Dolores Díaz («La Tigra»)
(Aproximadamente 1820 – 1880)
por Norberto Galasso*
Fue una de las figuras más relevantes de la montonera en La Rioja y Catamarca. Acompañó a Felipe Varela en sus luchas por la causa del interior, convirtiéndose en su compañera, relación de la cual nació un hijo, de quien la tradición oral refiere que era muy parecido al caudillo. Intervenía en las batallas con heroísmo y fiereza sin igual, lo que le valió el apodo de “La Tigra”.
En Pozo de Vargas, donde la montonera de Varela enfrenta a las fuerzas mitristas conducidas por Taboada, la tradición recuerda que fue ella quien salvó al caudillo, en peligro de muerte, en medio de la pelea. Pero Dolores quedó prisionera de las fuerzas mitristas. En Santiago del Estero, bajo la dominación de los Taboada, Dolores sufrió toda clase de humillaciones, penurias y tormentos.
Después de la derrota, Varela se vio obligado a exilarse en Bolivia y desde allí le escribió a fray Mamerto Esquiú, solicitándole que intercediera para lograr la libertad de su mujer. Esta gestión del sacerdote generó, en 1868, el pedido de un juez federal de La Rioja, quien le reclamó a Taboada la liberación de Dolores. La respuesta del jefe santiagueño estuvo cargada de juicios peyorativos para La Tigra: “Sabedor de que la Dolores Días y sus compañeros de la hez de la población de La Rioja eran, puede decirse, el alma de la montonera, con cuyos robos y saqueos traficaban, contribuyendo con su consejo y su palabra a fomentar los hábitos perversos de los gauchos que formaban la montonera de Varela, resolví extrañarla de la provincia”, confinándola a la frontera de Santiago del Estero. Poco después, en mayo de 1868, pudo regresar a La Rioja, donde fue recibida con fervor por el pueblo que sabía de sus grandes luchas y sufrimientos. Allí donde sobrevivió y cuidó a su hijo, trabajando horas y horas en su telar, para fabricar mantas y ponchos. Pobre y tomado por la tisis, Varela ya nada podía hacer por ella y en junio de 1870, Dolores se entera de que el caudillo ha fallecido en Chile, en la más horrenda soledad de un pueblito cercano a Copiapó.
Muere pocos años después, pero los datos, tanto de su nacimiento como de su muerte, son desconocidos por la historia de esa Patria por la cual ella jugó su vida tantas veces.
*LOS MALDITOS EXCLUÍDOS DE LA HISTORIA OFICIAL – VOLUMEN IV – PAG. 270 – Ediciones Madres de Plaza de Mayo