La Inclinación de los Platillos
María de los Angeles Alemandi
El 2008 trajo, entre otras cosas, una nueva boleta de ABL. Bastó descubrirla bajo la puerta para desintegrar el deseo de que el aumento no fuera tan alto. Se decía que éste variaría entre un 25 y 200% según el barrio, y a la mayoría nos dio la sensación de que vivíamos en una de las zonas más caras de la ciudad aunque la realidad lo desmintiera.
El ABL es una extraña mezcla entre el servicio de alumbrado-barrido-limpieza, y un impuesto territorial. Después de 14 años sin modificaciones, la legislatura porteña aprobó el incremento este impuesto en diciembre de 2007. Se esperaba, al menos, que el mismo se realizara razonablemente y con criterio, atendiendo a las diferencias. Pero definitivamente sólo se tuvo en cuenta el valor de los terrenos, desconociendo el estado de las construcciones y los ingresos de los ciudadanos que los habitan.
Si bien el proyecto aprobado divide a la ciudad en 82 zonas donde se aplican diferentes coeficientes de aumentos, este gesto estuvo lejos de garantizar una justa imposición del gravamen porque se ignoraron las particularidades de cada caso. No se contempla, por ejemplo, el hecho de que en una misma manzana convivan construcciones con escalas muy variadas de antigüedad, lujo, equipamiento y ubicación. Tampoco se tiene en cuenta que algunos habitantes quizá pudieron asentarse en un determinado barrio de la ciudad durante el transcurso de una época en la que su situación económica personal fue distinta a la actual.
El aumento supera en ciertos casos el 200% (sin necesariamente pertenecer a Puerto Madero o barrio Parque) y traerá repercusiones en el costo de los alquileres de viviendas, cocheras y estacionamientos, que los porteños deberemos enfrentar.
No obstante, lejos de caer en la resignación y aceptar sin resistencias este impuestazo, hay quienes buscan los modos de defender sus derechos. Un ejemplo: los Vecinos x Palermo. Este grupo de ciudadanos, que pugna por una democracia participativa, está recolectando firmas y sumando fuerzas para derogar el decreto que avala el aumento del ABL; y para tener una audiencia pública donde discutir, junto con los funcionarios, acerca del destino de los fondos recaudados: cómo, cuándo y dónde se van a invertir; exigiendo licitaciones abiertas, libres y públicas para realizar las obras, y garantías en la calidad del trabajo realizado.
Si bien en la política fiscal de la Ciudad Autónoma de Buenos parecería pesar más la inmediatez por recaudar fondos que cualquier derecho o necesidad del pueblo, los ciudadanos no estamos dispuestos a permitir que el platillo de la balanza siempre se incline en beneficio de unos pocos. Por eso queda abierta la invitación para sumarse al trabajo de los Vecinos x Palermo: para acom-pañar la iniciativa, para presentar otras propuestas, para dejar la firma comprometida y adentrarse en el intento de vivir en una ciudad mejor.