Les invisibles trabajadores esenciales de la salud
La mujer tiene la cabeza abierta, mana sangre por la hendidura. Hace segundos la policía porteña le propinó un furibundo bastonazo. El ambo blanco se tiñe de carmín, su cuerpo cae lentamente sobre las baldosas grises, se siente aturdida, desconcertada. La policía embiste de nuevo, su palos siguen abriendo heridas.
Esta dantesca escena se vivió este mediodía, en ocasión del Día de la Sanidad, cuando un grupo de enfermeras y enfermeros de distintos hospitales porteños intentaron ingresar al palacio legislativo para entregar documento, dirigido a cada uno de los nueve bloques de diputados, pidiendo que se trate de forma urgente el pase de los licenciados en enfermería a la carrera profesional.
Considerados esenciales en tiempo de pandemia, los enfermeros y las enfermeras son invisibles a los ojos del Gobierno porteño.
Teniendo en sus manos la enorme responsabilidad de salvar vidas, en la ciudad de Buenos Aires enfermeros y las enfermeras porteñas están catalogados/as como empleados/as administrativos/as.
¿Cómo llegamos a esto?
En noviembre de 2018, por iniciativa de Horacio Rodríguez Larreta, el oficialismo y sus aliados en Legislatura porteña modificaron la Ley 6.035, que regula las relaciones de empleo público de los profesionales de la salud. La nueva normativa reconoce 24 profesiones de la salud: médicos, odontólogos, fisioterapeutas, fonoaudiólogos y nutricionistas, pero ningún licenciado/a en enfermería. Esta exclusión se traduce en una merma salarial de entre 20 y 30 mil pesos mensuales. Desaparecieron las licencias por capacitación o por estrés, y se esfumó la posibilidad crecer profesionalmente. Los títulos universitarios no son reconocidos. En las categorías de enfermería técnica y auxiliar los sueldos no alcanzan para cubrir una canasta básica alimentaria. En consecuencia, deben trabajar en dos o más turnos y hacer horas extras para llegar a un salario digno. Al mejor estilo maquila, la hora extra se paga tan solo 70 pesos.
«Íbamos a entregar un petitorio en reclamo del reconocimiento de la carrera profesional y nos recibió la policía a los golpes. Fue una situación horrible», explicará una enfermera del Hospital Tornú.
La Policía de la Ciudad, argumentará que el forcejeo se inició cuando los efectivos impidieron que los/as trabajadores de la salud ingresaran por la fuerza a un edificio que tiene el acceso restringido a causa de la pandemia.
Se acabaron los aplausos para los/as trabajadores de la salud en el territorio porteño.
La mujer está sentada en el piso, hay un charco de agua sanguinolenta a su alrededor, la asisten su colegas, limpian delicadamente la herida, frenan el sangrado con gasas blancas, le dan a beber agua. Ella, que también es de las que cura, llora.
Los incidentes sacaron del ostracismo a los moradores del palacio legislativo. Tras la refriega con las policía, un reducido grupo de trabajadores esenciales de la salud ingresó al capitolio porteño. Fue recibido por cuatro ediles de la oposición.
Alejandrina Barry, diputada por el Frente de Izquierda, relató los hechos: “Estuvimos presentes con los y las trabajadoras de la salud, acompañando su movilización. Luego de una jornada de protesta para manifestar sus reclamos, cuando tan solo los trabajadores quisieron acercar un petitorio a la Legislatura, comenzó la represión».
Victoria Montenegro, diputada por el Frente de Todos, responsabilizó al jefe de Gobierno porteño por la precariedad laboral de los y las trabajadores de la salud. “La pandemia evidenció el rol que de enfermeras y enfermeros. Tienen una mayor carga de trabajo, dejan de ver a sus familias porque están en contacto con el virus, están a cargo de los cuidados paliativos y despiden a las miles de personas que se nos van sin poder estar con sus afectos».
El documento presentado se puede descargar en este enlace