Gastón Pauls: «El Otro no es Descartable…»
entrevista: Mariane Pécora
Actor, productor cinematográfico y televisivo, forma parte de una generación que se forjó bajo el imperio de la imagen. Tal vez por eso le resulta difícil expresar sus ideas en palabras. A lo largo de esta entrevista uno descubre que los gestos expresan mucho más que las palabras.
Coincide con Tristan Bauer en la idea de que si bien la televisión no permite profundizar demasiado los temas, sí puede actuar de despertador de conciencias. Con esta tesitura fundó hace dos años Rosstoc: productora audiovisual que tiene como objetivo generar contenidos que contribuyan al desarrollo social y humano.
Profundamente conmovido por la experiencia de vida del padre Carlos Mugica, ha encarado el desafío de llevar al cine el testimonio del sacerdote villero asesinado por la Triple A en 1974.
Tras los ciclos televisivos Ser Urbano y Humanos en el Camino, lanzó el ciclo periodístico testimonial Pecados Capitales, donde intenta reflexionar acerca de cómo convivimos día a día con el mal encarnado en las tentaciones.
Nos recibe cálidamente en su productora que funciona en un loft de Palermo Parque. Antes de comenzar la entrevista elogia al Periódico VAS, rememorando que se hizo de un ejemplar, el año pasado, en un evento del Centro Cultural General San Martín.
P.Vas: Respecto a los Pecados Capitales, ¿la ira surge como el malestar más palpable?
Gastón Pauls: En una sociedad asediada como la nuestra, la ira surge de forma irracional en la vida cotidiana: uno está en la calle, el semáforo cambió y el otro no avanzó, entonces le gritás o lo puteás. Cuando lo que realmente sentimos no se puede expresar claramente, sale en una piña o en un grito.
P.Vas: ¿Por qué hay tanto malestar en la gente?
G. Pauls: ¡Qué profundo!… (Suspira y se lleva las manos a la cabeza) Por ciertas estructuras que nosotros mismos creamos…
P.Vas.: ¿No te parece que estamos inmersos en una estructura ya dada, que nos provoca el malestar?
G. Pauls: Sí. Y porque formamos parte de esa estructura, tenemos que ver hasta donde la reproducimos en el día a día. Me refiero a que los actos de corrupción están presentes en nuestra vida cotidiana y somos nosotros mismos quienes los practicamos: nos quedamos con un vuelto, pagamos una coima… Claro, a gran escala se roba más. Pero nosotros también alimentamos al mismo sistema que nos destruye.
P.Vas: ¿Qué rol juegan los grandes medios en todo esto?
G. Pauls: Existe la tendencia en los grandes medios de hacer pensar cada vez menos a la gente. En televisión el éxito o la calidad de un programa se mide a través del rating, en lugar del contenido. Así tenemos programas de bailes o de gente encerrada en una casa, que tienen 25 puntos de rating. La gente se engancha mirando esos programas que alimentan la corrupción instaurada en la sociedad. Este es un ejemplo de cómo contribuimos con un sistema que termina por destruirnos. Si uno cree que un programa es bueno porque tiene 25 puntos de rating, y lo mira, está contribuyendo realmente a la idiotización general de toda la sociedad.
P.Vas: Participaste activamente de los acontecimientos de diciembre de 2001.¿Cómo te definís políticamente hoy?
G. Pauls: (Reflexiona unos segundos) Siempre he salido a la calle y me he comprometido. Pero dejé de creer en este sistema de democracia representativa porque considero que ya no representa a nadie. Es mentira que somos representados. Los políticos una vez que llegan al poder entran en una estructura que les hace perder el sentido de la realidad y se corrompen. Hay mucha gente que llega con muy buenas intenciones pero la estructura los corrompe de inmediato.
Pienso que para poder generar un cambio en el otro y en la sociedad, primero debemos cambiar nosotros desde adentro. Creo que cada uno de nosotros recibe señales de cómo generar un mundo mejor.
P.Vas: ¿Y creés en una democracia participativa?
G. Pauls: En una democracia participativa sí, pero hay que construirla entre todos. Lo más importante que logramos en el 2001 fue la unión de gente para crear alternativas al poder. Así nacieron muchos proyectos como el que ustedes llevan adelante, por ejemplo. (Se refiere al Periódico VAS) Creo que tenemos que dejar de delegar y comenzar a participar. Tenemos que darnos cuenta del poder de decisión y dirección que tiene cada uno de nosotros y gobernar nuestras propias vidas. Si cada uno de nosotros aprende a tomar el timón de su propia vida, podríamos armar una red lo suficientemente sólida como para no estar esperando que algunos nos digan lo que queremos hacer o hacia dónde tenemos que ir.
P.Vas: ¿De dónde viene tu compromiso con los Derechos Humanos?
G. Pauls: Viene de la experiencia que viví cuando mi padre estuvo preso en la década del ‘70 (Se emociona). Creo que mi generación debería reflexionar más sobre el horror que se vivió en nuestro país durante la dictadura. Tendríamos que hacer un gran debate sobre todo lo que pasó: para que nunca más vuelva a pasar. Y digo nuestra generación… y las que vienen detrás. Ahora tenemos algo muy importante que en aquella época no había: libertad.
P.Vas: ¿Qué crees que le pasa a la gente de tu generación?
G. Pauls: Eduardo Galeano cuenta en el Libro de los Abrazos: «Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del miedo a la libertad». Tenemos que preguntarnos qué hacer con la libertad. No tenerle miedo. Por eso digo que nos hace falta el debate, dejar de esperar que los otros hagan y empezar a hacer nosotros… Hay un montón de gente de mi generación que no participa porque no sabe que se puede participar.
Un día, harto de ver pibes por la calle drogándose con Poxirán, me dije: (en lugar de decir no se hace nada por estos pibes) voy a armar mi propia fundación para ayudarlos. Y así lo hice. Así comenzamos, tratando de que ellos se den cuenta de lo que tienen adentro, y que eso en lugar de matarlos los pueda salvar.
Ya no podemos seguir esperando que venga alguien desde el gobierno, o de donde sea a hacer las cosas. Tenemos que empezar a juntarnos entre nosotros, con gente que también quiera hacer. Creo en la creación colectiva. Creo que hay que alentar a la gente a descubrir su potencial.
Termina la entrevista, la charla continúa un rato más. Nos cuenta anécdotas emotivas donde recrea su experiencia enseñando teatro a los niños de la Casa de la Cultura de la Calle. Nos relata que cuando era niño su padre le hablaba de Carlos Mugica y qué, después de casi treinta años, se reencontró con la memoria viva de este sacerdote en las villas de la ciudad y el conurbano. Emocionado por el ejemplo de vida del Padre Mugica, reflexiona: «Los que tuvimos la suerte de poder desarrollar nuestras capacidades, tenemos el compromiso moral de ayudar para que otros también desarrollen sus capacidades. La participación del otro es fundamental. El otro no es descartable. La gente que no comió o la gente que pasó por situaciones limites tiene una experiencia que si puede ser expresada es valiosísima».