¿Quieren demoler el cine Gaumont?
El cine está ubicado en la Comuna 1 sobre avenida Rivadavia 1635 frente a la plaza de Los Dos Congresos. La posibilidad de su desaparición conmocionó a millares de porteños. ¿Se iba a demoler el último cine tradicional en uso de la Ciudad? ¿El cine donde empezó el Cinerama? ¿El cine donde iban nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros mismos? Y cae el recuerdo de cuando éramos chicos y quedábamos extasiados por esa pantalla tan grande donde podían ocurrir todas las cosas. Pero resulta que también frecuentamos el Gaumont ahora, porque es el primer difusor del cine nacional y latinoamericano, y además porque funciona allí el Cine Club Núcleo, que proyecta pre-estrenos notables de todo el mundo. Las tres salas del Gaumont convocan a 500.000 espectadores por año. ¿Entonces, si la memoria colectiva lo señala como patrimonio cultural y además tiene un importante desempeño en la actualidad, cómo es posible que se lo demuela? Resulta inconcebible, parece un ataque a la sociedad. Pero como es común en esta Ciudad la demolición, el abandono, o el cambio de destino de referentes culturales que producen pertenencia e identidad social, había que averiguar.
La noticia de la demolición surgió de un hecho concreto: a mediados de abril apareció una mesa junto a la boletería del Gaumont, con un tremendo cartel que decía: «EVITEMOS EL CIERRE DEL CINE GAUMONT / Solicitamos su firma para declararlo monumento histórico». Había también un volante explicando que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) alquilaba el edificio Gaumont y que sus dueños no renovarían el contrato de locación vigente hasta el 2013. A continuación, el volante invitaba a participar en la Audiencia Pública a realizarse en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el 25 de abril para tratar La Protección Estructural al cine Gaumont, en el marco del Proyecto de Ley presentado por el diputado Juan Cabandié (FpV), que se tramita por expediente Nº 1982/2011.
La noticia tenía fundamento. Se juntaron miles de firmas y cientos de personas llenaron el salón Libertador de la Legislatura el día de la Audiencia. Algunos de los que hablaron con elocuencia para defender el espacio fueron: Ana Celentano, Pablo Echarri, Luís Puenzo, Alejandro Sammaritano (director de Cine Club Núcleo), Pablo Mazzola (funcionario del INCAA), Graciela Borges y Ana María Picchio, que agradeció a «este santo de Juancito», refiriéndose al diputado Cabandié, por proteger el cine. Cabandié habló a continuación, se hizo eco de los argumentos, y destacó a Liliana Mazure como la autora del proyecto. Al día siguiente el diario La Nación publicó una nota sobre la Audiencia donde Liliana Mazure hablaba de la intención del INCAA de comprar el Gaumont, tarea difícil por la gran cantidad de propietarios, quienes «habrían manifestado su interés en no renovarles el contrato para destinarlo a otros usos». Pero Mazure no habló en la Audiencia Pública. ¿Lo habría dicho por fuera? Periódico VAS preguntó a funcionarios del INCAA y éstos negaron que hubiera alguna oferta de compra por parte del Instituto. Es más, negaron que los propietarios hubieran manifestado no renovar el contrato.
La cuestión parece un enigma, porque si el INCAA no veía un peligro en la continuidad del cine Gaumont ¿quién montó entonces la mesa con el cartel, los volantes, y los listados para las firmas, que durante dos semanas estuvieron habilitados en un espacio controlado por el INCAA?
Se espera una resolución de la Legislatura durante la segunda semana de junio.
LA HISTORIA
La sala se inauguró en 1946 y debe su nombre a Léon Gaumont, uno de los pioneros de la industria del cine, quien murió precisamente en ese año. El edificio Gaumont, de estilo racionalista, se levantó en dos plantas de gran altura, tenía un panel de cinco metros de ladrillos de vidrio, 2150 butacas, y un revestimiento de mármol gris oscuro jaspeado en las escaleras y el hall. En 1956 se modificó la pantalla para la presentación del Cinemascope, y del cine tridimensional. A la entrada se entregaban anteojos con armazón de cartón y lentes de celofán, uno rojo otro verde, para ver las imágenes en relieve. En 1958 se amplió la pantalla curvándola hacia los costados y se instaló un nuevo sistema, presentado en Buenos Aires simultáneamente con el cine Casino de Madrid, que no requería anteojos: el Cinerama. Tenía entonces (y todavía tiene) la pantalla más grande de Sudamérica.
En 1995, el Gaumont fue remodelado para aumentar el número de salas y multiplicar sus funciones. Tiene actualmente tres, una de 800 localidades (con la pantalla grande), otra de 400 localidades, y otra de 300. En el 2003, el Gaumont fue alquilado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, y desde ese entonces funciona allí el Espacio INCAA Km. 0, dedicado a la proyección de películas nacionales, que no tienen tanta difusión en el circuito comercial, con localidades generales a precios reducidos ($ 8.00 ó $ 6.00) y localidades para estudiantes ($ 4.00) y para jubilados ($ 3.00).