«Soy un obrero de la palabra»
por Mercedes Ezquiaga
«Más amor por favor», «Sin poesía no hay ciudad» y «Volveremos a abrazarnos» son solo algunas de las frases que convirtieron en un fenómeno mundial, con veinte millones de seguidores en redes, al movimiento Acción Poética, fundado hace 25 años por el poeta mexicano Armando Alanís Pulido en su oriunda Monterrey con la intención de «regresar a la poesía a donde se merece estar y de donde nunca se ha ido: la calle».
Autor de libros como «Balacera», «Carrusel» y «Ligeras sospechas», entre una veintena de poemarios, Alanís Pulido -cuyas iniciales son curiosamente las mismas que su creación, Acción Poética- es conocido como «el bardo de las bardas» (el poeta de las paredes) y su movimiento es reconocido y embanderado hoy en los muros de 40 países, pero sus comienzos remiten a una noche de 1996 que salió a pintar una frase poética, «sin saber lo que estaba iniciando en realidad», dice en una entrevista con Télam.
«Estoy feliz de como se ha movido este monstruo. No es solo un movimiento de leer poesía, sino de escribirla, de compartirla, de buscarle visibilidad, de ponerla al alcance de más gente, de hacerla parte del paisaje», señala el creador de este muralismo tan sencillo como potente: una pared en blanco y una frase en letras negras, que no supere las ocho palabras.
Fue así como el movimiento se replicó en miles de muros -tan sólo en México está presente en 180 ciudades- siguiendo las pocas pero eficaces reglas creadas por Alanís Pulido hasta alcanzar una propagación viral, con la aparición de las redes sociales.
«Estoy emocionado y felizmente asustado de que haya logrado inspirar a muchos a replicarlo para sus vecinos o sus alumnos o sus paisanos en los lugares y entornos que habitan», dice sobre este movimiento literario urbano, motorizado por un puñado de frases breves e impactantes, que se integran a la trama urbana y que alcanzaron su apoteosis cuando el propio poeta pintó «De este lado también hay sueños», no en cualquier muro, sino en aquel construido en la frontera entre México y Estados Unidos.
El movimiento de arte urbano Acción poética nació hace 25 años en Monterrey. ¿Recuerdas cuál fue aquella primera pintada en los muros de tu ciudad?
La primera pintada fue un muro que estaba sobre la avenida Ignacio Morones Prieto en el centro de Monterrey y tenía un poema de amor que está en uno de mis primeros libros, «Ligeras sospechas». Es, por cierto, un libro en que los poemas están hechos todos con preguntas. Había uno que decía ¿conoces mis cantidades exactas?. Era un poema medio largo, que escribí con mucho miedo en esa barda porque no sabía lo que estaba iniciando en realidad, aunque sí tenía la idea clara de que estaba haciendo algo, no puedo decir ilegal, ni desafiante, aunque lo era. Iniciaba -eso sí lo tengo clarísimo- un romance no tan secreto con la ciudad, un diálogo amoroso y una oportunidad de regresar a la poesía a donde se merece estar y que nunca se ha ido: a la calle.
El lema de Acción poética es «Sin poesía no hay ciudad». ¿Qué otras frases fueron las que calaron más hondo entre la gente?
Uy, hay muchas. «Más amor por favor», «Faltas y todo me sobra», «A veces te quiero siempre», «Estamos a nada de serlo todo», «Duermo poco sueño mucho». Hubo quienes criticaron y critican mucho la calidad de las frases. Ya sabes, la gente tiende a volverse especialista en todo. Durante el Mundial de fútbol se vuelven directores técnicos de la selección; en la entrega de los Oscar son directores de cine… Entonces aparecieron muchos «doctores en letras» opinando sobre la calidad literaria de los versos. No me voy a poner a discutir con ellos pero sí me hizo reflexionar que el verso, la frase que lees, si te toca, si te mueve, es la correcta, la mejor y que se trata solamente de decir cosas. Claro, a mí me gusta decirlas en lenguaje poético, en esa reflexión se me ocurrió ser muy simple y pinté una que decía «Estás bien bonita». Es de las que más ha gustado. Pero luego hay momentos.
