Gentrificación en Buenos Aires. Diálogo con Silvio Schachter
Silvio Schachter es arquitecto, pero también un pensador. Tiene la capacidad de ver qué hay detrás de lo que pasa. En esta entrevista, que planteamos a partir del concepto de gentrificación, encontramos que la trama urbana no es local, ni casual, ni necesaria. Detrás de una inocencia aparente hay factores económicos, políticos y sociales de escala global que condicionan la configuración de la sociedad.
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¿Podrías explicarnos el concepto de gentrificación y darnos algunos ejemplos de este fenómeno?
SILVIO SCHACHTER: El concepto de gentrificación surge en Inglaterra en la década del sesenta. Los que se refieren al tema dicen que lo usó por primera vez una socióloga inglesa, por lo cual es un concepto anglosajón que, como ocurre muchas veces, fue adoptado en otras regiones, como Latinoamérica.
El concepto es un barbarismo, es una deformación del concepto gentry, que en los siglos XVIII y XIX en Inglaterra se utilizaba para definir las clases bajas aristocráticas que no vivían en palacios o castillos, pero que iban ocupando distintos lugares de la ciudad.
Hay múltiples lecturas sobre el tema de la gentrificación y muchos usos del término, pero básicamente la definición que se acepta como punto de partida indica el desalojo de sectores pobres de áreas de interés, por su localización, valor del suelo, etc., y también la revalorización de la zona en función de los intereses del capital inmobiliario. En general, quienes producen esos cambios no lo asumen como tal, no hablan de gentrificación, porque eso significaría asumir la expulsión de los pobres. Y se habla de “renovación urbana”, de “puesta en valor”, de “jerarquización y reciclaje de edificios históricos”, etc. Esto se debe a que el término gentrificación posee una carga negativa.
¿Qué relación existe entre la gentrificación y el valor de la tierra?
La tierra urbana es un bien escaso (cada vez más escaso) y no reproducible. El lote no tiene valor en sí mismo, porque no hay trabajo, es un bien natural. Lo que sí tiene trabajo es lo que lo rodea, es decir, si el gobierno pone subte, recicla un edificio cultural a una cuadra, alrededor se construyen casas muy bonitas y hay equipamiento escolar. Estas cosas aumentan el precio del lote y dan una renta potencial relativa muy atractiva. El capital quiere acceder a eso para generar plusvalía a través de la construcción en el lote. Esto genera gentrificación.
Dentro de este contexto, podemos entender que la gentrificación se da de muchas maneras. Puede ser violenta, como es el caso de Cacciatore en Buenos Aires con respecto a las autopistas o como se produjo en Brasil con el Mundial y las Olimpíadas. Por ejemplo: necesito agrandar el estacionamiento del Maracaná y en 48 horas vuelo la favela Mangueira Metro, la transformo en un estacionamiento, y llevo a la gente a vivir en Campo Grande a 60 km de la ciudad. Esta es una manera brutal de gentrificación que se sigue dando, pero hay otros fenómenos más sutiles.
¿Podrías darnos algún ejemplo de gentrificación sin violencia?
A veces tienen que ver con grandes proyectos urbanos, como por ejemplo Puerto Madero (aunque este caso es especial porque no significó el desplazamiento de gente). Puerto Madero es la apropiación de tierra pública más brutal que hubo en la Argentina y América latina: ciento treinta hectáreas que eran de la ciudad de Buenos Aires pasaron a manos privadas, sin que nadie hiciera grandes reclamos. Este caso puede ser entendido como una gentrificación lateral, porque la existencia de Puerto Madero generó impacto rápido en San Telmo y La Boca. Ese efecto se siente. Es un megaproyecto que pilotea el Estado para favorecer el negocio privado. Esta es la tendencia hegemónica.
