Ni Una Menos. Todas Vivas y en la Plaza
por Ximena Schinca
Erradicar la violencia contra las mujeres puede ser difícil pero no es imposible. Ni una menos es un grito colectivo, es meterse donde antes se miraba para otro lado, es revisar las propias prácticas, es empezar a mirarnos de otro modo unos a otras, es un compromiso social para construir un nuevo nunca más. Repetimos. No queremos más mujeres muertas por femicidio. Queremos a cada una de las mujeres vivas. A todas.
(Fragmento del documento #Ni Una Menos, leído el 3 de junio, en la Plaza de los dos Congresos)
“Antes estábamos muy solas y era horrible”, cuentan que le dijo Estela de Carlotto a una de las organizadoras de la convocatoria por #NiUnaMenos, el pasado 3 de junio, poco después de terminar el acto frente a la Plaza de los dos Congresos, reconocido hoy como una movilización histórica que congregó a cientos de miles en Buenos Aires, pero también en Córdoba, Mendoza, Ushuaia, Chubut, Santa Fe, y llegó también a Uruguay, Chile, Colombia, Perú. Cientos de miles que se congregaron para decirle basta a la violencia machista, para decir “¡Basta! No queremos más mujeres muertas por femicidio. Las queremos vivas a todas. Ni una menos”.
Sólo frente a la Plaza de los dos Congresos y alrededores, más de 200 mil personas -según cifras oficiales- rompieron el aislamiento del hogar y la propiedad privada para expresar su absoluto repudio, su dolor, por un tipo de violencia que, en los siete últimos años, ocasionó la muerte de 1.808 mujeres asesinadas por ser mujeres. Una violencia que en 2008 mató a una mujer cada 40 horas; que en 2014, hizo que el horror sucediera cada 30; y que en 2015, terminó con la vida de muchas antes, después y durante el 3 de junio.
La expresión más extrema de violencia contra la mujer, el femicidio -el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer que considera de su propiedad- dejó en esos mismos siete años alrededor de 1500 niñas y niños huérfanos. Las cifras son de la Casa del Encuentro, la ONG que lleva el único registro de femicidios en el país porque, al menos hasta el 3 de junio, de cifras oficiales, ni hablar. De femicidios y otras expresiones de violencia, sí se habló en esta movilización histórica, que no sólo rompió el silencio para pedir por la reglamentación completa de la Ley de Protección Integral a las Mujeres, la disposición de estadísticas oficiales y la atención a las víctimas, sino que también denunció el silenciamiento como uno de los principales factores que operan en la sombra para reproducir el miedo que resulta del aislamiento.
Clarisa, de 24 años, llegó a la plaza acompañada por amigas y familiares, con un cartel con la imagen de Ángeles Rawson y la consigna ¡Ángeles, presente! “Son las desaparecidas y torturadas de la democracia. Estamos acá para pedir que intervenga el Estado, que nos brinde protección. No queremos una muerta más”, contó.
Unos metros más adelante, Rodrigo, de 26, sostiene un cartel pidiendo “Perdón”, a lo que suma la consigna “Ni Una Menos”. Rodrigó llegó solo y harto de la violencia. “Traje mi cartel porque quiero pedir perdón en nombre de mi género. El cambio depende de todos y de que los hombres tratemos distinto a las mujeres. Muchas veces, siento vergüenza por cómo tratamos a las chicas”, dijo.
Frente al escenario, activistas por el aborto seguro, legal y gratuito aseguraban que las muertes por abortos clandestinos también son femicidios. Del otro lado, miembros de agrupaciones católicas exigían la acción del Estado para erradicar la violencia contra las mujeres.
Para oír el texto al que dieron voz y cuerpo Erica Rivas, Maitena y Juan Minujín, llegaron columnas de movimientos kirchneristas, pero también agrupaciones críticas al gobierno, movimientos de mujeres, feministas y hombres contra el patriarcado. Con una misma consigna, clara, fuerte, las diferencias se hicieron a un lado por un objetivo común.
“Lo más importante es lo que está pasando en la calle”, le dijo a la prensa la actriz Erica Rivas minutos antes de leer el documento. Y previamente, en una entrevista televisiva, Juan Minujín destacaba que la convocatoria no era a favor ni en contra de nadie, sino un llamado de atención a un problema de todos y todas.
Al terminar el acto, cuenta Florencia Abbate -organizadora de Ni Una Menos-, Estela de Carlotto se acercó al escenario. Había llegado sola. Casi cuarenta años después de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, otro grupo de mujeres en la Argentina convocó a cientos de miles. A veces, es cansador y maravilloso al mismo tiempo, dijo Estela, y es saber que ya no estás sola.
Ni una menos.
Nunca más.
