Roger Waters en avenida 9 de Julio
Waters que no has de beber…
por Rafael Gómez
Déjalas correr. Bien se podría brindar este consejo a Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño, que ayer, martes 13 de marzo, estuvo sacándose fotos con el músico británico Roger Waters frente a la gigantografía de The Wall instalada -justamente por el Gobierno porteño- en el frente del Ex Mercado del Plata con amplia vista a la avenida 9 de Julio. Tal vez haya sido parte de la conversación, entre los funcionarios, políticos, artistas, y empresarios de la comitiva, la negociación para montar el último espectáculo de Roger Waters en la Ciudad precisamente allí, en la avenida 9 de Julio, a modo de despedida y con entrada libre y gratuita para quienes ya lo vieron en los 9 estadios de River, y para quienes no lo vieron por indiferencia, gustos diversos, o por no poder pagar la entrada más económica de River: $ 160.
La tentación para un político como Macri -que aspira consagrarse presidente en el 2015- de fotografiarse con Waters, identificarse con él, aunque sea robarle un poco de aura mediática, y promover un mega-recital en avenida 9 de Julio para millones de argentinos (en una especie de: Macri lo hizo) , es evidente. ¿Cómo no tentarse y sacar algún rédito? “Pero las cosas tienen ciertos límites”, decía mi abuelo. O, como decía con más precisión Joan Manuel Serrat: “Una cosa es lo que está bien, y otra lo que te conviene”.
Y la cosa siguió, la comitiva Waters-Macri visitó el centro de primera infancia “La Tortuga Manuelita” sito en una villa de emergencia en Parque Avellaneda. Waters -según un comunicado del Gobierno porteño- felicitó a Macri porque éste le dijo que iba a aumentar hasta cien los centros de primera infancia en los próximos tres años (Promesa de Macri). “La única manera de romper la pared entre los ricos y los pobres es a través de la educación”, agregó Waters haciendo referencia al tema de The Wall, y, probablemente, sin saber muy bien con quién estaba hablando. “Lo tuyo ha sido histórico porque el mundo del rock, y mucho más The Wall, nos habla de la libertad y la lucha contra el autoritarismo. La verdadera libertad la da la educación y seguiremos trabajando para que nuestros chicos tengan la mejor educación”, parece que hilvanó Macri -según el comunicado de prensa del Gobierno porteño- en un paisaje villero de ladrillos huecos con revoques a la vista.
Roger Waters encarna desde el arte, y desde hace más de 40 años, la lucha por un humanismo utópico con raíces en la contracultura de la década del 60. Se trata de una crítica profunda al capitalismo y sus consecuencias: la explotación del hombre, las guerras económicas, un sistema educativo al servicio de la clase dominante, la deshumanización de las empresas, y la sociedad de consumo. Es decir se trata de una crítica profunda de todo lo que representa Macri. Tal vez Waters no se haya enterado de las promesas incumplidas, del veto de Macri para asistir a los músicos carenciados, de la persecución a los centros culturales barriales, ni de la carpa de emergencia que montaron los docentes frente al despacho del jefe de Gobierno para reclamar mejores condiciones de trabajo.
Por eso las cosas deben separarse, y no debe confundirse lo que está bien con lo que te conviene. No hay políticas en el actual Gobierno de esta Ciudad que estén desplegadas en el sentido humanista propuesto en la obras de Roger Waters. No hay la más pálida intención, sólo hay otros ladrillos para la pared.