores, esas palabras resuenan siempre con distintas potencias porque tienen mu-chas lecturas. Cuando un autor es muy bueno y tiene un excelente nivel poético, con-densa en las palabras una energía muy grande. Lo que hace el autor es transmutar una energía de sentimientos en palabras. Cuando son muy buenas esas palabras, cuando detonan a través de la repre-sentación, liberan esa energía tan potente de sentimientos. La obra tiene eso.
P. Vas: ¿Se puede hablar de un paralelismo entre la prosa de Alejandra Pizarnik y Sarah Kane?
Leonor Manso: Absolutamente. Hay un paralelismo no sólo a nivel de prosa poética, también por el planteo existencial que hicieron ambas. Ambas se nutrieron de Antonine Artaud.
P. Vas: El año pasado dirigiste «Aniquilados» de la misma autora, ¿cuál fue la reacción de la crítica?
Leonor Manso: «Aniquilados» trata el tema del incesto que es muy irritante. Recibí muchas críticas por ese tema. El incesto tiene que ver con el autoritarismo, porque se trata de someter al otro, de ponerse sobre el otro, por arriba del otro, de humillarlo. Es algo que vivenciamos permanentemente desde la televisión, y también desde el discurso y la acción de nuestros gobernantes.
P. Vas: ¿Somos una sociedad que espera a Godot?
Leonor Manso: Y… sí. ¡Creo que el mundo espera a Godot! Lo que no creo es que vaya a venir un Godot para arreglarnos la cosas. El arreglo tiene que surgir de nosotros mismos, de nuestras propias experiencias como, por ejemplo, la que empezó el 20 de diciembre de 2001. Y de todas las experiencias que hacemos cotidianamente como pueblo. Uno ve todo el tiempo que la gente se siente obligada a salir a la calle para luchar por cosas puntuales. Eso da una energía y una experiencia muy fuerte, que nos ayuda a ir evolucionando como seres humanos aunque las cosas no terminen de resolverse. Lo que pasa es que el tiempo humano frente al tiempo histórico no es nada. Pero yo soy esencialmente una persona de fe, porque nada de lo que pasa en un ser humano o en un pueblo se pierde. Quedará ahí como suspendido, pero está. Es la experiencia de un pueblo, eso no tiene vuelta atrás.