Los medios, los fines, el mensaje
El 13 de febrero de 2011, en Italia, cerca de un millón de personas se congregaron en todo el país bajo la consigna “Si no es ahora, ¿cúando?”, para denunciar el comportamiento y las políticas sexistas de Silvio Berlusconi. Entonces, cuentan que las mujeres fueron protagonistas y lideraron las protestas que, si bien se dirigían principalmente al Primer Ministro italiano, señalaban la ausencia de políticas públicas y protección de las instituciones hacia las mujeres, y la tendencia de los medios italianos a reproducir los escándalos sexuales del primer mandatario, acentuar el culto a la belleza corporal y a multiplicar la cantidad de mensajes en los que mujeres jóvenes “con poca ropa y en silencio” aparecían escoltando a las activas personalidades masculinas.
En una crónica sobre aquella movilización, la feminista Wendy Harcourt destacó que se trató de un acto “que no fue organizado por un partido político, sino por seis mujeres que, a través de las redes sociales y en menos de dos meses, convocaron a un millón de personas en las plazas, que cantaron junto a Patty Smith, People have the Power, para dejar en claro que las exigencias de las mujeres no estaban dirigidas solamente al Primer Ministro italiano, sino a todo el viejo sistema sexista de la política predominante (y machista) de Italia.”
El relato de #Ni Una Menos comparte varios aspectos con aquella movilización. Sus antecedentes más cercanos indican que la primera convocatoria bajo esa consigna se realizó en marzo de este año, en el Museo del Libro. Allí, periodistas, escritoras, artistas y activistas leyeron distintos textos como una primera acción para decir basta de femicidios. Entonces, participaron históricas militantes feministas y activistas contra la violencia de género, pero también muchas mujeres y algunos hombres, sensibilizados por los últimos femicidios en la Argentina.
Meses después, el asesinato de la adolescente Chiara Páez en Rufino, movilizó a toda la sociedad. Entonces, desde las redes sociales, algunas periodistas llamaron a poner fecha a una manifestación para decir basta y sumar a la campaña la imagen de personalidades mediáticas, algunas incluso cuestionadas por su hacer cotidiano en los medios.
“Uno de los desafíos de la convocatoria fue lograr que nadie sospechara que esto estaba manijeado por nadie, porque no lo estaba. Una de las garantías de eso fue que las periodistas que participábamos éramos de medios ideológicamente opuestos”, aseguró Abbate, que recibió las adhesiones y se encargó de administrarlas desde la página oficial de Facebook.
“Fue importante que todos adhirieran, y que nadie se apropiara del reclamo. Los únicos protagonistas son las víctimas y los familiares. Por eso, en el escenario, sólo hubo unas sillas para ellos y las organizadoras,” nos contó Fabiana Túñez, directora ejecutiva de La Casa del Encuentro y organizadora. Más tarde, la vimos llorar tímidamente a un costado del escenario.
Desde el colectivo Ni Una Menos, coincidieron en destacar que uno de los grandes logros y primeros consensos que lograron en el interior de la convocatoria fue dar vuelta la famosa sentencia macluhiana que señala que el medio es el mensaje, o que la lógica de algunos medios es la del rating y la espectacularización de todo. “Trabajamos, debatimos y tomamos cada decisión de manera consensuada, a sabiendas de que todas lo hacíamos con el mismo objetivo de decirle basta a la violencia machista,” aseguró la escritora Agustina Paz Frontera que participa en Ni Una Menos desde las primeras lecturas que se hicieron bajo la consigna.
“El modo en que los medios, mayoritariamente, tratan el problema, debe transformarse por completo: en muchos casos culpabilizan a las víctimas de su destino: hablan de su vestimenta, sus amistades, sus modos de divertirse. En el fondo, agitan allí el “algo habrán hecho”. Necesitamos medios comprometidos en la elaboración de protocolos, además del imprescindible cumplimiento de los protocolos existentes y de los códigos de ética para las coberturas periodísticas de estos casos”, leyó el actor Minujín frente a una plaza que abucheó la cobertura escandalosa de los medios, pero también el ninguneo que la Justicia hace de las víctimas cuando se atreven a denunciar a los agresores.
VÍCTIMAS CONTRA LA VIOLENCIA
Los sobrevivientes y familiares de víctimas se hicieron presentes en la plaza. Adriana Belomonte, la mamá de Lola Chomnalez, aseguró que el frío le recorrió todo el cuerpo al escuchar la lectura del documento. Ada, la mamá de María Soledad Morales, recordó cuando hace 25 años en Catamarca marchó por su hija para pedir justicia.
Estuvieron también Isabel Yaconis (integrante de la Asociación Madres del Dolor y mamá de Lucila, asesinada en 2003 en un intento de violación), Deolinda Sosa (cantante y víctima de violencia), Susana Trimarco (mamá de Marita Verón), Beatriz y Jorde Taddei (padres de Wanda Taddei), la familia de Candela Sol Rodríguez, Jimena Aduriz y Franklin Rawson (padres de Ángeles). Todos protagonizaron la convocatoria para decir ni una menos, nunca más.