El bar Británico reabrió sus puertas
El bar Británico reabrió sus puertas tras permanecer cerrado varios meses y ahora sus nuevos dueños intentarán devolverle a la esquina de Defensa y Brasil, frente al Parque Lezama, el tradicional punto de encuentro en el barrio de San Telmo.
Reconocido como uno de los cafés más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires e ícono de la bohemia porteña, desde ayer volvió a estar a disposición de clientes y turistas luego de una espera de tres meses para la reinauguración por problemas económicos de sus actuales propietarios.
El local, fundado como pulpería a principios del siglo XX bajo el nombre de «La Cosechera», fue rebautizado en 1928 con su actual nombre porque era frecuentado por trabajadores ingleses del ferrocarril.
Norberto Aznarez, uno de los dueños, sentado junto a sus hermanos en una típica mesa de madera surcada de garabatos y manifestó su satisfacción por la reapertura.
«En principio reabrimos de 7 a 24 y es un orgullo para nosotros haber comprado el fondo de comercio, somos gastronómicos desde siempre porque también lo fue mi padre», dijo
Aznares, dueño también de «El Roncal», un bar con dos sedes en el microcentro, una en Carlos Pellegrini al 100 y otro en 25 de Mayo al 600.
Fue el distribuidor de café quien les contó que el fondo de comercio del Británico estaba a la venta. La familia se puso en contacto con los dueños y en poco tiempo lo compraron, relató.
La negociación «fue correcta, nos pusimos de acuerdo con sus dueños durante estos últimos tres meses y acordamos abrir El Británico como negocio familiar», señaló Aznarez, quien agregó: «le dimos una lavada de cara, nada más, quisimos preservar el lugar como estaba, porque la gente lo quiere así».
Allí siguen los mostradores de madera lustrada y y detrás las vitrinas llenas de botellas -algunas añejas- de grapa, ginebra y licores que algunos saborean sobre la barra.
Los cinco ventanales a la calle que rodean el emblemático bar, dos sobre la calle Brasil y tres a Defensa, son una excusa para charlar con los transeúntes, muchos de ellos vecinos del barrio.
«Aquí se conocen todos, estoy sorprendida por la amabilidad de la gente, se ve que esperaban la reapertura del local, me saludan como si me conocieran de toda la vida», dijo Lorena, la flamante camarera del Británico. «También me dejan buena propina», afirmó.
Según cuentan, en alguna de esas mesas Ernesto Sábato ideó gran parte de «Sobre héroes y tumbas». El bar también sirvió como set de filmación para películas como «Diarios de motocicleta», de Walter Salles sobre la vida de Ernesto «Che» Guevara, y «Tetro», de Francis Ford Coppola.
El bandoneonista Rodolfo Mederos era otro de los habitués del Británico, declarado en 1998 Bar Notable de la ciudad.
Desde la década del 60 los españoles José Trillo, Pepe Miñones y Manolo Pose se hicieron cargo del bar y lo mantuvieron abierto las 24 horas, pero a principios de 2006 cerró y reabrió con nuevo dueño un año más tarde, alquilado por Agustín Souza.
En los últimos tiempos, en las mesas se solía ver a Mederos y al cantautor español Joaquín Sabina, entre decenas de artistas que hicieron del Bar Británico, a lo largo de las décadas, una usina del pensamiento y de las artes.
Fuente: Télam