¿La Bolsa o la vida?
por Gabriel Luna
Era una pregunta medieval, de los salteadores en los bosques, en los caminos o callejas desoladas. Era una pregunta de arma en mano, una amenaza de victimario a víctima. Y fue después una pregunta implícita, sólo pronunciada en los juegos infantiles, las películas y series de televisión, el arma hablaba sola. Ya se sabía. Y la pregunta acaba desapareciendo de la realidad cotidiana. ¿Ha disminuido el delito? No, todo lo contrario.
Las empresas, corporaciones y grupos económicos que evaden impuestos y fugan capitales, también roban (aunque no los castigue una ley). Cuando perciben ganancias con la especulación financiera, también roban. Cuando explotan a sus empleados, roban. Y cuando persuaden a la gente de endeudarse por cosas que realmente no necesita, también. El delito ha aumentado. Ya no es tanto contra los ricos desprevenidos en los caminos, sino contra el común de la gente y contra los que menos tienen. Han cambiado los protagonistas. Los ladrones suelen ser los ricos. Y en vez del arma con la amenaza se usa el engaño (Aunque a veces, cuando el engaño no alcanza también se usan las armas, las armas de la policía).
Pero hoy la pregunta vuelve de modo diferente, tal vez con cierta semejanza a la del pasado. Hay una amenaza y también un arma. “¿La bolsa o la vida?” se transforma en “¿La economía o la vida?” La pregunta originada por la pandemia del coronavirus, se refiere a limitar las actividades económicas, sobre todo las innecesarias, para evitar los contagios y las muertes.
Al principio, el 20 de marzo de 2020, cuando había 30 contagios y 3 muertes en todo el país, el Gobierno nacional -siguiendo el aviso de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los consejos de médicos y virólogos argentinos- decretó una cuarentena estricta y obligatoria, conocida como Fase 1, que sostuvo en abril, cuando había 100 contagios y 10 muertes diarias en todo el país.
Al planteo de la pregunta “¿La economía o la vida?” el presidente Alberto Fernández respondió: “De la muerte no se vuelve; en cambio de los problemas económicos, sí”. Y hubo también una consideración filosófica acerca de si el bajo número de muertes habilitaba una alta merma de la economía. “Ninguna vida humana es sacrificable”, se respondió acertadamente desde el Gobierno.
Sin embargo, el Gobierno nacional y sobre todo el Gobierno porteño a cargo de Rodríguez Larreta han distendido enormemente esa cuarentena. Hoy, a principios de octubre de 2020, es casi inexistente en la Ciudad de Buenos Aires en lo que respecta a las actividades económicas.
¿Han mejorado las condiciones para justificar esta apertura?
No. Todo lo contrario. Hoy, a fines de septiembre, hay más de 16.000 contagios diarios y más 400 muertes diarias en todo el país.
Suman hasta hoy, 7 de octubre, 840.915 contagios y 22.226 muertes en Argentina. Y esto sigue creciendo.
A la pregunta madre: “¿La economía o la vida?” El Gobierno ha cambiado de parecer y está eligiendo la economía. ¿Por qué cambió su respuesta?
Por la presión de ciertas empresas, corporaciones y grupos económicos, que ven limitadas sus actividades por la cuarentena y claman por la libertad de mercado. Es decir: el robo contra el común de la gente y los que menos tienen debe continuar, aunque muchos mueran. ¿Aunque mueran todos? (El arma está cargada para todos pero ladrones esperan sobrevivir) Las “reglas” del mercado se reducen a una sola: aumentar la acumulación, la ganancia, a como sea. ¿Podrá el Gobierno volver a su posición original? ¿O será que la filosofía y los discursos humanistas están bien para la política y la TV, siempre y cuando no afecten los intereses del mercado?