El uso del lenguaje sexista en los medios
El lenguaje utilizado de forma sexista refleja, transmite y refuerza los estereotipos y los roles históricamente considerados adecuados en una sociedad. El sexismo aplicado en la publicidad, en la comunicación y en las redes sociales considera a la mujer un objeto sexual, promoviendo comportamientos verbalmente sexistas.
por Melina Schweizer
La lengua está viva es gracias a su uso que puede evolucionar. Las personas podemos crear, interpretar y evaluar el mundo que nos rodea a través de la lengua. La lengua difunde, construye y transmite los valores sociales, formando ideologías, las cuales nos producen filtros que usamos al momento de interpretar la realidad, sus causas y sus efectos transitando del mundo sensible al inteligible, desarrollando así un sistema de transmisión de conocimiento, que en su interacción con otros, se nutre, nos cambia y se transforma.
Muchos lingüistas establecen que el lenguaje no es sexista, ya que dispone de masculino, femenino y neutro, de genéricos, entre otros, pero somos las personas quienes le damos un uso sexista.
¿El uso del lenguaje puede ser sexista? ¿Son los medios de comunicación difusores del uso de la lengua de manera sexista? La discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad existe, y es algo que no podemos negar.
La violencia hacia las mujeres es uno de los problemas sociales más alarmantes. Según la organización feminista Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá), en los primeros seis meses del año, se registraron 143 femicidios, es decir una mujer es asesinada cada 29 horas en nuestro país. Lo que demuestra que la violencia hacia las mujeres no se detiene por una pandemia.
Las mujeres padecemos diversos tipos de violencias discriminativas, dentro de las cuales podemos mencionar el acoso sexual que rara vez es atendido por las autoridades cuando se denuncia. La brecha salarial es real aunque “muchos” la consideren inexistente basándose en que la mujer trabaja menos horas y por ello cobra menos, o por la famosa sexualización de los modelos productivos. La legislación actual establece la igualdad de derecho entre hombres y mujeres, pero existen diferencias no previstas que terminan creando una desventaja.
En el ensayo “El lenguaje sexista”, María Antonieta Tejeda Anaya, profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México, escribe: “Una de las manifestaciones más notables de esta desigualdad es la ocultación de la mujer en el lenguaje y es, precisamente, el lenguaje el elemento que más influye en la formación del pensamiento de una sociedad. Por tanto, mientras nuestra habla cotidiana siga haciendo invisibles a las mujeres, no conseguiremos conformar una sociedad igualitaria”.
El lenguaje utilizado de forma sexista refleja, transmite y refuerza los estereotipos y los roles históricamente considerados adecuados para mujeres y hombres en una sociedad. El sexismo aplicado en la publicidad, en la comunicación y en las redes sociales considera a la mujer un objeto sexual, promoviendo comportamientos verbalmente sexistas. Otro de los problemas que trae el empleo del lenguaje sexista es que termina excluyendo a las mujeres, o peor aún, describiendolas de manera despectiva.
Los medios de comunicación como difusores de todo lo que acontece en la vida pública y privada tienen la responsabilidad de utilizar el lenguaje para construir o destruir una imagen, debido que el lenguaje es un arma que puede visibilizar o no, las problemáticas sociales, sin embargo, el tratamiento igualitario en la construcción del discurso mediático puede contribuir y visibilizar el avance de los cambios sociales. El lenguaje periodístico debe emanciparse y utilizar mecanismos lingüísticos que no reproduzcan la discriminación, ya que la masificación del mensaje favorece la toma de conciencia, contribuyendo a la formación de una sociedad más equitativa.
“Si el lenguaje es sexista, racista o carente de los valores más elementales del ser humano, nuestra conducta será cuando menos igual. La Lengua no es neutra y refleja las relaciones de los sexos en la sociedad y la posición de subordinación de la mujer en dicha relación. El Androcentrismo hace que el hombre sea el centro del universo, la medida de todas las cosas” sostiene Tejeda Anaya.
En el artículo «El Lenguaje sexista en los Medios de Comunicación», Susana Guerrero Salazar de la Universidad de Málaga, España, sentencia: «El género gramatical masculino posee un doble valor cuando se refiere a seres animados. Por un lado, el específico, es decir, el que atañe solo al sexo masculino y, por otro, el genérico, que engloba a los dos sexos». En este sentido, señala que el lenguaje periodístico hace abuso del género masculino atendiendo a que posee un valor englobador, lo que implica el olvido de otras opciones que posee nuestra lengua y que abarcan a ambos sexos, es por esto que advierte que usar sistemáticamente el masculino genérico (singular 0 plural), además de ocultar a la mujer, puede crear ambigüedad y confusión en muchos mensajes, lo que va en contra del espíritu informativo de los medios de comunicación.
Para Guerrero Salazar es necesario evitar la constante asociación del masculino genérico con el sexo masculino, con la consiguiente exclusión del femenino, pueden buscarse otras fórmulas alternativas, pues la lengua española dispone de un variado conjunto de procedimientos. Añade, también, la observación sobre la dismetría en la que recaen los medios al momento de tratar al sexo femenino con respeto al masculino exaltando “Con frecuencia al hombre se le nombra solo por el apellido, mientras que en el caso de la mujer esto rara vez ocurre, siendo usual que su apellido aparezca precedido del nombre de pila o que solo aparezca este. Debe eludirse también la extendida costumbre de anteponer el artículo a los nombres apellidos de las mujeres relacionadas con el mundo del espectáculo o la literatura, puesto que no se da el mismo tratamiento cuando se trata de hombres”… “Advertimos tratamiento asimétrico cuando los hombres son nombrados por su condición, profesión, estatus social o nacionalidad, mientras que de las mujeres solo se resalta su condición sexuada”. De esta manera sugiere evitar presentar a la mujer dependiente del hombre mediante expresiones como señora de, mujer de, esposa de, debido a que considera que estas formas de denominar a las mujeres conllevan un tratamiento desigual, pues hace que parezca que carece de identidad.
El uso sexista del lenguaje contribuye en la legitimación de los estereotipos de género, lo que a su vez construye una imagen colectiva perjudicial para las mujeres ayudando a perpetuar la violencia lingüística, física y simbólica hacia las mismas, por desgracia, en muchas ocasiones somos las mismas mujeres las que permitimos, producimos y nos acogemos a prácticas sexistas, ya sea por tradición o costumbre, y cuando las mujeres nos prestamos a este tipo de juego, estamos reforzando todo aquello que debemos combatir dentro de cada entorno social, es por ello, que ni el medio de comunicación, ni nosotras mismas debemos utilizar el lenguaje para explotar nuestra sexualidad cosificándonos.