¿Quién mató a mi hermano?
Desde el cartel rojo asoma un gran signo de pregunta ¿Quién mató a mi hermano?, dice dentro de él. Pero a la vez está tachado un ¿Dónde está mi hermano? Esa gráfica es el símbolo perfecto de un proceso de años, que ahora termina con la película que ronda la historia de Luciano Arruga y la lucha del grupo de Familiares y Amigos, en el cine, abierta al público mayor de 13 años. La película va por su segunda semana en cartel. En esta crónica colectiva, compartimos lo que se vivió en la función estreno del 26 de septiembre en el cine Gaumont.
por La Retaguardia*
Si bien la peli ya tuvo un paso arrollador por varios festivales, el estreno es algo así como el momento cumbre. La función comienza a las 20. Hay invitaciones especiales, pero también venta en boleterías. Más de una hora antes, el cartel esperado de No hay más localidades aparece en la ventanilla. Mientras Lucas Scavino, uno de sus directores, parece un espectador más por su tranquilidad, Ana Fraile, la otra directora, no puede disimular sus nervios. Estas dos personas tan diferentes entre sí se complementaron perfectamente para la realización de la película. Mientras Fraile estuvo más en la calle, en contacto con la familia y el resto del equipo (que incluye a integrantes de La Retaguardia), Scavino fue esencial en la tarea de estudio, montaje y postproducción. Del otro lado de un mostrador, en el medio del hall de la planta baja, asoma una cabellera blanca. Es Daniel Botti, uno de los productores junto a Pulpo Films. Está entregando las entradas para las personas invitadas. No hay allí un empleado, alguien contratado para la ocasión. El que tacha los nombres de la lista mientras entrega los boletos, es la misma persona que puso su convicción en que la película debía trascender el circuito de cines INCAA y ganar pantalla en salas de cadenas comerciales.
Ante ese mostrador, el desfile es el de un verdadero seleccionado de la lucha por los derechos humanos en el país. Pasan sobrevivientes del genocidio (Espacio Militante Cachito Fukman, Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, querellantes del juicio por la represión a la Contraofensiva de Montoneros). Integrantes de Hijos que se vinieron desde La Plata. La fiscal en causas de Lesa Humanidad Mercedes Soiza Reilly. El diputado provincial Miguel Funes, siempre con su perfil bajo como norma para acompañar a las familias en estas causas. Referentes de la CORREPI, integrantes de La Poderosa y muchas otras que no alcanzamos a ver en el tumulto.
Un grupo numeroso de integrantes de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil, espacio de lucha colectiva donde también participan Mónica, Vanesa y amigxs de Luciano, tienen cita en la puerta del cine y se reúnen desde temprano, anticipándose a ver la historia, que conocen, pero no deja de movilizarlas. Ocuparán más tarde, al entrar a la sala, una fila completa de butacas. Y harán notar su presencia comprometida iniciando aplausos en momentos claves del film, ante palabras de Mónica o de Vanesa, en testimonios y escenas del juicio. Emilia Vasallo, mamá de Paly Alcorta, se va a sentar al lado de un compañero, a quien le transmite a lo largo de la función breves referencias de contexto para entender el caso en su integralidad. Delia Fucci, mamá de Cromañón, espera desde temprano en la puerta, con un amigo que la acompaña.
Afuera, una larga cola dobla por Rivadavia hacia la izquierda, con toda lógica. Manija, es la palabra que se repite en las últimas semanas entre quienes andamos cerca de la peli. Sin distinción de edades, jóvenes y no tan jóvenes, estamos manija.
La difusión por las redes, por los circuitos de contactos, dio cuenta de ese entusiasmo, de esas ganas de compartir la película, de que muchas más personas conozcan ese relato distinto, como un pedacito de una lucha enorme y que no termina.
La previa y la entrada, dieron cuenta de esa ansiedad inquieta. La sala también, primero con la presentación de parte de Lucas y Ana y de las palabras siempre acertadas de Vanesa, remarcando la importancia de una lucha construida y sostenida colectivamente frente a la falsa imagen de heroínas solitarias.
Las emociones siguieron al iniciarse la proyección, con los gritos y aplausos -poco acordes a las normas de conducta cinéfila pero muy adecuados para la ocasión-, reflejadas en las miradas, en los silencios, los movimientos…. o la inmovilidad pétrea frente a ciertas escenas que no por sabidas o supuestas dejan de impactar.
No menos emotiva fue la salida, demorada por la larga fila de quienes esperaban un abrazo con Vanesa, o alguien del equipo. Y después de la experiencia adentro, el hall y la vereda quedaron varios minutos repletos de quienes nos resistíamos a la idea de tener que irnos, necesitando esos abrazos, esas miradas, ese calorcito del encuentro pese a la tristeza, esas ganas de saber que tenemos con quien seguir luchando.
*María Eugenia Otero, Daniela Cormick, Fernando Tebele y Rosaura Barletta