En la época en que mi ciudad natal se vio atormentada por la violencia del narcotráfico (vivo en el norte, a dos horas de Estados Unidos) y mi estado colinda con el de Tamaulipas donde han surgido muchos carteles de la droga, lo que lo convierte lamentablemente en ruta para el narco. Entonces decidí poner frases para «recuperar» anímicamente la ciudad, como «Prefiero el estruendo de tus caricias», «Una ráfaga de suspiros» o «Que solo estalle tu risa», en lugares donde los narcos habían detonado granadas de fragmentación o hecho balaceras. Frente al estadio de futbol de mi equipo, Tigres de la UANL, puse una que decía «Disparos pero solo a gol». La gente lo entendió y le gustó. La poesía debe de tener esa conciencia social. Era arriesgado; la ciudad prácticamente estaba tomada por los narcos y toda su mecánica cambió; estábamos súper expuestos y con miedo y yo salí a escribir cosas como «También estamos expuestos al amor», por eso siempre digo que la poesía nos salva.
¿Por qué crees que el movimiento alcanzó tanto reconocimiento?
No seré yo el más indicado para decir que esto alcanzó reconocimiento. Gustavo Cerati decía: «Creo en el amor porque nunca estoy satisfecho», entonces estoy feliz de como se ha movido este monstruo pero no estoy satisfecho. Me parece que se creó una empatía y no solo es un movimiento de leer poesía sino de escribirla, de compartirla, de buscarle visibilidad, de ponerla al alcance de más gente, de hacerla parte del paisaje. Yo estoy emocionado y felizmente asustado de que haya logrado inspirar a muchos a replicarlo para sus vecinos, sus alumnos o sus paisanos en los lugares y entornos que habitan.
¿Cómo es la selección de poemas a plasmar en las calles? ¿Y cómo la de los muros?
Sabes que hay muchas frases y versos que rotan de lugar pero aprovecho muchas cosas, como leer el entorno. Entonces, si hay una florería o una panadería se pone un verso que tenga que ver con eso: con flores, con dulzura. Cerca de un hotel de paso ponemos un verso erótico. Si la calle se llama Sor Juana, imagínate, ponemos un verso de ella. También aprovechamos y hacemos homenajes como cuando cumplió cien años Octavio Paz o cuando murió Juan Gabriel. La gente nos dona muros y tenemos permisos municipales. Aunque siempre pedimos permiso, a veces pedimos perdón.
¿De qué manera el auge de las redes sociales ayudó a que crezca el movimiento AP?
Empezó antes de las redes sociales y cuando éstas aparecieron por supuesto que se viralizó en el mejor de los sentidos. Pero para que esté en tu muro virtual tiene que hacerse en el muro real. Ayudó para que llegue y esté en más lugares, claro. Me contactaron alguna vez de la UNAM (Universidad de México), del centro de investigaciones, para decirme que el fenómeno social tenía más de 500 páginas de Facebook en las redes con más de 20 millones de seguidores. Me gusta que la poesía sea un fenómeno. Los fenómenos son raros y crean curiosidad. Me gusta que la poesía sea algo social o que lo vean así; que influya en los comportamientos de la gente. Me dijeron muchas cosas que me sorprenden, asumo la paternidad de AP. Mira, sin querer mi apellido es Alanís Pulido o sea «AP». Fue una coincidencia que me gusta, quisiera pensar que la poesía tiene un poder o varios. Y los tiene y te das cuenta hasta que lees un libro de poemas. Peter Parker, cuando se da cuenta de sus poderes arácnidos, dice «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Pero a ver, no soy ni me creo un superhéroe poético. Creo que soy como un albañil que quiere y anda reconstruyendo ciudades con poemas; un obrero de la palabra; alguien que entra en acción y espera una reacción.