A veces los fenómenos de gentrificación son iniciativas privadas, a veces son combinadas entre el Estado y lo privado, pero todas tienden a valorizar el suelo y la tierra sobre las cuales se realizan. Un ejemplo que no se ve tan claro es el barrio de Palermo. Palermo era Palermo viejo, compuesto por gente de barrio, clase media baja, etc. Luego, con cuatro o cinco movimientos (como fueron los estudios de filmación, algunos boliches de comida, y el cierre de las bodegas que estaban sobre Juan B. Justo), modificaron su estructura. Ahora Palermo viejo es Palermo Soho, Palermo Hollywood, Palermo Nuevo… Palermo es el barrio más grande de la ciudad de Buenos Aires y todo lo que está cerca se quiere llamar Palermo, porque es una marca que cotiza bien la tierra. Aquí hubo un proceso de gentrificación más lento, menos evidente, porque no se echó a la gente de Palermo.
Otro ejemplo es el barrio de San Telmo, donde el Estado recicló tres o cuatro edificios importantes (puso el museo de arte moderno), e intervino en edificios antiguos de la Ciudad (como el de la fábrica Canale). Eso cambió la composición social de un barrio cuyo origen fue de clase colonial, luego la clase pudiente se trasladó al norte y el barrio se fue degradando. Esta es otra de las características de la gentrificación: barrios que, por falta de mantenimiento, por pocos recursos o porque el Estado no está presente, empiezan a degradarse, un sector obrero o de clase media-baja empieza a desplazarse porque ya no quiere vivir allí, y empiezan a aparecer sectores vinculados a la indigencia, la ocupación de casas, etc. Entonces todo se viene abajo, nadie interviene y llega un momento en que la erradicación está justificada y cuenta con el consenso de la opinión pública.
El Estado fue renunciando al poder de policía y le dijo a los ciudadanos “resuélvanse el problema de seguridad ustedes” Dos generaciones perdieron la calle. No hay bicicletas en la calle, no hay chicos solos en la calle, no hay vida en la calle. La calle es para transitar
¿Existe algún otro tipo de gentrificación?
Otro de los elementos que hay que considerar en la gentrificación es el turismo. Hay una disputa entre las ciudades para ver qué lugar ocupan en la red turística internacional, cada una vende algo: Río te vende la ciudad maravillosa, Buenos Aires se vende como una ciudad de la cultura, Barcelona es Gaudí, Valparaíso y Santiago son Neruda. A veces la acción de concentrar tres o cuatro edificios culturales en un lugar genera el fenómeno de la gentrificación, porque se empieza a valorizar el entorno, cambia la composición y, paulatinamente, la gente de bajos recursos no puede sostener el ritmo de vida que le impone ese lugar. Porque, entre otras cosas, suben los alquileres y con ellos los productos que se venden en los comercios.
Hay diferentes teorías que explican esto. Una de ellas es la teoría de las ventanas rotas: si vos tenés un hábitat degradado hay posibilidad de que sea propicia la violencia delictiva. Entonces, una manera de justificar el accionar sobre ello es ponerla en valor, ponerla linda, limpiar las calles y hacer la “limpieza social”, es decir, sacar lo que molesta, lo que ensucia.
Hoy, en Buenos Aires, hay un plan y es “el plan de distritos” que es muy nefasto: lo que hace es congelar las funciones en vez de entremezclarlas, que es lo que le da vida al tejido urbano. Por ejemplo: En un distrito institucional como es Parque Patricios, donde pongo la sede de la Municipalidad, cuando no funciona la Municipalidad ese barrio está muerto. Lo mismo en el barrio de los boliches, si los boliches funcionan de noche, de día no pasa nada. En Once vos vas de 8 h de la mañana a 4 h de la tarde y no podés caminar, pero después de las 5 h de la tarde están todas las persianas cerradas, no se puede vivir ahí…
¿El barrio del Abasto puede considerarse una zona gentrificada?
El caso del Abasto es un buen ejemplo para ver cómo una acción puntual genera un proceso de valorización inmediato. Cuando funcionaba el Mercado del Abasto esa no era una zona muy agradable para vivir, pero era una zona proletaria, donde vivía la gente que trabajaba en el mercado, y que se fue degradando. Generaba caos de tránsito, mugre, ratas, etc., entonces se decidió trasladarlo al Mercado Central; y quedó un período en el que no se usó y se decidió venderlo a
IRSA para que (en ese momento con Soros) hicieran un mega shopping, con la picardía de que compraron todo lo que estaba alrededor. Por eso se hicieron las dos torres de viviendas, el Carrefour, el Hotel Holliday Inn y varios locales; además de que se transformó en una especie de distrito del tango… No hubo un gran derrame, pero toda la zona cambió sustancialmente.
