Cartografías Inquietantes

«Es increíble y por qué no inquietante, cuando la cartografía representa con tanta exactitud la realidad. Ya en los noventa, el ingeniero urbanista español, Fernández Durán, [1] representaba el espacio territorial, en especial el urbano metropolitano, como el espacio de la crisis global. La distribución socio-espacial de la población y su ejercicio electoral, son una clara consecuencia de la división socio-territorial clasista, aunque se exprese con matices. La ciudad de Buenos Aires, con sus proyectos de torres amuralladas y densificación son una clara muestra», expresa la arquitecta urbanista Daniela Szajnberg.

Nacida y criada en el barrio Caballito, Szajnberg, militante territorial, notó esa infranqueable condición en el corazón de la ciudadanía de clase media y media alta en el oeste y norte de la ciudad. «Ahí donde el amarillo sigue hegemónico en el mapa, fue casi imposible, convencer desde mi rol político técnico a los funcionarios y compañeres de militancia, que es necesario implementar políticas urbanas y urbanísticas en general y en particular, para propender a un tejido socio-espacial más mixturado», dice haciendo referencia a la configuración del mapa electoral de la Ciudad de Buenos Aires tras elecciones del domingo 11 de agosto.
En el mismo se evidencia que la primacía del color amarillo se asienta en en la zona norte de la Ciudad. Recordemos que ese color identifica a la alianza gobernante integrada por el mentor de Mauricio Macri y actual jefe de Gobierno porteño,  Horacio Rodríguez Larreta junto a la sibilina diputada Elisa Carrió, al ecléctico Martín Lousteau y al incierto socialista Roy Cortina.

Dos comunas se tiñeron de celeste en las Paso del 11 de agosto, se trata de las que se ubican en la zona sur de la Ciudad. Una de ellas, la Comuna 4 conformada por los barrios de La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya y la Comuna 8 que nuclea los barrios Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano.

Desde 2015 la Comuna 4 se convirtió en el bastión Larretista. Apenas asumió mudó la sede del Gobierno Porteño al edificio, diseñado por el oneroso arquitecto inglés Norman Foster y erigido por la opaca empresa CLIBA, frente al emblemático Parque Patricios. En principio, el destino de esa construcción era convertirse en la casa central del Banco de la Ciudad de Buenos Aires, pero los apremios de la campaña electoral y la necesidad de mostrar a Mauricio Macri como un hacedor del modernismo porteño, dieron lugar su cambio de destino. Lo cierto es que el magnífico edificio que desencaja abismalmente con el paisaje del barrio, dejó de aproximarse a la impronta que su gestor intentó imprimir en él. No es es un espacio peatonal y transitable, sino un lugar sitiado. Su belleza estructural únicamente puede contemplarse recortada por la empalizada de gruesas rejas que lo recubren y siempre que el fuerte dispositivo de seguridad instalado en las inmediaciones lo permita. 

Desde 2016 la Comuna 8 experimentó también una transformación estrepitosa, que nada o poco tuvo que ver con una mejor calidad de vida de los vecinos y vecinas, sino con la celebración de los Juegos Olímpicos de la Juventud. De repente, en las inmediaciones del Parque de la Ciudad, pulmón verde de los barrios Villa Soldati y Villa Lugano, se erigió la Villa Olímpica. 1440 nuevos y modernos apartamentos distribuidos en 32 edificios de seis pisos, que albergaron a las 7500 personas que participaron del evento. Luego de la parafernalia olímpica, estas unidades habitacionales, que cuentan con los servicios exclusivos y comodidades de las que carece la mayoría de las personas que habitan la periferia,  fueron adjudicadas a rentistas inmobiliarios.

En el resto de las comunas porteñas prevaleció una relativa adoración al pavimento sobre el buen vivir, pero no tanto. La brecha se acortó,  hasta bordear el empate en la Comuna 9 donde confluyen los barrios de Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda, allí el oficialismo porteño obtuvo tan solo 283 votos de ventaja sobre el Frente de Todos. También se registraron exiguas diferencias en la Comuna 3 que comprende a los barrios de  de Balvanera y San Cristóbal.  En la Comuna 7  que ocupa el barrio de Flores y Parque Chacabuco, y en la Comuna 15  que abarca los barrios de Chacarita, Villa Crespo, La Paternal, Villa Ortúzar, Agronomía y Parque Chas. Se podría interpretar entonces que las denominadas barriadas populares resisten el entramado inmobiliario que trata de imponer la gestión de Larreta. La muestra más palpable se evidenció en la Comuna 1, que en su extensión atraviesa la mayor disparidad de barrios de la Ciudad: Puerto Madero, Retiro, Villa 31, Constitución, San Nicolás, San Telmo y Monserrat. Precisamente en la Villa 31 el oficialismo fue literalmente pulverizado: apenas alcanzó un 16%.  También San Telmo y Constitución se tiñeron de celeste. Monserrat rozó el empate  y en el resto de esa Comuna la diferencia de votos obtenidos por el larretismo fue significativamente menor que en las elecciones de 2011 y 2015. No sólo contribuyó a la merma de votos las políticas de exclusión social impulsadas por el Gobierno nacional y local. Aportó a este resultado, también, el deplorable papel desempeñado por Roberto Salcedo representante del larretismo al frente de la Comuna 1, su gestión está teñida por denuncias de acoso sexual, malversación de fondos y una absoluta incapacidad para ejercer su cargo. De hecho, se presenta acompañado en forma permanente y continua por su fiel asesora legal, hasta para ejercer su derecho al voto.[2]

———————————–

[1]. Ingeniero y urbanista español, conocido por ser un activista y autor en temas de ecologismo social. Estuvo más de 30 años vinculado al activismo social, y es un referente del movimiento antiglobalización. Fue miembro fundador de Ecologistas en Acción.
[2] Una defensa que ofende a las mujeres

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *