Pensar desde los comerciantes o desde la población
por Federico Coguzza
La voz de Enrique Martínez al otro lado del teléfono suena calma. Hay algo de pedagógico en la serenidad. El actual coordinador del Instituto para la Producción Popular, responde y explica. Los años en la función pública -fue presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial dos años, durante el gobierno de Alfonsín, y entre 2002 y 2011-, le permiten expresar con claridad los conceptos, las ideas, y en cada una de las respuestas, plantearse interrogantes.
Hay algo que Martínez tiene siempre presente: los contextos. En ellos encuentra una recurrencia en la distribución y comercialización de alimentos: el Estado ha dejado que se organicen anárquicamente, sin ofrecer ningún tipo de orientación o regulación. Por eso, cuando Periódico VAS le consulta sobre la relación entre los grandes centros urbanos y las experiencias de consumo popular, además de dejar en claro que “el productor de alimentos frescos sigue siendo un factor ajeno en la ciudad”, platea que “en realidad, en este momento en Argentina, en una situación tan crítica para el consumo de alimentos, con 40% de pobreza, hay un dilema que resolver: O se piensa desde el comerciante o se piensa desde la población en general”.
Y este dilema, tan actual por cierto, es una constante. Y en esta constante, Martínez junto a un grupo de trabajo con vasto recorrido en la función pública, en la privada y con mucho material elaborado a lo largo del tiempo, crearon en 2014 el Instituto para la Producción Popular. Los objetivos son varios, pero la premisa es una: Profundizar formas de crear trabajos en la base social. Tarea que, durante los últimos años de su gestión en el INTI, reconoce, «nos costó un tiempo instalar la idea, otro tanto empezar a desarrollarla, y nuestra gestión terminó sin éxito en muchos planos, aunque en otros sí lo tuvimos”.
Y es ésa la tarea que decidió seguir trabajando desde el Instituto: Vincular a los pequeños productores de alimentos -aquellos que están fuera del circuito de los hipermercados y los supermercados-, con los consumidores. Entendiendo y tratando de dar solución a las problemáticas de cada uno de estos dos actores. «Existen lógicas, prácticas y teorías sobre este tema, además de una vinculación interesante que generamos con el Ministerio de Ciencia y Tecnología para pensar en el concepto de empresas sociales y llevarlos adelante en una escala importante», explica.
En nuestro país, los productos frescos llegan al consumidor luego de pasar por un mercado central y por varios intermediarios. La diferencia de precio entre el productor y el consumidor es enorme. “Existe una cultura que sostiene que no se puede perjudicar al minorista. Esta mirada es contradictoria, porque en la práctica se perjudica a grandes fracciones de la población y se beneficia a las grandes cadenas de hipermercados. Esto necesita una profunda modificación”.
En su último libro, «Ocupémonos, del Estado de Bienestar al Estado Transformador», Enrique Martínez reflexiona sobre el aumento de la brecha social, y cómo la pobreza y la desigualdad recrudecen con los gobiernos neoliberales, al tiempo que tampoco se supera durante los gobiernos populares, y propone un camino diferente donde la comunidad se ocupe de sus necesidades, acompañada por la estructura estatal.
«Estado Transformador y Producción Popular son conceptos independientes, pero en la medida que se va afinando y fortaleciendo la idea, queda claro que si el Estado no dimensiona qué es la producción popular y no la apoya adecuadamente, ésta se desarrollará con mucha más dificultad de forma autónoma», explica Enrique Martínez, y sostiene que “debe haber políticas públicas orientadas a la producción popular que ofrezcan a esta actividad la categoría de emprendimiento social”.
La propuesta implica tener en cuenta un componente indispensable, que es la participación masiva y, con ella, las instancias deliberativas, el consenso y la implementación. Sin embargo, en la situación actual, la crisis que atraviesa nuestro país abre un interrogante: ¿Es éste un escenario fecundo para las experiencias de producción popular o las limita en su desarrollo?
Martínez es tajante: «Pueden pasar las dos cosas. Se trata de un escenario que desafía la imaginación. Sabemos que hay ámbitos del conocimiento, como Institutos de Investigación y Universidades, que entienden el valor de estos emprendimientos sociales y los apoyan. Si esto sucede es muy fecundo, porque estamos hablando de experiencias de producción que necesitan asesoramiento tecnológico, tanto de proceso productivo como en la gestión. De lo contrario, si los excluidos del sistema quedan a cargo de su propio destino, sin apoyo logístico, lo más probable que gran parte de sus iniciativas fracasen».
Desde el Instituto de Producción Popular, Martínez y su equipo vienen trabajando en el proyecto Tod@s Comen. Un portal de comercio electrónico que cuenta con proveedores de 12 provincias, no sólo productores, campesinos y cooperativas, sino también empresas constituidas, que tienen como vocación no subordinarse a la estrategia del hipermercado. Un portal que toma pedidos y luego los entrega puerta a puerta en todo el país a precio uniforme, “donde un tucumano paga lo mismo que un porteño o que un chubutense”.
“Hace años venimos bregando para, que al menos en ámbitos municipales, se desarrollen los mercados municipales, es decir, poner en marcha algo que se realizaba hace medio siglo en la Argentina y que, con matices propios, sigue vigente en toda Latinoamérica. Esto permitiría a los productores trabajar en forma directa con estos mercados, en lugar de ser obligados a estar en la misa y la procesión, vale decir que quien comercie sus productos no sea un intermediario, que los explota, sino un representante que trabaje de forma articulada con los municipios”, añade Martínez
Los aumentos de precios son cosa de todos los días, la canasta básica aumenta y cada vez son más las personas que no pueden cubrirla. La pregunta sobre cómo ve al Gobierno ante este escenario se vuelve ineludible. En relación a esta problemática, Enrique Martínez cree que se está llegando al límite de un planteo político muy complicado. “Se trata de una lógica que considera que redistribuir es sacarle plata a los que ganaron y dársela a los que perdieron. Pero el verdadero cambio es la equidad. Entender la producción desde otra parte y dar acceso a la tierra a los pequeños productores, tecnología y abrirles un canal directo de comercialización con los consumidores. Lamentablemente se sigue suponiendo que con los precios cuidados y el reclamo a los que se la llevaron para que devuelvan un pedazo, se resuelve el problema. Y esto es falso. Sin cambio estructural no hay transformación posible”.