Abolicionismo a la Argentina
Una alianza transfeminista radical y sudaka
Por Mariela Acevedo*
El 17, 18 y 19 de mayo se realizó en Buenos Aires el I Congreso Abolicionista Internacional (CAI) que reunió a feministas locales y extranjeras en el Centro Cultural San Martín (CABA). Una agenda intensa en emociones y apretada en el cronograma citó a un vasto y heterogéneo sector del feminismo a discutir estrategias para construir “un abolicionismo real”.
Para quienes no encuentren familiar el término, el sector “aboli” dentro del feminismo discute con el sector que reivindica la prostitución como un trabajo que debe ser regulado. Ambos espacios se enfrentan en cuestiones centrales que involucran conceptos como cuerpo, elección, deseo, trabajo, o libertad. El trazo grueso indica que quienes se identifican como abolis -hayan pasado o no por la prostitución- la consideran como una forma de violencia patriarcal que refuerza el sistema de géneros donde uno domina a otro (ya podemos imaginar cuál a cuál) y se autoperciben como víctimas o sobrevivientes de un sistema excluyente que condiciona elecciones y explota cuerpo y subjetividades hasta reducir a quienes son prostituidas a una mercancía más. Desde esta perspectiva, “puta” es la etiqueta que usa el patriarcado para separar a un conjunto de personas a las que excluye y estigmatiza, aunque no hay nada esencial en esa selección, cualquiera o todas tenemos cara de puta. El reclamo al Estado es por políticas públicas de inclusión educativa y reinserción laboral y la transformación en la relación desigual de los géneros. Quienes entienden la prostitución como trabajo sexual perciben que esa caracterización no se ajusta a la experiencia de quienes ejercen como TS (trabajadorxs sexuales) y reclaman una regulación que –entienden- permitiría realizar la actividad en mejores condiciones y extender los derechos laborales a sectores de la población altamente estigmatizados, precarizados, hostigados y perseguidos. Desde esta perspectiva, “puta” es una identidad orgullosa en la que la pacatería ve un insulto. Reclaman entonces que el Estado legisle sobre la prostitución y le dé un marco regulatorio que tienda a desestigmatizar la actividad.
Durante las jornadas de mayo no se discutieron los temas que parten las aguas en el feminismo sino que se propusieron espacios donde escuchar a las víctimas-sobrevivientes y donde conocer las experiencias de otras partes del mundo: el caso de Alemania, donde la regulación realizó importantes transformaciones en las vidas de quienes conviven con las prácticas de sexo comercial reguladas como servicio, estuvo a cargo de la psicoterapeuta experta en traumas Ingeborg Kraus; y el caso de España, donde -al igual que en Argentina- la prostitución autónoma no es ilegal sino que se pena la explotación de la prostitución ajena (proxenetismo) se conoció a partir de la experiencia de la sobreviviente Amelia Tiganus.
También se compartieron las experiencias de Brasil y México pero en todos los casos, aunque con enfoques, debates y escenarios comunes se distanciaron del abolicionismo argentino por las alianzas que este supo forjar.
“Las travestis y trans –corrigió amorosamente la poeta Caro Ibarra en la mesa de presentación de La Roy. Revolución de una trava[1]– no nos ‘sumamos’ a la lucha abolicionista, somos parte de ella, de su historia”. La aclaración no se escuchó una sola vez. Esta amalgama fue una sorpresa para muchas invitadas a las que puso a prueba en sus prejuicios. Entre las locales no pareció llamar la atención –aunque hubo ausencias notables- que la organización estuviera a cargo de la RATT (Red Alto al Tráfico y la Trata, cuya referente es Viviana Caminos), Trece Rosas (Agrupación feminista del partido socialista Razón y revolución cuya referente es Rosana López Rodríguez) y Furia Trava (Medio informativo que toma su nombre del grito de guerra de la traviarca Lohana Berkins y cuya referente es Florencia Guimaraes García). De hecho, los nombres que más circularon durante los tres días fueron los de Lohana Berkins y Diana Sacayán, cuyo travesticidio se está juzgando por estas fechas. Las aboli travas no nacen de un repollo, llegan al feminismo hace más de veinte años de la mano de activistas y lecturas del feminismo radical al que desencializan y exasperan en una fórmula explosiva: un transfeminismo radical y sudaka, antipunitivista, antirrepresivo y transgeneracional que desborda las etiquetas de lo “blanco, burgués y académico” que erróneamente suelen adjudicarle.
