
Cemento: una hoguera de culturas tras la larga noche de la dictadura
«Cemento» fue un sueño delirante en la apertura democrática, una herencia familiar, una grandiosa casa de artistas, un espacio intercultural y creativo, un semillero del rock y un estacionamiento; todos sinónimos de este icónico lugar inaugurado hace 35 años por Katja Alemann y Omar Chabán en el barrio de Constitución, que se convirtió en la piedra fundacional del under porteño de los 80.
Para Katja Aleman, fue una celebración de la democracia, dos años después de la dictadura, tras siete años de encierro y censura. Ella afirma que la juventud deseaba explorar y vivir la cultura de una manera diferente. Este anhelo se concretó en «Cemento», un garaje en Estados Unidos 1234-38, que la actriz describió como «un mamut de 14 por 95 metros». Su pareja de entonces, Omar Chabán, eligió el lugar y sugirió que usara parte del dinero heredado de su padre para crear Cemento, un «espacio intercultural» que combinaba artes escénicas de vanguardia, experimentación y un lugar de encuentro, ya que, en esa época, la música era tan fuerte que no se podía hablar.
Una obra plagada de inconvenientes y pérdidas económicas incalculables, dirigida por dos jóvenes inexpertos, se extendió casi dos años en un lugar alquilado. Incluyó el trabajo de un arquitecto y un ingeniero de sonido que dividieron el espacio en dos: atrás, mediante una caja, la pista de baile y un escenario; y adelante, una barra con mesas y sillas para conversar. Se trató de casi dos años de trabajo, que arrojaron enormes pérdidas económicas. Finalmente, el 28 de junio de 1985, con la soga al y el local a medio terminar, decidieron abrirlo con el eslogan ‘Cemento en Obra’. En la fiesta de inauguración, la gente fue muy disfrazada y muy lookeada. Al lugar, que tenía capacidad para 1800 personas, llegaron en oleadas por el boca a boca y, a lo largo de la noche, pasaron más de 5000 personas. Para el poeta y artista Fernando Noy, esa gran usina creativa bajo el lema «te recuerdo de Cemento» se convirtió en el sino de una nueva era. Un lugar necesario que llegó con la incipiente democracia.
Según el libro «Modo mata moda: arte, cuerpo y (micro) política en los 80» de Daniela Lucena y Gisela Laboreau, esa nueva escena contracultural tenía en común «el lugar central que ocupó el cuerpo: como soporte de lo artístico, como territorio de desobediencia sexual, como lienzo, como experimentación de nuevos planos sensoriales, como modo de expresión-acción, como superficie de placer, como vehículo de estar (con otros) en el mundo».
En este sentido, para Noy «Cemento fue un antes y un después, un semillero de nuevas musas no convencionales, como Batato Barea, El Grupo Negro, un laberinto de tendencias donde todas coexistían. Fue -lo calificó- un lugar irrepetible».
Dos semanas después de la apertura, Cemento celebró el Día de la Independencia de 1985 con Katja semidesnuda envuelta en tules celestes y blancos entrando en mateo: «Estaba lleno, todos miraban, no lo podían creer y así, en bolas, me iban llevando en andas hasta el escenario, que estaba como a 60 metros de la entrada, mientras sonaba el ‘Ave María'». Había antorchas que daban una luz especial y cuando empezó a sonar el himno, «sintió conciencia de una nueva patria», explica y define ese momento como de profundo recogimiento profundo. «Me decía: podemos inventar una nueva sociedad, podemos hacer un mundo nuevo».
Como todo ámbito cultural, Cemento no fue ajeno a los vaivenes y humores político-sociales por los que atravesó el país entre 1985 y 2004. De esta manera, este lugar que sus origen fue pensado como un centro cultural, armado para muestras de arte y de teatro underground, terminó siendo un ícono del rock argentino. Y así fue como la frase «te conozco de Cemento» mutó en «Te sigo desde Cemento» porque aquel espacio se catapultó como incubadora o parte indivisible en la historia de bandas como Sumo, Los Redondos, Los Violadores, Ataque 77, Divididos, Catupecu Machu hasta «La Mona» Giménez.
«Cuando tocamos con Violadores ya teníamos cuatro álbumes, una carrera e hicimos un disco en vivo ahí («En vivo y ruidoso II») pero demasiada gente se hizo en ese lugar, pasaron todos, era fantástico, gris, miserable, pero éramos jóvenes y no nos importaba», sostuvo Pil Trafa.
Katja recordó que cuando las bandas empezaban a tener demasiado público y se iban a tocar a otros lados «Omar armaba festivales con bandas intermedias: La gestión en ese momento fue su talento, pero en el 87 me separé de él y no fui más».
Cemento cerró sus puertas el 30 de diciembre de 2004, cuando 194 personas murieron en el incendio de República de Cromañón, durante el recital de Callejeros. Entre aquel día y noviembre de 2016, cuando la Ciudad de Buenos Aires colocó una placa en conmemoración de un «espacio fundamental de nuestra cultura», Chabán fue condenado a prisión, encarcelado y falleció por un cáncer terminal el 17 de noviembre de 2014.