Autogestión y dignidad
Los restaurantes Alé-Alé, Los Chanchitos, Mangiatta, Don Battaglia y La Soleada, recuperados por sus trabajadores en diciembre pasado, luego de que sus dueños intentaran presentar quiebra, siguen trabajando en forma autogestiva y demostraron que el cooperativismo es «una herramienta válida para mantener la dignidad y los puestos de trabajo».
«Los 40 compañeros estamos muy contentos con este final feliz. Fue un año muy duro pero terminamos ganando esta lucha», aseguró Andrés Toledo, presidente de la cooperativa Alé-Alé, cuyos trabajadores se autogestionan desde diciembre de 2012, cuando eludieron el cierre dispuesto por los dueños.
Tras resistir varios intentos de desalojo, los trabajadores coronaron la semana pasada un año de lucha al firmar un acuerdo que les permite quedarse otros 6 meses en el inmueble de Estado de Israel 4500, en el barrio porteño de Villa Crespo.
Los cinco restaurantes pertenecían al grupo OJA, que el 28 de diciembre de 2012 intentó cerrar los comercios mediante la presentación de concurso de acreedores.
«Los problemas en el grupo Oja comenzaron en 2012, los dueños ya no invertían y sufríamos abandono y vaciamiento; ante la ausencia de la patronal comenzamos a manejar nosotros el negocio porque los restaurantes son viables económicamente», dijo Raúl Armengol, presidente de Don Battaglia, en Scalabrini Ortiz 802.
Armengol remarcó que el balance de este año «es muy positivo» y destacó «la ayuda de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA) y del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES)», porque «gracias a ellos conseguimos la matrícula y un contrato de alquiler».
«El balance de este año es muy positivo, fue de mucha lucha por todo lo que implicó comenzar con algo nuevo como la cooperativa, pero nos autogestionamos desde el 20 de febrero de 2013 y gracias al apoyo de INAES y FACTA, que nos ayudaron para que pudiéramos funcionar con todo en regla, nos va muy bien», refirió.
Armengol contó que el año pasado vivieron las fiestas en un contexto muy diferente: “no sabíamos si íbamos a tener trabajo; ahora tenemos todo el regla, mejoramos la clientela y conservamos la fuente laboral para nuestros 33 compañeros y sus familias», expresó.
Parecida es la experiencia de la Cooperativa Soleada, en Monroe 1800, que también se autogestiona desde febrero de este año.
«El 2012 fue un año de muchos problemas para nosotros, el restaurante venía mal, no nos pagaban; desde febrero nos autogestionamos, nos involucramos con FACTA y nos dimos cuenta de que el cooperativismo era una vía importante para devolvernos la dignidad y mantener los puestos de trabajo», contó el presidente, Carmelo Milone.
Milone consideró que el restaurante no funcionaba «por una cuestión de ineficiencia» y que «si los dueños no podían, entonces teníamos que hacernos cargo nosotros».
«Nunca permitimos que el restaurante cierre, teníamos conciencia de que si dejábamos que decayera no lo levantábamos más.
La experiencia de Alé-Alé nos orientó y luego nos asesoramos para hacer las cosas como correspondía, porque no queríamos apropiarnos de nada sino mantener nuestras fuentes de trabajo», reivindicó.
Milone destacó que a casi un año de autogestión, «se elevaron todos los salarios, no perdimos ningún puesto y trabajamos muy bien. Fue un año duro pero positivo: estamos en regla y a las 34 familias que vivimos de esto nos va muy bien».
Federico Tonarelli, presidente de FACTA, destacó que «en estos últimos 10 años lo que logramos es generar un sentido común entre los trabajadores, que frente a la posibilidad de que su empresa cierre saben que se puede iniciar un proceso autogestivo».
«Hace unos años esto no existía y hoy es una posibilidad concreta. El caso de estos cinco restaurantes es el ejemplo en tiempo presente de que lo que planteamos es una salida que se convirtió en una alternativa de gestión viable en manos de los trabajadores», remarcó.
«Ellos encontraron en la autogestión una experiencia propia que los hace protagonistas de lo que están viviendo y eso repercute en el servicio y manejo de cada restaurante, donde se mejoró la clientela, los pisos salariales y se potenciaron las características de cada uno como trabajador gastronómico», destacó.
De los seis millones de puestos de trabajo creados en los últimos diez años, 1,3 millones corresponden al sector de la economía social.