Desaparecidxs en democracia
por Agustina Paz Frontera*
Desaparecida no es lo contrario de aparecida. La desaparecida no estaba necesariamente aparecida. ¿Qué es un aparecido? el aparecido es el que se manifiesta, el que se deja ver, el que por lo general hace presencia de manera sorpresiva: ¡eh, apareciste, perdido! Extrañamente el término desaparecido encierra un presagio: no es que alguien sea desaparecido (no aparecido) porque hubo estado aparecido y ya no está, sino que su des-aparición remite al futuro, está desaparecido el que de alguna manera sorpresiva aparecerá. Entonces, de alguna forma, el que le puso desaparecidos a los desaparecidos nos marcó un camino, son desaparecidos los que van a aparecer. Acá, en Argentina, fue el gobierno de facto mismo el que nombró como desaparecidos a los que no aparecían, cuesta asumirlo, pero así Videla nos hizo un favor. En los juegos de poder no es raro que esto pase, los débiles les usan las armas a los déspotas para revertir la relación de fuerzas e instalar otra lógica. Y las palabras son armas, no son como armas, son armas con todas las letras, que permiten ganar batallas, que pueden expropiarse, que pueden incluso ser depuestas o entregadas. Para revertir la relación de fuerza e instalar otra lógica. Para que no haya más batallas ni necesidad de tomar armas. La palabra desaparecido, desaparecida reclama en el momento mismo en que se pronuncia, la aparición, el movimiento hacia la aparición. Decir desaparecidos, desaparecidas, juntarnos para decir desaparecidas, nos obliga una y otra vez a luchar por la aparición pero también nos nombra a nosotras, las que estamos en el limbo ¿qué es una vida que no está ni desaparecida ni aun aparecida? una pequeña vida, triste, que solo cumple un ciclo vital. Porque, como mujeres, las que todavía no estamos desaparecidas, ¿no deberíamos ponernos a aparecer antes que nos desaparezcan? ¿no deberíamos andar todas como aparecidas, como apariciones, rompiendo la tranquilidad de los que nos quieren ver sumisas, calladas, desaparecidas?
¿Qué tienen los desaparecidos y desaparecidas en democracia de diferente a los que desaparecen bajo regímenes de facto? La vigencia de la Constitución nacional. Aun bajo la potencia normativa de la gran ley han desaparecido mujeres y varones de todas las edades, y bajo la potencia normativa de la gran ley, siguen sin aparecer. Como sigue desaparecida nuestra amiga Florencia Pennacchi, sin que ningún defensor de la Constitución se despabile demasiado, sin que tampoco los que enfrentan a los desaparecedores de la dictadura aporten lo suficiente como para que aparezca. Porque si bien los desaparecedores de ayer no son los mismos que los de hoy ni los mueven los mismos fines, la lógica que prima sigue siendo la misma: el que tiene el poder hace desaparecer o no hace nada para que aparezcan los desaparecidos. ¿Cuántos chicos hay desaparecidos por la prepotencia policial? ¿Qué protección da el Estado para que estos tipos se animen así porque sí a apretar el gatillo? Y las mujeres, los chicos y chicas, los varones que no están más porque no, nadie sabe tampoco cómo responder ¿qué es una vida para que cualquier civil con poder, cualquier miembro del Poder, se la robe para sí y no la devuelva nunca más? Una vida es una potencia de aparecer. Florencia lleva 8 años en un espacio que ni podemos imaginar, que tiene la forma de todo un país, Florencia está desaparecida en las hojas mismas de la Constitución y aun así, en ese librito tan chiquito, no aparece.
Una imagen que nunca vamos a olvidar: las amigas de Flor y su familia marchamos con un cartel con la cara de Florencia el 24 de marzo del 2005, ella había desaparecido hacía apenas 8 días. El año anterior habíamos marchado juntas.
Hoy son 8 años de desaparecida. Pero claro, el desaparecido deviene en aparecido, el desaparecido nos deviene aparecidas a las que decidimos armarnos, con palabras, cuerpos e ideas, contra un sistema que así como desaparece, luego llora a las desaparecidas. Así, para que alguna vez cambie la lógica y no haya más desaparecidos y 40 millones de apariciones, hay que nombrar las cosas como empuñando un arma: aun hay desaparecidas, aparezcamos.
*Documento leído durante el acto del 24 de marzo en la ciudad de La Plata, por amigas y amigos de Florencia Pennacchi, desaparecida (en democracia) el 16 de marzo de 2005, víctima de las Redes de trata de mujeres para la explotación sexual.