Apuntes sobre el #8M

El #8M la Ciudad vibró al paso de las mujeres, travestis, lesbianas y trans. La columna fue compacta y continua desde Plaza de Mayo al Congreso (once cuadras). Y el movimiento duró más de cuatro horas. La columna se alimentaba desde el origen y las laterales de avenida de Mayo, fluía internamente y desbordaba en las inmediaciones del Congreso. Fue una de las marchas más multitudinarias, desde que las mujeres tomamos la iniciativa de salir a la calle para reclamar por nuestros derechos. Este es el segundo año que el Día de la Mujer Trabajadora se celebra a nivel internacional con una Huelga de Mujeres, bajo la consigna: “Si nosotras paramos, se detiene el mundo”. Este es el segundo año que las calles le ganaron a los shoppings: las mujeres no queremos bombones, ni flores, ni perfumes. No queremos un día frívolo, comercial ni de celebración.

¡Queremos una vida!

Queremos tener derecho sobre nuestros cuerpos.

Queremos tener  garantizada nuestra integridad todos los días del año.

Tomamos la calle para decir basta de femicidios, de travesticidios, de lesbofobia, de xenofobia; basta de trata; basta de violencia sexual; basta de abuso; basta de patriarcado; basta de racismo.

Aborto legal, seguro y gratuito para todas.

¡Ya!

 

El #8M tuvo en nuestro país una inmensa motivación: el martes 6 de marzo, ingresó por séptima vez en el Congreso de la Nación el proyecto de Ley para despenalizar el aborto. Aunque en seis oportunidades la iniciativa fue ‘cajoneada’, este año -por la efervescencia política- se espera su tratamiento. Quien  anticipó a la movida -tratando de aliviar el malestar de su gestión- fue el presidente Mauricio Macri, cuando en la apertura de sesiones del 1º de marzo dijo que: “el aborto es un debate pendiente que nos debemos como sociedad”, tras lo cual se manifestó a favor de la vida, es decir, en contra del aborto. Desde la organización Campaña por el Derecho al  Aborto Legal, Seguro y Gratuito calificaron este anuncio como oportunista, dados los recortes habidos en los programas de protección a la mujer y en la reticencia del Estado a la hora de poner en práctica el plan de Educación Sexual Integral en las escuelas.

Ante el debate, los sectores más refractarios de la sociedad, en torno de la Iglesia católica, salieron a oponerse. Organizaron campañas anti-abortivas en la Plaza del Congreso, repartiendo volantes y fetos de plástico para «sensibilizar» a la población.

Lo cierto es que la población ya está sensibilizada. Y estos sectores no defienden la vida de las mujeres humildes que mueren por centenares debido a prácticas abortivas. Porque, hablemos claro: las mujeres ricas abortan como cualquiera -sólo que no mueren porque pagan operaciones seguras- y no dejarán de abortar porque les entreguen volantes y fetos de plástico. Además, lo que estos sectores religiosos no advierten (o quiero pensar que no advierten) es que están defendiendo el inescrupuloso negocio en negro y millonario escondido detrás de la ilegalidad del aborto.

El #8M, mujeres, travestis, lesbianas y trans de todas las edades, tomamos la avenida de Mayo en una columna-caravana que se inició a las cuatro de la tarde y finalizó pasadas las nueve de la noche. Éramos una serpiente de feminidades. Un abanico de colores. Una diversidad de edades. Una sincronía de bailes y cantos. Llevamos pañuelos verdes, porque estamos convencidas, hoy más que nunca, de que el aborto debe ser legal, libre y gratuito y practicarse en todos los hospitales públicos del país; para que todas, cualquiera sea su condición social o identidad sexual, ejerzamos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos; para que dejen de morir mujeres por abortos clandestinos mal realizados; para acabar con este aberrante negocio -uno de los más rentables después de la trata y el narcotráfico-; para que de una vez por todas, logremos la igualdad de derechos que tanto nos debemos las mujeres y, desde allí, podamos lanzarnos a mayores conquistas.

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Datos importantes 

En nuestro país se practican unos 500.000 mil abortos clandestinos por año. Las complicaciones de estas praxis, realizadas muchas veces sin las adecuadas medidas de seguridad ni higiene, son la principal causa de mortalidad materna. La cifra anual del negocio supera los 8.500 millones de pesos. La legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, significará el fin de la práctica clandestina y el negocio a costa nuestros cuerpos. La Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito evitará la muerte de 500 de mujeres por año y obligará al Estado a poner en marcha el programa de Educación Integral Sexual en las escuelas de todo el país, para que los y las adolescentes tengan herramientas para prevenir los embarazos no deseados.

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