Jueves de Comadres

por Emiliano Blanco

“Por qué llegaste carnaval lleno de flores
echando talco y mistura lleno de amores
¡Ay carnaval! Lleno de amores”
Canto quebradeño.

Llega febrero con sus lluvias y la fiesta vuelve a toparnos el cotidiano.

Es tiempo de nuevos tiempos y es posible imaginar una realidad posible, porque la fiesta nos propone un nuevo orden y una nueva manera: abundancia, encuentro, celebración, música, danza, colores, adornos… y es en ese reconocernos, que el tiempo de la fiesta entrama a lxs que ya no están, lxs que quedaron y lxs que vendrán.

En estos días, la tradición de las diferentes comunidades se encarnan y los preparativos jerarquizan las prioridades: ensayan , recuperan cantos, actualizan las novedades; hay mucho por hacer y la ansiedad por no quedar afuera del gran evento, agita el avispero. Se comparte el elemento de transgresión y ruptura con el orden cotidiano de la sociedad que lo celebra. Bidador lo define como “el mundo al revés, el negativo fotográfico de la realidad” (Bidador, 2016, p. 417).

¡Llega el carnaval! Pero no llega si no nos preparamos…
Todo esto, no sucede en cuatro días, sino que tiene su previa y en muchos lugares arranca con el Jueves de Compadres, dos jueves antes del carnaval y continúa con el Jueves de Comadres en vísperas a ese finde largo festivo.

En diferentes lugares de nuestra frondosa región, la fiesta tan esperada tiene sus particularidades y acrecienta el fervor identitario en la comunidad que festeja. Es la oportunidad para poner ‘patas arriba’ las clases sociales, desenmascarar injusticias y provocar alegría, invocando a quiénes muchas veces quedan olvidadxs o relegadxs.
Y en este tiempo donde todavía tenemos al género en disputa y por ende actualiza algunos trasfondos, les propongo hacer una revisión por la historia del género y la fiesta del carnaval: Jueves de Comadres.

Existe mucha información sobre este evento y en esta nota intento compartir una selección de textos que abordan esta temática. Uno de los que más me han impactado es el de María Alejandra Vega y Lía Carta De Ieso (CONICET) que se denomina: El Jueves de Comadres en Tilcara: Tradición y Transformación en Tempos de Reivindicaciones, y dice así: 

En la Antigua Roma, las Matronalia eran las celebraciones dedicadas a la diosa Juno. El 1° de marzo estaba dedicado a Juno Lucina, que protegía a las mujeres en el parto. Las mujeres casadas recibían, en ese día, regalos de sus esposos y se les daba un trato preferencial, en tanto que las esclavas eran dispensadas de sus tareas.

Mendoza García ha subrayado el rol preponderante de las mujeres en el carnaval de España, una relevancia que perderían durante la Cuaresma y que se remonta a los ritos agrarios de la antigüedad ligados a las diosas de la fertilidad. Para Mendoza, la figura de la mujer “resalta como actora a veces buscando esa revancha por el dominio de los hombres en tiempo ordinario tanto en aquellas fiestas antiguas como en el Carnaval”. Luego agrega, que en esa España “Las mujeres, especialmente las casadas, por su maternidad, tratan de realzarse sobre los hombres que en el contexto social ordinario son los cabezas de familia y ostentan los cargos públicos” (Mendoza García, 2002, p.124).

Para Nieves de Hoyos Sancho, la existencia de una antigua ginecocracia podría explicar la relevancia del Jueves de Comadres y sus características en el norte de España, región de usos consuetudinarios más favorables a las mujeres y donde el uso de las herramientas de ganadería y agricultura en pequeña escala eran mayormente femeninos (Hoyos Sancho, citada por Fraile Gil (1986).

El Jueves de Comadres en Iberoamérica tiene origen en la celebración homónima que se festeja en el carnaval en España, en diferentes regiones. Conserva su vigencia y relevancia especialmente en Asturias y Galicia, y aún se celebra en el país vasco, Andalucía, Extremadura y Castilla y León. En algunas ciudades del norte de España se sigue celebrando, unificada con el Jueves de Compadres, como el Jueves de Todos, manteniéndose el protagonismo femenino y la fecha de celebración (Bidador, 2016: Caro Baroja, 1979; Margolles Berán, 2019; Mendoza García, 2002; Merino Quijano, 2014, entre otros).
La celebración pasó a Iberoamérica, permaneciendo vigente hasta hoy en la región andina desde el Ecuador hacia el sur, en Perú, Bolivia, norte de Argentina y norte de Chile (García Miranda, 1989; Grebe Vicuña, 1989; Mirande, 2005; Vacaflor Dorakis, 2000, entre otros). Vacaflor Dorakis (2000) considera que el Jueves de Comadres se desarrolló en Tarija, ciudad de Bolivia ubicada cerca del límite con Jujuy, desde los inicios de su fundación debido al temprano asentamiento de asturianos en el poblado, que luego adquirieron las características mestizas que presentan hoy por causa del aporte nativo. Al igual que en el norte de España, el festejo conjunto del Jueves de Comadres y el Jueves de Compadres también se puede encontrar en América, como en el caso de Cuenca, Ecuador, donde constituye el evento que da inicio al carnaval.

