Seguridad en la CABA / El huevo de la serpiente
por Gabriel Luna
Tercera entrega
Las notas emitidas por el Ministerio de Justicia y Seguridad de la CABA, dirigido por el vice jefe Santilli (explicito para que no queden dudas sobre el origen de la campaña), siguen llegando panegíricas y radiantes de seguridad. Pero muestran en conjunto a una delincuencia improvisada, precoz, precaria, más impulsada por urgencias que por organización criminal. Muestran pobreza, menores de edad sin contención ni horizonte, tal vez manipulados para robar por la misma policía, como en el caso de Luciano Arruga. Y muestran la pobreza en el consumo de los sectores populares, en los locales de Liniers y en los puestos callejeros y locales de Retiro, y muestran el allanamiento policial porque el comercio de pobres, para bajar los precios, trasgrede impuestos, derechos de autor, de marcas, y a veces hasta comete la imprudencia de no pagar las coimas policiales.
La Policía de la Ciudad atrapó a dos menores de edad que habían robado un auto. En Villa del Parque fue detenida una banda de jóvenes delincuentes, cuatro de ellos son menores. Tras intensa persecución capturaron a un peligroso delincuente menor de edad en la Autopista 25 de Mayo. La Policía de la Ciudad detuvo a los «ladrones de la parrilla», un mayor y dos menores de edad que ingresaron en un restaurante para robar mercadería. Cae la «Saladita de Liniers». En el Paseo de Compras de Retiro la fuerza policial porteña incautó más de 26.000 productos apócrifos en indumentaria deportiva, zapatillas y discos compactos.
Se advierte en este paquete de notas y en los anteriores, que la pobreza campea. La pobreza es necesidad, desesperación, y provoca usualmente el delito menudo, urgente y precario. Y se sabe, por datos e índices fidedignos y de público conocimiento, que este Gobierno nacional y porteño de la alianza “Cambiemos” está aumentando la pobreza. [1] Y el aumento de la pobreza provoca un aumento del delito. Hay que considerar, además, que este Gobierno de “Cambiemos” ha menoscabado la Educación, recortando presupuestos. Y la falta de contención escolar también provoca un aumento de la delincuencia infanto-juvenil, es decir, un aumento del delito.
1ª Conclusión
La política económica del Gobierno aumenta la pobreza y el delito. Entonces el Gobierno en vez de cambiar de política decide aumentar la seguridad. Aumenta pertrechos, cámaras, tecnologías, y por supuesto la población policial. Todo esto -que obviamente no produce bienes exportables- genera un enorme gasto público que contradice la política económica de reducir el déficit fiscal. El gasto del Gobierno en Seguridad en CABA se estima en 46.500 millones de pesos para 2019 (16.000 pesos por habitante). Y produce más pobreza. Más delincuencia, más policías, más gasto, más pobreza… Hasta la catástrofe.
“Sacamos cada vez más policías a la calle: de los 25.800 que hay en total, 19.000 están en la calle en distintos turnos. Y este año se suman 2.000 más”, discurso del jefe de Gobierno porteño Rodríguez Larreta en la Legislatura de la Ciudad el 1º de marzo de 2019.[2]
La población policial en CABA se duplicó de 2015 a 2019. La ONU recomienda tener un policía cada 333 habitantes y la CABA tiene uno cada 112. El triple de lo recomendado. Y el doble que en Ciudad de México, Londres o Nueva York.[3]
¿Cómo se justifica este crecimiento? Se crea una sensación de inseguridad, por ejemplo, a través de las cientos de notas emitidas por la oficina de prensa del Ministerio de Justicia y Seguridad de la CABA, que son maquilladas y reproducidas por los grandes medios de comunicación y ahora también por los medios vecinales. Y se aumenta objetivamente el delito a través del aumento de la pobreza. Pero esto no alcanza para justificar semejante crecimiento, porque no se combate contra cédulas terroristas ni contra el crimen organizado, sino que se trata de delitos menores, precarios, previsibles en cada zona, fácilmente controlables con los números recomendados por la ONU. Entonces se crean o refuerzan enemigos que justifiquen el crecimiento de la policía y la vigilancia, como el narcotráfico (enemigo ya instalado en la región por EE UU), y como los extranjeros latinoamericanos y periféricos, que surgen como chivos expiatorios de muchos de nuestros males.
Fue detenida en Pompeya una ladrona de celulares de nacionalidad peruana. La Policía de la Ciudad capturó a un dealer peruano en San Cristóbal. «Hombres araña» colombianos fueron detenidos en Saavedra por el delito de «robo agravado por escalamiento». La Policía de la Ciudad detuvo a dos asaltantes de nacionalidad peruana y colombiana quienes circulaban en un auto robado. Un boliviano y un paraguayo fueron sorprendidos en un vehículo con más de un kilo de cocaína. Expulsaron del país a tres delincuentes extranjeros y ya suman diez los deportados en lo que va del año.
