Cuando la vida de los wichís sea noticia
por Pedro Patzer
La mayoría de los argentinos sólo conoce la existencia del pueblo wichí, por la muerte por desnutrición de sus niños. Traídos de París por la cigüeña, creídos hijos de los barcos, europeos viviendo una experiencia latinoamericana, jugando a ser vaqueros a la caza de Sioux, el mapa cultural del mundo se le instaló con esa mirada: Civilización y barbarie. Que lo único que hizo fue hacer crecer la ignorancia. Hacer invisibles a los «bárbaros». El insulto preferido de la clase media argentina, «negro», es el producto de una pedagogía construida por los hijos culturales de los intelectuales que se emocionan cuando recuerdan su primera vez en París , pero se mueren sin conocer Chaco (la región) no sólo físicamente, sino también su cultura, su identidad y sus problemáticas.
«Un monte devastado lleno de botellas y bidones de plástico, poblado de pañales descartables, con la gente que durante milenios conoció la nutrición del monte, ahora consumiendo refinados es la solución? ¿Es el paliativo? ¿Gente de buena voluntad que se traslada por unas semanas a las zonas indígenas a brindar ayuda y a vivir la experiencia y deja una huella poblada de ausencia? En tanto, los argentinos urbanos nos compadecemos, nos conmovemos y seguimos sin conocer nada más que los superficiales informes de desnutricion y muerte”. Este pensamiento es de la antropóloga y artista indigenista Silvia Barrios, que consagró su vida a recuperar las manifestaciones culturales de los wichís. Su reflexión nos invita a sacarle la careta a la agenda de noticias y de la cultura de una sociedad que actúa como si fuera una delegación de los cascos azules y se acerca a la problemática indígena, sólo cuando se desata la tragedia. Mas no trabaja para incorporarlos a la mirada cultural cotidiana de la nación. De modo que los wichís son datos eclécticos, postales exóticas, sermones de guías de museos describiendo una momia.
La cultura argentina debe dejar de mirar a nuestros pueblos originarios como el paleontólogo escruta los fósiles de dinosaurios, y promover acciones para integrarlos. Porque los canales de noticias nos informan cómo mueren los wichís, pero nunca retratan cómo viven. Pareciera que nuestra sociedad en una hipocresía sin límites solo se acerca a estos indígenas ante la muerte. Se relacionan con ellos cuando mueren.
Silvia Barrios manifiesta que se debe promover una integración que comprenda la complejidad de su cultura. Y es cierto, no podemos seguir con las aspirinas culturales. No es la (única) solución llevarle bolsones de arroz y fideos y medicinas, la auténtica solución es dejar de hacer de su monte un desierto, y de su río un cementerio de agua. En sus árboles y en su monte estaban sus alimentos y sus medicinas, sus plantas sanadoras, en su río latía la fuente de su existencia. En la tv y en los diversos portales denuncian que mueren los wichís, mas no dicen que somos los fanáticos del dios consumo, y de la cultura unilateral, sus verdugos.
Un río no es sólo es lo que wikipedia dice que es un río. Un río es un Dios para el wichí, un dador del sustento y de la medicina natural. Si por los agrotóxicos se envenena el río, matamos a Achaj, entre los wichís, el Padre de los Peces. Un Dios, que ha alimentado por siglos a esa comunidad.
Cada vez que derribamos un árbol, matamos, también un Dios, pero también un proveedor de alimentos y de remedios, con los que por siglos los wichís, se alimentaron y se curaron. Potsejalai. Deidad wichi que propicia el desarrollo de los frutos silvestres. Tapiatsol, en su mitología, es el que enseñó a plantar semillas de melón, sandía, porotos y otras especies cultivables que recuperó después del diluvio. Estos dioses, esta cultura, esta pedagogía en forma de dioses, muere cada vez que el desmonte avanza.
Silvia Barrios, agrega: «El único camino es que esta ola verde, la conciencia ambiental que crece en el corazón de los nuevos guerreros que se saben hijos de la Tierra, difunda, exija y presione a los que toman las decisiones para ejecutar medidas estructurales desde un verdadero conocimiento y con la participación de los pueblos indígenas, ejerciendo además el control sobre las millonarias sumas (y sus responsables) que se asignan al tema y que no se sabe a dónde van».
Cuando transcurran semanas y la noticia de la muerte de los niños wichís pase de moda, la gente de bien deberá trabajar para denunciar que su monte, su río y sus dioses se ven acechados por los depredadores que tiene cómplices que creen que cambiando de canal, los problemas se terminan y los wichís vuelven a ser invisibles.
«Ser Wichí» (Padula Perkins-Figueras), ritmo de chamamé en honor a ese pueblo originario del norte argentino. https://youtu.be/7TzxhQnWeis?si=ch2jug5K9x1HO1HO