Abolicionismo para docentes.
Uno de los espacios más interesantes del CAI fue el propuesto el sábado a la mañana. Medio centenar de docentes se reunieron para pensar qué pasa en las escuelas con las pibas que son captadas en los barrios y que tras un par de días son retornadas a sus hogares. La operatoria es compleja y sistemática. Las fronteras entre elección, coacción, sexo y violencia se confunden en los propios relatos: hay “gira”, fiesta, consumo de sustancias, y regalos; pero también vergüenza, miedo y sanción. Entre el encierro familiar y la promesa de una libertad signada por el consumo y los mandatos de belleza, las adolescentes necesitan ponerle palabras a experiencias difíciles de escuchar. “La construcción de una puta empieza de muy chica” afirmó Amelia Tiganus, cuya experiencia de fuga como mujer migrante de Rumania se espejó en la experiencia de Flor Guimaraes, en fuga de un género al que fue asignada al nacer. El eco de sus relatos tomó forma en las palabras angustiadas de docentes que ven a diario repetirse la historia en sus alumnas. El taller para docentes también dio lugar a la participación de estudiantes, por lo que la pregunta sobre cómo la Educación Sexual Integral (ESI) puede servir para actuar en la prevención de las violencias y en el empoderamiento de las/os más jóvenes, se transformó en cómo quebrar las acciones individuales en el aula para convertirse en una propuesta colectiva y plural de cuidados afectivos. Existen antecedentes cercanos como las redes de docentes, familiares y organizaciones que articulan en distintos territorios –en Bajo Flores y Lugano tienen un trabajo autogestivo sostenido- y promueven estrategias de actuación frente a las desapariciones intermitentes y a las violencias continuas que las escuelas captan como cajas de resonancia.[2]
La ley de cupo laboral trans “Diana Sacayán” y el reclamo por la derogación de los códigos contravencionales que sancionan en todo el país la oferta de prostitución, encarnan demandas de raíz abolicionista: apuntan a generar mecanismos de inclusión y a descriminalizar a sectores vulnerables. No se reconoce debidamente este aporte que trabaja para un horizonte más justo. Esta arista de cabildeo estuvo contemplada para el cierre del CAI que reservaba un espacio para discutir con diputadas de la Nación y la Ciudad de todos los partidos los proyectos de regulación de la prostitución: no fue ni una. Los problemas de agenda de la lista de diputadas, leída prolijamente por una de las organizadoras, mostró que a veces no hay grieta: Hoy no es cool ser aboli y las legisladoras lo saben. Sin embargo, escribo esto sabiendo que a fin de mes se realiza la tercera marcha contra los travesticidios y que tampoco todo el feminismo güay sale a la calle por ellas. Hoy, que la amenaza de convertir todo en usable y descartable es más real que nunca, que el mercado vuelve para supervisar nuestros sueños y medir nuestras capacidades… la abolición del sistema prostituyente sigue siendo la utopía que anima a un feminismo que apuesta a forjar alianzas hermostras. Somos abolihermanas, andamos abolisueltas, nos reconocemos en las calles, en las aulas y en los barrios y venimos a dar la discusión: porque al abolicloset no volvemos nunca más.
*Mariela Acevedo es comunicadora feminista y docente. Editora de Revista Clítoris e investigadora en el campo de la comunicación, los géneros y las sexualidades.
[1] El libro es una compilación de voces disidentes y abolicionistas que llevó adelante Florencia Guimaraes García (2017) editado por Puntos Suspensivos Ediciones y fue reseñado por este periódico en noviembre del año pasado.
[2] Se encuentra para libre descarga en la web el cuadernillo Los cuerpos de las mujeres en la mira de los poderes territoriales, que compila las primeras reflexiones surgidas de la Jornada organizada por la Comisión Investigadora de la Violencia en los Territorios y la Red de docentes, familias y organizaciones del Bajo Flores.
Ilustración de portada: RO Ferrer/URANI