¿Cuál es el motivo de fondo por el que se produce este fenómeno?
Todos estos procesos no podrían existir si no estuviera la renta privada sobre el suelo. Todo el problema de la gentrificación se basa en la tensión especulativa. De no ser así la puesta en valor se haría de otra manera, no expulsando gente. Si el suelo fuera un bien social, sería diferente.
Siempre existió la propiedad privada, no es que ahora apareció el problema. El tema es que, en determinado momento, el Estado jugaba un rol de equilibrador de valores, incluso solía expropiar la propiedad privada… pero desde el sesenta para acá el Estado ha sido privatizador. En vez de ayudar a controlar estos fenómenos, al privatizar, ha aumentado la presión que realiza la reventa potencial del suelo urbano con todos los fenómenos expulsivos que trae.
Como decía antes, se ha dejado de lado el valor social del suelo. Hubo un momento en que, si bien existía la propiedad privada, el Estado promovía conjuntos habitacionales en tierra pública. Con ello permitía que sectores de bajos recursos, pobres y trabajadores pudieran vivir en la Ciudad.
Eso se terminó. La inversión es insignificante (representa menos del 1% del presupuesto de la Ciudad lo que se invierte en viviendas sociales).
Esto explica otro tipo de fenómenos, por ejemplo, el fenómeno político: mucha gente se sorprendió cuando Macri triunfó en las elecciones, pero no se dio cuenta de que se había producido un cambio en la composición social de la Ciudad. Y el comportamiento político es un reflejo de ello.
¿Qué cambio se produjo en la Ciudad?
El grueso de los trabajadores que antes vivían en la Ciudad (y no solo en zona Sur) fueron desplazados a otros municipios y fueron reemplazados por una clase media y media alta que tiene otra manera de percibir la sociedad, la realidad y la política, y se comporta políticamente de otra manera. Entre otras cosas, porque abandonó el uso de lo público: Abandonó el club de barrio, abandonó la escuela pública, abandonó la salud pública; porque tiene su pregapa, porque manda a los chicos a la escuela privada, porque va al country o al Megatlón a hacer deporte… Entonces tiene la sensación de que el Estado no le provee nada. Si a eso sumamos que el Estado fue renunciando al poder de policía y le dijo a los ciudadanos: “resuélvanse el problema de seguridad ustedes”, y entonces la gente pone la garita, la reja, la alarma, la cámara, etc., y piensa que la única manera de garantizar es con sus propios recursos o comprando la seguridad a cambio de libertad. ¿Esa gente qué lectura puede tener acerca del Estado y de la política?
Entonces aparece Macri… En la última elección el 90% de los votos lo obtuvieron candidatos de derecha. Nadie trabaja estos temas porque son problemas a largo plazo y aquí nadie piensa a largo plazo porque las elecciones son cada cuatro años.
¿Esto significa que las reformas urbanas perjudican a los sectores más vulnerables?
Es algo contradictorio: las reformas urbanas no son de carácter negativo. No está mal mejorar la calidad de vida del barrio arreglando una plaza, poniendo un centro cultural o mejorando el transporte. Esto se vuelve negativo cuando el destinatario es una sola clase social y se transforma en un elemento especulativo. Por ejemplo: Macri agarró la antigua Usina de Segba y la transformó en la
Usina del Arte, vos no podés decir que está mal (hubiese sido peor que la demoliera).
¿Pero cuál es el objetivo? Valorizar todo lo que lo rodea, ¿y quién se va a llevar el dinero de eso? No es el conjunto de la sociedad.
Por todo esto, uno puede decir que la Ciudad de Buenos Aires (CABA) ha sido gentrificada. La conformación social de la CABA cambió. Es un tema complejo, porque la ciudad es un sistema. Como Wallerstein habla del sistema mundo, nosotros tenemos que hablar del sistema ciudad. No se puede mirar la ciudad desde un solo lugar: hay que pensar en lo económico, en lo social, en lo físico, en lo espacial, en el medioambiente, en la movilidad (que no es solamente el transporte). La movilidad tiene un costo social y laboral no reconocido: al trabajador, le pagan las horas de trabajo, no las cinco horas que se pasa viajando para ir a trabajar. Con la concentración de los parques industriales se rompió eso de que el trabajador iba a trabajar en bicicleta.