El Jueves de Comadres recuperó en nuestros días la relevancia que tuvo en el pasado debido al esfuerzo de grupos de mujeres que se organizaron para recuperar una celebración que las tiene como protagonistas.
Este hecho sucedió a partir de la década del ’80 en Bolivia (Tarija), Argentina (Tilcara) y España (Asturias).
En Latinoamérica, las iniciativas han estado acompañadas de políticas de patrimonialización por parte del Estado (De Ieso, Vargas y Vega, 2019; Vacaflor Dorakis, 2000).

Hay que destacar la labor del colectivo feminista Les Comadres, en Asturias, que definió un perfil de revitalización y reapropiación de la celebración. En el caso de Tilcara, hubo dos iniciativas con diferentes objetivos (uno de tipo tradicionalista y el otro enmarcado en la agencia emancipadora de las jóvenes tilcareñas de aquellos años). Ambas proporcionaron un nuevo impulso a la celebración.
Una característica tradicional de los carnavales jujeños, compartida por buena parte de los del noroeste argentino, es la entonación colectiva de coplas.

En Los Jueves de Comadres, la voz de las mujeres resuena donde se entonen coplas. En los Jueves de Compadres y de Ahijaditos, las coplas son igualmente protagonistas de los encuentros, así como también forman parte de otras celebraciones y ceremonias en el contexto del carnaval, tales como señaladas, marcadas y chayas.

El pionero en el relevamiento de las coplas del norte argentino fue Juan Alfonzo Carrizo, que comenzó la recopilación con su Cancionero de Catamarca en 1926. En 1934 publicó el Cancionero Popular de Jujuy.
Carrizo se enfocó en el estudio del folklore literario, mientras que unos años más tarde Carlos Vega (1944) y su discípula Isabel Aretz (1952) emprendieron la investigación musicológica.

Décadas más tarde, Taboada (1996) propuso un estudio contextualizado de la copla del NOA y Menelli (2007) se enfocó en el estudio del contrapunto del carnaval de cuadrillas en Humahuaca.
Para entonar las coplas, los participantes forman un círculo, marcando el ritmo con la persistente percusión de las cajas que suele sostenerse y ejecutarse con una sola mano con una baqueta.

En los Jueves de Comadres no sólo las mujeres cantan, los hombres también participan del contrapunto, aunque en esta ocasión sean ellos los encargados de servir a las mujeres, ocupándose de una constante provisión de alcohol, que en el pasado solía ser chicha. Esta bebida fermentada de maíz, que necesita varios días de dedicación para ser elaborada, está siendo gradualmente reemplazada por todo tipo de bebidas alcohólicas adquiridas en comercios: vino, cerveza, licores, y también singani, una combinación de alcohol y frutas. Las rondas se prolongan a menudo por horas, y en ellas las mujeres cantan solas o enfrentándose en contrapunto con los varones.

Las coplas se seleccionan de un repertorio tradicional y son pocos los intérpretes que improvisan letras.
Ser un buen coplero requiere de una extraordinaria memoria y capacidad de seleccionar la copla adecuada en cada ocasión para responder al desafío propuesto por el coplero anterior de inmediato, hecho más relevante que la cualidad vocal de los cantores.

Volviendo sobre El Jueves de Comadres, en la noción de sororidad desarrollada por Lagarde, se vislumbra algo de los festejos de las Comparsas:
Hay un pacto de reunirse, festejar y reivindicar ese día, en ese pacto y en esa celebración se reúnen las diferencias, hay acuerdos: sostener el día y la reunión y defender los motivos que las reúnen, incluyendo las diferentes y diversas formas de vida que cada “comadre” va construyendo.
“La sororidad es un pacto político entre pares. El mecanismo más eficaz para lograrlo es dilucidar en qué estamos de acuerdo y discrepar con el respeto que le exigimos al mundo para nuestro género. Los pactos entre nosotras son limitados en el tiempo y tienen objetivos claros y concisos; incluyen, también, las maneras de acordarlos, renovarlos o darles fin. Al actuar así, las mujeres ampliamos nuestras coincidencias y potenciamos nuestra fuerza para vindicar nuestros deseos en el mundo” (Lagarde 2006, p. 125).

“Hablamos de nuestras cosas, de nuestra vida, de nuestras penas a través de nuestro canto” (Josefina Aragón, Maimará, 84 años, marzo de 2019).

