Concibo Plaza Constitución como epicentro nodal de América latina
por Mercedes Ezquiaga
Dueño de una imaginería potente y personal, abanderado del pop latino y portador de una impronta inconfundible, el fotógrafo Marcos López se prepara para dar dos clases maestras, mañana y pasado en la Alianza Francesa de Buenos Aires -con los 170 cupos agotados-, en las que repite «los estereotipos de un predicador religioso» y exhorta a sus alumnos a «buscar su propia identidad».
Por estos días, el fotógrafo nacido en Santa Fe en 1958 se encuentra subido a un raid de actividades que incluye la exposición «Lugares comunes» en la Alianza, la muestra «Color local» en la PS Gallery, otra clase maestra el 2 de julio en el Centro Cultural Recoleta, la preparación del libro titulado «Ay patria mía» y la realización de una película enteramente rodada en su Iphone 6.
En pocos días se agotaron los 170 lugares para tomar clases con este reconocido artista y quedaron 100 personas en lista de espera, tal vez deseosos de ver en acción y escuchar este hombre a la búsqueda permanente de la «identidad», catalogado por Sara Facio como uno de los fotógrafos más originales de las últimas décadas, alumno de Gabriel García Márquez en Cuba, y quien llegó a conjugar en la estética de sus imágenes la muerte del Che Guevara con «La lección de anatomía» de Rembrandt.
En sus respuestas, Marcos López tiene algo de vanguardista: está adelantado a todos, y lo primero que provoca tanto en sus fotos como en sus palabras es la risa, la mueca del humor, aquella oportuna que abre paso a la reflexión, sobre temas poco visibilizados por otros artistas contemporáneos.
«Mi obra tiene un halo de humor que es serio. Si ves la serie pop latino, ante una imagen supuestamente caricaturesca hay un subtexto de tragedia. Y en las clases desmitifico el rol de maestro exagerando, como un predicador religioso, es como un grupo de autoayuda psicológica», dice López siempre en la delgada línea entre el humor y la provocación.
– ¿Cómo transmitís a tus alumnos esa búsqueda de la identidad propia de la que tanto hablás, sin que terminen adoptando la tuya?
– Repito los estereotipos de predicador religioso que dice ‘sé tu mismo, búscate a ti mismo’. Finalmente, el estereotipo, el lugar común (como el nombre de la muestra en la Alianza), la frase hecha, dicha por mí, subido a un banquito, arriba de una palangana, en un equilibrio inestable, demostrando la inestabilidad de mi discurso, diciendo «búscate a ti mismo»… hace que la gente ría… y se dé cuenta de que es verdad. Y les digo: ‘trabajemos sobre el error, sobre la improvisación, no busquen el éxito, no importa el éxito, no importa ser artista. Importa encontrarse, hermanar nuestros corazones. Démonos las mano y cantemos villancicos’. Y nos ponemos a cantar. Entonces, vos pagaste para hacer un curso de fotografía y estás cantando con el maestro. Eso provoca un corrimiento de expectativas de estructuras. Al principio te desorienta y después digo ‘volvamos a la niñez, a ordenar, a ordenar, cada cosa en su lugar’, como en el jardín de infantes. Y la gente llega a la casa y trata de reordenar. Y el maestro y los alumnos se sienten acompañados en la búsqueda, no hay otro modo. Estamos inventando nuevas formas de psicología urbana, como un grupo de autoayuda, que empezó como un chiste y terminó siendo verdad.
– La identidad cultural es una de tus principales temáticas. En tus fotografías visibilizaste una cultura de los inmigrantes bolivianos y paraguayos, fusionada con lo local, poco visible en otros artistas y disciplinas…
– Yo concibo Plaza Constitución como epicentro nodal de América latina, como si fuera Machu Picchu. Ese cruce que es la redefinición de la identidad argentina, es un hervidero de nuevas identidades, entre las peluquerías dominicanas, las bailantas y el chipá paraguayo, los muchachos africanos que venden anteojos, los trabajadores que vuelven al conurbano, la estética Pro de las ciclovías. Esa no identidad, o esa identidad dinámica es en lo que estoy trabajando ahora. Estoy centrado en la canción de Luca Prodan, un italiano que cantaba en ingles en los años 80, justo después de Malvinas y le tiraban con todo. Posiblemente la radiografía más poética de la identidad argentina es la canción esa de ‘lavate el pelo con Wellapon’ (NdR: «Heroína»). Es el disparador de un trabajo que se va a llamar «Ser nacional».
– De una impronta visual muy cargada…
– Sí, es como una radiografía del mundo actual, el original y la copia, todo trucho, los Ray Ban truchos, el perfume Chanel falso. ¿Y cuál es el ser nacional? Es la nieta del hombre del supermercado chino que se va a casar con el nieto del africano que vende anteojos en Once. A partir de todo esto estoy preparando un libro que se va a llamar «Ay patria mía», inspirado en los libros de calcar Simulcop y en la última frase que dijo Belgrano antes de morir: la patria como un suspiro a pesar de uno.
– Alguna vez, hablando sobre la estética de tu serie Pop latino -puestas en escena teatralizadas con la influencia del cine-, dijiste que en los años 90 la patria era un shopping center de cartón pintado.
– Bueno, la patria es un concepto más abstracto que el olor a choripán. Es un shopping center de cartón pintado, que tambalea acechado por los vientos patagónicos y con catorce homeless en la metrocleta. Ahora, me quiero escapar de la ironía del pop latino, de esa mirada, pero siento que ese humor es el único modo de transitar, de aguantar la salvaje vida en la ciudad. Finalmente, el humor y la ironía sirven como un refugio infantil, un refugio al infierno, para poder transitar la crueldad cotidiana.
– ¿Cómo es el proyecto de la película filmada con el celular?
– Estoy haciendo una película que se llamará «Exceso», 90 minutos de tomas arbitrarias filmadas con el teléfono. Estoy mostrando las redes sociales como producto artístico en si mismo. Yo pongo un video de un minuto en Instagram y tiene un nudo dramático, un peso emocional, un relato. Con todos esos pedacitos supuestamente incoherentes de narrativas inconexas estoy tratando de armar una estructura. Hay una vocación de definir la idea de identidad cultural y reescribir quién soy como artista, como argentino, como persona, parado en esta pirámide inestable de la seducción ciberespacial.
La exposición «Color local» se podrá visitar hasta el 22 de julio en PS Gallery, Juan Domingo Perón 690 (CABA), de lunes a viernes de 11 a 17. Mientras que la retrospectiva «Lugares comunes» permanecerá en la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946, CABA) hasta el 23 de junio, de lunes a viernes de 9 a 20 y los sábados de 9 a 13. Por último, el fotógrafo santafesino participará del ciclo Clases Maestras en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), el próximo 2 de julio, gratis.