¿Qué es lo que busca la gente cuando gentrifica?
Además del negocio, está el tema de la seguridad, del equipamiento, del transporte.
Hay veces que se resuelve bien y otras mal. La seguridad, por ejemplo, se resuelve con la privatización del poder de policía. Eso genera una sociedad que se autoencierra. La gente pone vallas, pone cámaras y la calle se pierde. Dos generaciones perdieron la calle. No hay bicicletas en la calle, no hay chicos solos en la calle, no hay vida en la calle. La calle es sólo para transitar y determinados territorios (justamente los que no están gentrificados) son peligrosos. Y a la gente que vive en esos territorios se la considera peligrosa. Lo que está fuera de los muros del country representa una amenaza; por eso, me tengo que proteger. La vida en esos lugares se homogeneiza porque no hay contacto con el diferente, no hay vida social comunitaria. Porque generan sus propias escuelas, sus propios centros de salud, su propia diversión.
¿Qué implicancias sociales tiene la gentrificación?
La gentrificación viene acompañada de fenómenos de segregación y fragmentación, y produce enormes fracturas en las formas de pensar al otro y de pensarse a sí mismo. El chico que no vivió la posibilidad de ejercer su propia experiencia de vida solo (sin el control del celular, de la alarma, de vigilancia en la puerta, etc.), ¿qué tipo de formación social va a tener?, ¿cómo va a ver su propia vida en relación a sus pares?, ¿cómo mira la sociedad, lo bueno y lo malo?
Uno va teniendo la sensación de vivir en una sociedad hostil. La vida en la metrópolis es hostil: la gente está de mal humor, es agresiva, desconfía del otro, se insulta. Entonces, además de las formas de amenaza tradicionales (como la violencia criminal o estatal), se ha perdido el lazo que nos vinculaba porque no están los espacios para generar esa sociabilidad.
El chico antes salía a la calle y se juntaba con el de la otra cuadra, no importaba qué profesión tenía el padre (si era comerciante, verdulero o el portero del edificio), hacía otras actividades. Eso se fracturó territorialmente: los chicos de la villa van a escuelas para chicos de la villa, porque el que no vive en la villa no quiere que sus hijos vayan a la escuela con los chicos de la villa. El territorio se ha transformado en un lugar de estigmatización, más que la clase. Porque el tipo que estigmatiza labura igual que el villero, tal vez en la construcción. Pero el vivir en la villa hace que ya no importe quién sos, si vivís en la villa tenés una carga negativa muy importante.
La sociedad no piensa estos temas todavía, y no me refiero a un pequeño grupo, me refiero a los grandes movimientos políticos y sociales de la izquierda. Tienen, en todo caso, un reflejo de resistencia. Pero no lo piensan en profundidad, eluden estos temas, como eluden el tema de la violencia delictiva, violencia interpersonal, etc. Y también pensar al sujeto no como categoría abstracta… Si vos querés hacer cambios sociales tenés que tener sujetos voluntariamente dispuestos a hacer esos cambios. No lo harán por ser trabajadores o pertenecer a cierta clase, eso está recontra estudiado.
Nota Publicada en la Revista Andén Nº#85. Reportaje completo: http://andendigital.com.ar/
Hola, soy Jorge desde Perú. Me parece un tema muy interesante no muy abordado en la coyuntura urbana de mi país; de hecho el gobierno y la sociedad apuntan a atraer más capitales y fomentar el emprendedurismo lo que no parece negativo ya que regenera los espacios más degradados y pone en valor aquellos con mala imagen. Sin embargo implícitamente y bastante a la ligera, grupos humanos están siendo desplazados hacia las periferias donde el valor del suelo es menor, pongo el ejemplo de los nuevos centros comerciales en el Callao. Me gustaría conocer cuales son las políticas alternativas que pueden confrontar este fenómeno.