Marcha de las Putas
El consentimiento es el eje este año de la Marcha de las Putas, movimiento mundial que concientiza contra las violaciones y que mañana realizará un festival desde las 15 en la Plaza de Mayo, para generar conciencia social contra la cultura que sustenta y justifica el abuso sexual.
«Consentimiento: la línea es clara» es la consigna de esta tercera edición de la movilización, porque «en cualquier situación en la que haya coerción, amenazas, una persona inconsciente o alguien que dice ‘pará’, es una situación no consentida y constituye un abuso sexual. No hay peros, no es relativo: sin consentimiento es abuso», enfatizó Verónica Lemi, una de las organizadoras de la acción.
Quienes convocan eligen cada año un tema para poner en debate social y el seleccionado para mañana tiene que ver con «lo que vimos en los medios, donde nos encontramos con que había una tendencia muy marcada a relativizar el consentimiento en los casos de abuso», agregó la dirigente.
La Marcha de las Putas o «Slut Walk» es una iniciativa surgida en abril de 2011 en Canadá como respuesta a los dichos del policía Michael Sanguinetti, quien durante una disertación ante universitarios en Osgoode dijo que las mujeres «deben dejar de vestirse como putas si no quieren ser violadas».
Hubo una inmediata reacción mundial que se mantiene y consolida en diversos países con acciones para desenmascarar y revertir las prácticas sociales que culpabilizan a las mujeres violadas y justifican a los violadores.
El nombre de la marcha resignifica la palabra «puta,’ que «es un insulto que abarca mucho más que lo sexual: nos dijeron puta por negarnos a tener relaciones sexuales, nos lo dijeron por defendernos o defender a otras, por opinar y defender nuestras posturas, por militar, por vestirnos como queremos, por responder al acoso callejero, por poner límites, por salir solas…», reseñó la militante.
Y esto «resulta más evidente aún cuando analizamos el insulto ‘puto’, que se utiliza hacia los varones. Socialmente, puto y puta son los insultos para quienes no son el estereotipo de ‘macho’ y ‘mujer respetable’. Entonces ¿qué esconden realmente estas palabras? ¿Qué es lo que definen? ¿Por qué las usamos como insulto?», añadió.
Lemi resaltó que la violación «no tiene que ver con lo sexual, sino con el poder, pero socialmente construimos ciertas narrativas diciendo que un violador es un enfermo, rondando las calles oscuras donde ataca a las presas que despiertan su deseo sexual. Nada más alejado de la realidad: la gran mayoría de los abusos sexuales son cometidos por personas conocidas y dentro de espacios conocidos».
Otra realidad es «culpar a la víctima; hurgar en su vida para justificar lo que le pasó: si estaba borracha, adonde iba, cómo se vestía…En este contexto ¿Qué víctima va a querer hablar de lo que pasó?», señaló la joven.
Las actividades en la plaza y la marcha posterior se encuadran entonces en el concepto de que «necesitamos, como sociedad, modificar este contexto para que las víctimas de abuso sexual puedan denunciar, puedan contarlo y reciban contención en lugar de culpabilización», resaltó Lemi.
Acciones similares se realizarán en otros lugares del país las que pueden seguirse a través del Facebook MarchaPutasBA y en la cuenta de Twitter @MarchaPutasBsAs.