María Luisa Bemberg, la feminista del cine
Bisagra feminista del cine argentino María Luisa Bemberg, una mujer que revolucionó la manera de hacer cine en la Argentina a partir de una obra dedicada a la emancipación de la mujer, dejando una huella imborrable en la cultura argentina y abriendo paso a nuevas generaciones.
La exitosa “Camila” (1984) -que compitió por los Oscar-, “Señora de nadie” (1982) y “Yo, la peor de todas” (1990), son algunas de las películas que Bemberg realizó a lo largo de su vida y en las que volcó una mirada adelantada a su época, con protagonistas mujeres que cuestionaban los mandatos sociales impuestos en su tiempo.
“María Luisa fue una gran directora de cine que, a lo largo de solo 12 años y en un ámbito en donde la mujer no había logrado un espacio, filmó seis películas. Todas ellas con personajes femeninos que resolvían elegir su destino”, manifestó Lita Stantic, junto a quien la realizadora fundó en 1981 su propia productora.
Bemberg nació en la ciudad de Buenos Aires el 14 de abril de 1922, en el seno de una familia tradicional relacionada a la industria, el comercio y también a las artes; según cuenta la historia, su familia era propietaria de la cervecería Quilmes, fundada en 1888 por el patriarca Otto Bemberg, de origen alemán.
A pesar de eso, no recibió una educación formal, algo que tal vez alentó el despertar de una curiosidad intelectual que la llevó a iniciarse en varias facetas: la de directora, guionista, empresaria teatral y activista femenina, a ser una de las fundadoras de la Unión Feminista Argentina (UFA) e impulsora de la asociación La Mujer y la Cosa.
A los 22 años se casó con el arquitecto Carlos Miguens y tuvo cuatro hijos; sin embargo, el amor por ellos no alcanzó para su realización personal: «Hay que haber tenido cuatro hijos para saber que no bastan», afirmó en una oportunidad.
Impulsada por el amor que le tenía desde pequeña al teatro, fundó en 1959 junto a Catalina Wolff la sala porteña del Globo, una experiencia que luego le serviría en su incansable carrera como cineasta y que significó su primer paso como productora teatral.
Entre fines del 60 y principios del 70 escribió la obra teatral “La margarita es una flor”, sobre la que se basó para hacer su primer guión cinematográfico, “Crónica de una señora”, que en 1971 dirigió Raúl de la Torre y al que le siguió en 1975 “Triángulo de cuatro”, que llevó a la pantalla grande Fernando Ayala.
El vínculo entre Bemberg y el feminismo se remonta a aquellos años: en 1970 fundó junto a Gabriela Christeller (condesa italiana radicada en Argentina) la UFA y un par de años más tarde, insatisfecha por el sesgo que los directores imprimían sobre sus guiones, decidió filmar los cortos “El mundo de la mujer” (1972) y “Juguetes” (1978) por su cuenta.
Su afán por vivir el oficio desde adentro la llevó a tomar clases con Beatriz Matar en la Argentina y con Lee Strasberg en Nueva York, donde notó que no se hablaba de política y que las jóvenes no se sentían aludidas por textos machistas que utilizaban como material de trabajo: “No me parece una actitud recomendable, porque la juventud no debe ser indiferente”, observó durante una entrevista en febrero de 1981 al diario La Capital.
Ese mismo año, y con 58 años, fundó su propia productora cinematográfica junto a Stantic y estrenó su ópera prima, “Momentos”, en la que retrató el adulterio de una mujer desde ojos femeninos y por la que fue perseguida durante la última dictadura cívico-militar argentina.
La guionista y directora Paula Hernández, quien también fue parte de la productora, la recordó como «una directora que abrió un camino al cine de las mujeres. Fue observadora y crítica de su propia clase, buscando relatos en donde sus protagonistas femeninas rompían el molde o tomaban lugares que históricamente les pertenecían a los hombres, o representaba la belleza y el foco de las miradas en un personaje que socialmente suele ser rechazado».
Por su parte, la documentalista Lucía Vassallo, manifestó: «Fue una pionera. Una mujer valiente, audaz, que se animó a hablar de temas que no se hablaban. La relación entre el cine y el feminismo en su filmografía es perpetua».
La mirada políticamente transgresora de Bemberg, quien fuera una de las promotoras en 1988 de la asociación La Mujer y el Cine, inauguró un nuevo modo de hacer cine: llevó a las protagonistas de sus trabajos a plantear las problemáticas de la mujer y a enfrentarse con las instituciones -el Estado, la familia y la iglesia-, siempre buscando la autonomía en sus personajes femeninos y un llamado a la reflexión.
La crítica a la sociedad patriarcal argentina apareció también en “Señora de nadie” (1982) y en “Camila” (1984), donde plasmó la memorable y trágica historia de amor entre Camila O’Gorman -una joven de familia aristocrática-, y el cura Ladislao Gutiérrez durante los tiempos de Rosas.
Protagonizada por Susú Pecoraro y el español Imanol Arias, la película tuvo gran repercusión en la Argentina y en el exterior, y estuvo nominada al Premio Oscar como Mejor Película Extranjera en 1985, siendo la única directora y uno de los siete filmes argentinos que compitieron en esa terna en la historia de dicho galardón.
Luego llevó al cine su mirada sobre la figura del terrateniente de los años 30 y 40 en “Miss Mary” (1986), con Julie Christie como protagonista, y más tarde, inspirada en un ensayo de Octavio Paz, dirigió “Yo, la peor de todas” (1990), en donde relató la historia de Sor Juana Inés de la Cruz, quien, según la propia cineasta, «fue la primera feminista del continente americano».
En su última película, “De eso no se habla” (1993), abandonó el relato literal y decidió contar una historia enmarcada en el universo de lo onírico, con las actuaciones del gran actor italiano Marcello Mastroianni y Alejandra Podestá, quien fue elegida por la directora siendo una niña.
El 7 de mayo de 1995 y con 73 años, Bemberg falleció de cáncer mientras terminaba el guión de “El impostor”, basado en un cuento de su parienta, la escritora Silvina Ocampo; el largometraje llegó a las salas dos años más tarde, en 1997, bajo la dirección de su colaborador Alejandro Maci.