El uso de agrotóxicos provoca una guerra química que enferma a la gente
El coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, Medardo Ávila Vásquez, aseguró hoy que el creciente uso de agrotóxicos es responsable de que «se esté librando una guerra química en el campo» entre herbicidas y plagas, y recordó que «en el medio está la gente, que se termina enfermando de múltiples afecciones relacionadas con el uso masivo y sin control de productos como el glifosato», reconocido como cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Hoy tenemos un problema de salud muy grave que apareció cuando muchos pueblos del interior o barrios de las ciudades que viven en el límite entre lo urbano y lo rural empezaron a protestar porque se veían casos de enfermedades graves, abortos espontáneos y malformaciones que antes no tenían y ahora se daban simultáneamente», aseguró en la apertura del 3° Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, que comenzó hoy y finalizará el sábado en la Facultad de Medicina de la UBA.
El especialista precisó que los médicos «vienen observando lo mismo en localidades tan distantes entre sí como la bonaerense de Los Toldos, la santafesina de San Jorge, la chaqueña de La Leonesa o el barrio Ituzaingó de la ciudad de Córdoba».
«Lo único que tenían en común eran que todos eran fumigados en el marco de la adopción de 1996 de un nuevo modelo de explotación agrícola denominado ‘agronegocio’, que implica un día sembrar, un día cosechar y 15 ó 20 días fumigar», además del empleo de semillas transgénicas resistentes al glifosato y otros químicos, explicó.
Ávila Vásquez aclaró que si bien en Argentina se usan pesticidas desde la década del ’60, los consumos nunca superaron los 5 a 10 millones de litros: «Pero en 1990 se vendieron según la cámara de agroquímicos 34 millones de litros y el año pasado 380 millones de litros», detalló.
«Como el glifosato no es tan activo, los yuyos que querían matar se fueron adaptando y así se avanzó en esta guerra química que tenemos en el campo. El problema es que en medio de esa guerra hay un montón de gente», cuestionó.
La preocupación de las comunidades hizo que médicos y científicos comenzaran a investigar, y así se demostró «que esos productos ocasionan lesiones moleculares en el ADN, y provocan a su vez mutaciones que terminan generando células cancerígenas».
«Hay más abortos que nacimientos en los pueblos del interior, y dentro de los nacimientos hay el doble o el triple de niños que nacen con malformaciones», aseveró el experto.
Ávila Vásquez compartió el panel de apertura con el decano de la Facultad de Medicina, Sergio Provenzano, y el presidente de la Federación de Profesionales de la Salud (Fesprosa), Jorge Yabkowski, dos de las entidades coorganizadoras del evento junto a la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria y la Red de Acción en Plaguicidas para América Latina (Rapal).
Provenzano recordó que «el 24 por ciento de la morbilidad de las enfermedades que nos aquejan parten del medioambiente, así como el 23 por ciento de los cánceres».
«Es decir que todo aquello que modifique la calidad del aire que respiramos o del agua que tomamos puede volvérsenos en contra y generar situaciones que lleven a una pérdida de la calidad de vida, como infecciones pulmonares, cánceres, trastornos neurológicos o enfermedades congénitas», apuntó.
El decano aseguró que «el alma» del congreso es «generar propuestas científicas debidamente validadas que relacionen causa y efecto con respecto a enfermedades que podemos adquirir en el medioambiente».
Por su parte Yabkowski explicó que «en los últimos años la conciencia socioambiental empezó a crecer», haciéndose cada vez más evidente que «no hay reivindicación laboral sin reivindicación del medioambiente y de la salud del usuario», afectada por el «modelo extractivista basado en agrotóxicos».
Para graficar la situación, Ávila Vásquez comentó que una Evaluación de la Salud Colectiva Socio-Ambiental realizada en la localidad cordobesa de Monte Maíz -una población de 8.000 habitantes rodeada de campos cultivados- reveló que «casi el 10 por ciento de las mujeres embarazadas de entre 15 y 40 años sufrieron abortos espontáneos en los últimos 10 años, cuando la media nacional es del 3 por ciento».
«Además, el 3 por ciento de los niños vivos menores de 10 años habían nacido con malformaciones, mientras la media provincial era de 1,68 por ciento, y la incidencia anual del cáncer era tres veces mayor a la media provincial (706 casos cada 100.000 personas, contra 259 cada 100.000)», puntualizó.