La xenofobia inoculada puede servir para proyectar malestares, descargar las broncas que sentimos por otras causas, y para encubrir otra clase de delitos que nos afectan muy profundamente. También hay notas “de color”, creativas, simpáticas, solidarias o curiosas, que apuntan a la evasión, a la empatía con la policía y que siguen con el panegírico.
Cayó el «Viudo Negro de las redes sociales». La Policía de la Ciudad recuperó dinero robado a un abuelo, destinado para la cirugía de su nieta. Cayó el «samaritano» de las abuelas, que se ofrecía a ayudarles con la compra y luego las robaba. La Policía de la Ciudad asistió un parto en la vía pública. Una mujer fue a comprar ropa y el empleado del comercio abusó de ella y la violó. La Policía de la Ciudad capturó a tres ladrones de bicicletas. Detuvieron a un delincuente tras asaltar con una trincheta en un centro budista.
Pero todo esto no alcanza para justificar el enorme crecimiento de la policía y la vigilancia. Hay en estos paquetes de notas un efecto de distracción y de ocultamiento. Intentan hacer creer a la población que la mayoría de los delitos son cometidos por pobres, extranjeros o inadaptados. Sin embargo, existen otros delitos más profundos y terribles que también nos conciernen, delitos graves que se llaman crímenes, por ejemplo: los crímenes de gatillo fácil, elogiados por el propio Gobierno, que aumenta la población policial y además le da impunidad; el crimen económico-financiero que genera la pobreza, provocado por la toma descontrolada de deuda, la timba financiera, la entrega de patrimonio, la fuga de capitales, la transferencia de dinero de los sectores pobres a los más ricos; el crimen social (la falta de educación, de asistencia médica, de alimentación, de vivienda); y el crimen organizado (de la trata, la prostitución, la droga y la extorsión) como el ejercido por la mafia, sostenido en este país por la mismas fuerzas de seguridad. De ninguno de estos delitos graves se habla en los cientos de envíos de la secretaría de prensa del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño.
2ª Conclusión
Tanto el llamado crimen organizado, como el crimen social y el crimen económico-financiero (que también son organizados) necesitan un orden para poder funcionar. El aumento de la vigilancia y de la policía (que supone un gran gasto) se justifica precisamente para sostener ese orden. Preservar las instituciones corruptas y controlar las calles. El objetivo de este crecimiento desmesurado de cámaras, pertrechos, tecnologías y policías, es el control y disciplinamiento de la población, asegurar el orden social, para la concreción del propio crimen.
Hoy, al cierre de esta edición de Periódico VAS Nº 124, el 11/06/2019, sale una nota en infobae: se inaugura otro Centro de Monitoreo en Chacarita. Es cuatro veces más grande que el Centro de Monitoreo 9 de Julio, inaugurado el mes pasado. Tiene más de 400 operadores que se turnan en 92 pantallas curvas para observar 7.300 cámaras; tiene un videowall de 15 metros de ancho por tres de alto compuesto por 48 pantallas de 55 pulgadas, cada una puede funcionar como pieza central de un comando. Y tiene enlaces para instalar miles de cámaras más en subtes y colectivos. «¡Es el Centro de Monitoreo más grande y moderno de Latinoamérica!», dice exultante el vicejefe de Gobierno Santilli.
Qué más decir…
Queda a cargo de la lectora o lector del VAS sacar la última conclusión.
Recibiremos las conclusiones por teléfono o por el mail info@periodicovas y haremos un concurso.
Pista para una conclusión: ¿Por qué aparece exultante Santilli?
Pista para otra conclusión: ¿Cuál es la sugerencia del título “El huevo de la serpiente”?
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[1] Recesión + Inflación un interanual del 55,8 % desde abril de 2018 a abril 2019. Según el INDEC.
Hubo una pérdida de 268.000 puestos de trabajo en el último año, desde marzo de 2018 a marzo 2019, según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) difundida por el Ministerio de Producción y Trabajo.
Hubo un incremento interanual de la pobreza infantil de 11,2 %; según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina, U.C.A., que además advierte en el último período evaluado, 2017-2018, un incremento del 35% en el riesgo alimentario de la infancia.
[2] Nota de Periódico VAS, El Estado soy yo, https://www.periodicovas.com/el-estado-soy-yo/
[3] Hay un policía cada 238 habitantes en Ciudad de México; cada 237 en Nueva York y cada 245 en Londres. Datos, diario Capital, México y La Nación, Argentina.
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Seguridad en la CABA / El huevo de la serpiente II