Se evidencia una asimilación con los festejos de carnaval que va desde la música hasta la gestión financiera, como también la transformación de la esfera familiar y doméstica que se instala en el espacio público en el que una multitud anónima se suma a la fiesta. Sin embargo, las comadres siguen conservando el rol protagónico.

Ahora, la pregunta es: ¿Cómo convive ese entramado de cultura, vínculos y fiesta en un contexto contemporáneo donde hay otras lógicas que se nos entrecruzan con la Apropiación Cultural y el mercado de Eventos Culturales?
Encontré una reflexión de un ‘comparcero’ a propósito del Carnaval en Jujuy y las políticas culturales del gobierno jujeño -que desalienta el carnaval popular de las comparsas en La Quebrada al mismo tiempo que organiza un festival privado junto a Los Tekis en la ciudad y que comparte un posteo de un historiador brasilero que le parece muy orientador:

“Las comparsas de carnaval son un evento cultural orgánico, comunitario, social. Un ritual de encuentro, construcción de vínculos sociales y de identidad, que hace sentido con otros eventos del calendario cultural de las comunidades quebradeñas.

El Festival que el gobierno provincial organiza junto a los Tekis, en cambio, es parte de lo que Simas llama «la cultura del evento»: es la espectacularización y el uso de la cultura bajo la lógica de la rentabilidad, un montaje del carnaval sobre un escenario con un fin principalmente comercial.

¿Pueden convivir ambos fenómenos? ¿Cuál necesita el apoyo del Estado? ¿Qué políticas públicas necesitamos para regular estos procesos propios del capitalismo y cuidar el patrimonio cultural?

Luiz Antonio Simas estudia el fenómeno del samba en Brasil, con sus escolas y desfiles de carnaval. Aquí va una modesta traducción de su texto: «El evento cultural es aquel que prioriza las dimensiones culturales orgánicas -simbólica, espiritual, material- de la cultura. Es la culminación, por tanto, de experiencias, expectativas, prácticas colectivas cotidianas que elaboran significados del mundo, crean lazos comunitarios, redes de protección social, construcción de identidades, transmisión de saberes, etc. Una Escola de Samba, por ejemplo, desfila porque existe. Lo contrario (existir solo porque desfila) es el principio del fin.
La cultura del evento, en cambio, somete, vacía, reduce estas dimensiones orgánicas al frío protagonismo del mercado, la circulación del capital, los intereses mediáticos, la dilución del sentido de los ritos, etc.
La relación entre «evento cultural» y «cultura del evento» no opera de forma dicotómica, sino tensionada, difusa, llena de ambivalencias, lagunas, contradicciones, adaptaciones o transgresiones. Las fiestas de junio, los carnavales, los partidos de fútbol, los eventos religiosos, musicales, dramáticos, etc., viven continuamente esta tensión en las sociedades contemporáneas.

¿Cómo luchar por el mantenimiento y la revitalización de los eventos culturales en un mundo cada vez más marcado por la cultura de los eventos? Este es un tremendo desafío que debe afrontar la gente de los carnavales, las diversas celebraciones populares y las fiestas callejeras, en general.»
Asociación Civil Comparsa Los Caprichosos Centro Cultural – Oficial
Pienso en la necesidad de visibilizar nuestras maneras y conocer de cerca la historia que se nos fue compartida, porque como escribió Julián Zini: “¡Que linda la gente que tiene memoria, seguro que tiene esperanza también”.
Y porque la fiesta nos pertenece, somos todo ese cruce necesario que nos exhorta a imaginar un futuro posible con acciones concretas que nos revelen el hoy con lo que hay.
También me parece fundamental, articular con quienes vienen haciendo camino y redes, como la Red Latinoamericana de Mujeres Sikuris, que reúnen y convocan a caminar y encontrar las nuevas maneras de aparecer y hacer cultura con rostros e historias de hoy. Pueden buscarlas en el siguiente link: Latinoamericana-de-Mujeres-Sikuris.

Quiero cerrar esta nota, agradeciendo a todas las mujeres de nuestra historia y a quienes se siguen sumando a imaginar nuevas maneras, ya que seguimos bailando y el CARNAVAL nos espera a TODXS.

Emiliano Blanco. Profesor de Artes en Danzas mención Expresión Corporal (UNA) mención Danzas Folklóricas (EMBA). Sikuri y canto popular. Performer y colaborador de Revista Kiné, revista de lo corporal.

Fuente:
VEGA, María Alejandra. DE IESO, Lía Carla EL JUEVES DE COMADRES EN TILCARA: TRADICIÓN Y TRANSFORMACIÓN EN TIEMPOS DE REIVINDICACIONES. CONICET. 2019.

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