Plurinacional
El grito que resonó en el último ENM
Por Mariela Acevedo*
Pasó el 33 Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) que del 13 al 15 de octubre reunió a 50 mil mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias en la ciudad de Trelew, provincia de Chubut. Fue el más austral de los ENM desde que éste inició su recorrido allá por 1986 cuando el movimiento de mujeres daba sus primeros pasos y se proponía un encuentro anual en el que las mujeres pudieran encontrarse a charlar y pensar estrategias para transformar su realidad. “Algo cambia en cada mujer después de un Encuentro” se suele decir y no es para menos. Encontrarse implica escuchar que lo que le pasa a una no es algo exclusivo ni individual, sino colectivo, nos encontramos a escucharnos para pensarnos juntas y en manada.
La demanda de plurinacionalidad
Desde que se eligió la sede del Encuentro al cierre de las jornadas de Chaco el año pasado, comenzó a tomar fuerza el pedido de que los Encuentros se nombren como plurinacionales para visibilizar las demandas de las hermanas de los pueblos originarios. En Trelew, esta exigencia se la percibió en todos los espacios: talleres, plazas y marchas se hicieron eco de las voces de las mujeres de las naciones indígenas que pueblan el territorio en el que se asienta el Estado argentino. El núcleo de esta demanda se concentró en el taller 42: Mujeres y autodeterminación de los Pueblos en el que se puso por escrito lo que la Comisión Organizadora había denegado: que el Encuentro Nacional de Mujeres se reconozca como Plurinacional. Las discusiones sobre el racismo colonial que impregna prácticas cotidianas fue parte del debate que salió de los talleres para convertirse en cuestionamiento e interpelación. En la Plaza del Centenario dominada por el monumento al fundador de la ciudad Lewis Jones se leía al pie “Libertad al Lonko Facundo” haciendo presente el conflicto soterrado que nos atraviesa. Pero también se escuchó allí en la plaza el cuestionamiento al grito sororo, ese que hacemos a modo de celebración final llevando una mano a la boca para moderar el ulular de ese sonido que nos hermana. En la plaza oí atenta a la compañera que señalaba que ese código que creemos tan nuestro fue creado por la industria hollywoodense para representar a las comunidades nativas del Norte. Sería -dijo- un gesto racista y un rasgo de colonización cultural. Al cierre de su exposición quedamos en silencio. Imagino que muchas de las que ahí estábamos pensamos en lo difícil que será ceder espacio, cambiar prácticas, renunciar a privilegios. Entre nosotras también hay tensiones y desigualdades que salen a la luz y tenemos que poder discutir.
Una agenda inclusiva
En la Plaza del Centenario -corazón del Encuentro de este año- se hicieron oír también las demandas vinculadas al colectivo travesti, trans y de personas no binarias quienes por primera vez estuvieron en la agenda oficial del ENM con la marcha contra las violencias que sufren por su identidad o expresión de género. El recuerdo de Diana Sacayán, militante asesinada hace tres años y cuya causa se pudo juzgar como un travesticidio recorrió la marcha encabezada por su imagen y por el reclamo del cupo laboral trans efectivo. En Argentina los datos arrojados por el registro de activistas travestis/trans dan cuenta que este año son más de sesenta los casos de travesticidios y transfemicidios.1 Señalan también que una de cada tres travestis/trans muere por causas evitables.
El domingo al mediodía hubo varios escenarios para recorrer: en la Laguna se desarrollaba un pañuelazo organizado por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que también constituyó una de las demandas centrales debido al protagonismo parlamentario que nos tuvo la primera parte del año siguiendo en las calles los debates por la despenalización y legalización de la interrupción del embarazo. Las históricas Martha Rosemberg y Nina Brugo recibieron el afecto y admiración de las pibas que lucían piedritas y glitter verde en la cara. El pañuelo verde y el saludo “¡Se va a caer!” en cada reencuentro y despedida fueron las formas de reconocernos en cada esquina. También el mediodía del domingo se realizó la charla “Ni Yuta Ni Tuya. La resistencia de las sobrevivientes del sistema prostituyente” en la Universidad Nacional de la Patagonia a cargo de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (AMADH). Un aula colmada escuchó las trayectorias de las compañeras que se corrieron del lugar de víctimas para poder hacer algo con todo ese dolor y estigma con el que se las señaló para mantenerlas sumisas.
Incidentes: robos y hostigamiento a las encuentreras
Varios episodios tendieron a empañar lo que fue una fiesta. El sábado a la noche llegamos en tandas a la escuela 174 en el barrio Amaya donde estábamos alojadas tres delegaciones de Buenos Aires y CABA que viajamos con PSol y otras organizaciones. Volvimos temprano tras la alerta de que habrían intentado entrar a robar. Cuando llegamos nos encontramos con dos patrulleros y la noticia de que habían apedreado la escuela y robado unas treinta mochilas. Enseguida entendimos que la escuela y la zona habían sido liberadas para el saqueo. La tensión continuó hasta la madrugada cuando al parecer hubo otro intento de entrar a la escuela. Partimos temprano sin tener respuesta y con la sensación de despojo y desamparo.
También había corrido la noticia por redes sociales de que habían robado materiales de difusión de las compañeras de Comando ESI a la que les sustrajeron un bolso con folletería, pines, remeras y otros materiales del gazebo en la Plaza del Centenario. La violencia contra las encuentreras se materializó también al final de la marcha cuando un grupo de varones organizados atacó y golpeó a compañeras. Como sucedió en Resistencia al final del Encuentro del año pasado, se trató de grupos de varones autoconvocados a través de redes sociales con el fin explícito de darle rienda suelta a su misoginia. No fueron la gran mayoría de las y los trelewenses, quienes por el contrario saludaron la marcha, se animaron a sumarse a talleres y a recibir con los brazos abiertos a grupos de mujeres, lesbianas, travestis y trans que viajaron muchas horas y que se organizan todo el año para llegar a cualquier punto del país a poner en agenda nuestros derechos. Al final de la marcha, los disturbios terminaron con una decena de compañeras detenidas que recobraron la libertad a las horas pero que fueron golpeadas y maltratadas por las fuerzas policiales. Será importante discutir protocolos de seguridad tanto para el cuidado durante el transcurso del Encuentro como para la marcha final que este año recorrió los barrios de Trelew y terminó en la Laguna Chiquichano, sin peña, suspendida tras los incidentes. Las redes sociales se poblaron de fake news, la más resonante incluía la vida de un perrito. Vale la aclaración: no se lastimaron perritos ni se comieron bebés durante los tres días del Encuentro.
El año que viene nos espera La Plata, en la provincia de Buenos Aires y a pocos días de las elecciones presidenciales. La agenda feminista exigirá, como lo hizo hasta ahora, que se escuchen las demandas de un espacio diverso, plurinacional y conformado por varias generaciones militantes de mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias. Ahí estaremos para cantar bien fuerte ¡Se va a caer, se va caer! Lo estamos tirando abajo.
————————————————–
*Mariela Acevedo es comunicadora feminista y docente. Editora de Revista Clítoris e investigadora en el campo de la comunicación, los géneros y las sexualidades.
Fotografía de portada: Juli Ortíz