Defender el Trabajo
Macri y su política ultra neoliberal se ha convertido en el gran hacedor de un hecho poco común en estos últimos años. Ha sido tan brutal la embestida derechista contra la mayoría de la población argentina, que las cinco centrales sindicales en que se halla dividido el movimiento obrero se han visto exigidas (unos más que otros) y dar luz verde a una movilización de claro contenido de clase.
Por unas horas, el sujeto histórico de cualquier planteo revolucionario que se precie volvió a emerger en toda su dimensión.Los trabajadores y trabajadoras ganaron las calles de la capital argentina este 29 de abril en homenaje adelantado al 1º de mayo, y dejando a un costado diferencias que sus dirigentes tienen por arriba y que tendrán que solucionar o serán arrollados por las circunstancias, generaron un hecho político de gran contundencia. Ciento cincuenta mil almas expresando su respuesta indignada a estos 120 días de despidos, subida descomunal de precios de los artículos de primera necesidad, devaluación continuada, ninguneo a los aumentos prometidos a jubilados y pensionados, destrucción de programas de avanzada en temas de salud popular y otros rubros, liquidación de la ley de Medios y amenazas represivas a partir de protocolos de “seguridad”.
Allí estaba otra vez el «subsuelo de la patria sublevada”, como diría el ilustre pensador Raúl Scalabrini Ortiz. Trabajadores y trabajadoras luciendo con orgullo sus ropas de trabajo y las identificaciones sindicales grabadas en gorras y camisas, demostrándole a los gobernantes y a las patronales que esta vez abandonaron las fábricas y los muy variados establecimientos laborales (a los que suelen ingresar a las 5 o 6 de la mañana para hacer turnos de 9, 10 y hasta 12 horas) para marchar por sus salarios devaluados y protestar por el vaciamiento laboral compulsivo que impulsa el macrismo.
Hacía mucho que no se veía una demostración obrera de tanta magnitud: metalúrgicos, camioneros, textiles, petroleros, panaderos, guincheros, portuarios, albañiles, marítimos, unidos a trabajadores estatales y de las distintas universidades, abrazados con bancarios, mercantiles y también con un buen número de estudiantes. “Macri lo hizo” señalaba una pancarta de los bancarios, reflexionando con ironía sobre la presencia de tan abigarrada muchedumbre. “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode”, respondían bulliciosamente los estatales agrupados en ATE.
No faltaron tampoco los trabajadores golpeados por las crisis sucesivas vividas desde los años 90, y que se encolumnaron masivamente detrás de las banderas de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular). Fueron precisamente estos últimos (miles de ellos) que previo a la marcha realizaron un acto a pie de calle, donde volcaron cada una de sus reivindicaciones que son peleadas codo a codo para defenderse de la exclusión adonde quiere “arrojarnos el macrismo y su nefasta política”.
No faltaron tampoco en esta jornada histórica algunos importantes movimientos sociales, organizaciones peronistas y partidos de izquierda que en su gran mayoría reclamaron la necesidad urgente de un paro nacional.
En el palco central, cada uno de los máximos referentes de las centrales sindicales convocantes le advirtieron al Gobierno que la paciencia tiene un límite y que «el salario no es ganancia”, dejando claro que si Macri se atreve a vetar la “ley de emergencia ocupacional” que ya cuenta con media sanción del Senado y deberá ser discutida por Diputados el miércoles próximo, el paro general será la respuesta inmediata. De hecho, convocaron a movilizarse al Parlamento para presionar a que los diputados “no peguen el salto” como hicieron en la votación sobre los fondos buitres.
Lo dicho, fue una bocanada de viento fresco esta contundente expresión de rebeldía obrera, y más allá de las expresiones de mal gusto de Macri y sus ministros, cuando expresan que “todo lo dicho por las centrales sindicales es lo mismo que nosotros estamos impulsando desde el gobierno”, no pueden ignorar que esta movilización produjo un importante marcaje de territorio por parte de un sector de la población que no quiere volver a los temibles años 90.
Por otra parte, es verdad que Macri se ve a sí mismo con una dosis de impunidad suficiente como para ignorar las exigencias de viraje en sus políticas regresivas, pero el hecho de que sea en este momento un peón disciplinado de la estrategia de Washington para el continente, no significa que sea infalible o que no pueda estar pronto contra las cuerdas. De hecho, desde que pisó la Casa Rosada MM no duerme tan tranquilo como desearía. En cada provincia que visita se encuentra con abucheos, cortes de rutas, o paredes pintadas donde lo nombran no muy amistosamente. Incluso, en algunas de estas andanzas tuvo que cambiar el plan de viaje y retirarse con anticipación para no seguir escuchando la frase “basta de despidos”.
Si faltaba algo, este 29 la protesta se ha trasladado de forma multitudinaria a pocas metros de la Casa de Gobierno. La representan hombres y mujeres con la piel curtida, solidarios y sensibles frente a las injusticias. Hablan un lenguaje que los ilustres y bien pagados asesores del macrismo están lejos de entender. Hacen gestos que pueden parecer ciertamente agresivos, aunque por momentos se ríen o bailan al sonar de bombos y redoblantes, gritan y también cantan. Son generalmente mansos, pero si los provocan, sacan fuerzas de donde sea, y avanzan hasta conseguir lo que se les niega con autoritarismo. Bienvenidos otra vez las y los trabajadores al escenario político del país, carta decisiva para ponerle freno a la derecha macrista.