El mural de Berni en Balvanera
Un mural pintado por Antonio Berni, que convive desde 1935 con otra pintura sobre pared del mismo artista en el hall de un edificio del barrio de Balvanera, busca ser rescatado a través de una ley como parte del patrimonio cultural de la Ciudad ante la posibilidad de que la obra sufra un daño permanente.
La iniciativa fue presentada ante la Legislatura porteña por el Ejecutivo de la Ciudad para que el fresco «Alegoría de la ciudad moderna 1», situado sobre uno de los laterales del hall del inmueble de Urquiza 41, sea declarado mediante una ley como Bien Integrante del Patrimonio Cultural, en la Categoría «Colecciones y Objetos».
En rigor, en ese espacio por donde transitan los habitantes del edificio a diario, también se ubica la obra que lleva el mismo nombre, pero diferente número: «Alegorías de la ciudad moderna 2», que conforma la obra que Berni pintó en 1935.
La diferencia entre ambos frescos, que miden tres metros de ancho por otros tres de largo cada uno y que están enfrentados, radica en que el que lleva el número 2 está protegido por una ley de la Ciudad del 2009 -junto con otras obras del mismo autor y de Juan Carlos Castagnino-, y el restante quedó fuera de la normativa sancionada por la Legislatura.
La arquitecta María Arias, de la dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad, explicó que «impulsamos la declaración porque entendemos que si bien son dos piezas, ambas conforman una integralidad como obra artística y deben estar protegidas para llevar adelante una conservación y mantenimiento».
El mural incluido en la ley de 2009 muestra el cuerpo desnudo de un hombre rodeado por un paisaje con abundancia de tonos verdes, y que detrás asoman edificios citadinos en un gris apagado, mientras que en el «olvidado» aparece la figura de una mujer vestida también en un ambiente de naturaleza y un paisaje urbano en su fondo.
Ambos murales conformaron en su origen «un conjunto de especial valor e interés, localizados en un edificio donde vivió Antonio Bemi o tuvo su atelier según las diferentes versiones de los actuales propietarios», indicaron desde la dirección general de Patrimonio y desde la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural en el texto remitido a los diputados.
Los dos organismos impulsaron el proyecto de protección al detectar «el mal estado de conservación en que se encuentra el mural cuya protección se propicia, destacando las fisuras, manchas de humedad e intervenciones inadecuadas».
Es más, en el informe enviado a la Legislatura se recuerda que en 1976 las dos obras fueron tapadas con yeso durante unas tareas de reformas en el edificio y vueltos a descubrir en 2001, año en el cual algunos vecinos comenzaron a interiorizarse de la historia de ese tesoro artístico escondido en un hall del edificio en que habitaban.
Así, descubrieron que los murales hechos por Berni a los 30 años fueron a pedido de la familia Duhau que dio instrucciones al arquitecto León Dourge para que levantara el edificio de Urquiza 41.
El arquitecto francés tenía como preocupación que cada una de sus construcciones -en su mayoría destinadas a viviendas multifamiliares- tuviera estándares de diseño y calidad de materiales, por ello, incluyó los murales de Berni en el hall de ingreso.
Si bien Berni fue uno de los artistas más importantes de América latina, en 1935 recién se había instalado en Buenos Aires, tras un paso por su Rosario natal y anteriormente por Europa, donde hizo de la pintura una forma de reflexionar sobre la realidad y de transformar el mundo marginal de los trabajadores.
Según precisó Arias, ambas obras registran algunos niveles de daños, pero que «con una buena restauración se podrán poner en valor», y puntualizó que algunas de las opciones para avanzar en la protección, una vez aprobada la ley en la Legislatura porteña, podrían ser mediante el régimen de mecenazgo o de subsidios del Fondo Metropolitano para las Ciencias, las Artes y la Cultura.
Leonardo Dattoli, presidente de la asociación de vecinos y comerciantes Balvanera al Sudoeste, ratificó la necesidad de que el mural sea protegido como parte de una serie de acciones que apunten a revitalizar el barrio donde también están situados otros lugares con alto valor histórico.
Según precisa Dattoli, a pocos metros del edificio de los murales de Berni está la vivienda colectiva de «Los Pavos Reales», diseñada en 1915 por el arquitecto Virgilio Colombo, también la panadería «Flores Porteñas», la más antigua de la Ciudad, y la edificación donde existió la confitería «La Perla» -que no es la que fue cuna de voces del rock nacional- sino donde se desarrollaban tertulias con Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges.
«Hay muchas zonas de la Ciudad que tienen circuitos turísticos y yo le apuesto todo a que Balvanera pueda ser una de ellas para mostrar todos esos lugares y los murales de Berni también», consideró.