Personas en situación de calle
Sin Censo ni políticas
por Federico Coguzza
Están frente al Obelisco una mañana gélida. Se reúnen para ofrecer una infusión caliente para aquéllos y aquéllas que han pasado otra noche en la calle. Para ésos y ésas que se han escondido en algún cajero automático, en alguna fachada de edificio, en alguna boca de subte para preservarse.
Son mujeres y hombres que frente a una cámara piden no ser discriminados. Repiten y aclaran, como si fuese necesario, que “la calle no es un lugar para vivir”. Lo dicen con el peso de los días y las noches a la intemperie en los ojos. Recuerdan el frío, la violencia, el hambre.
Una vez terminado el desayuno y cuando el sol comienza a abrigar, en pleno centro de la ciudad, dan inicio a la conferencia de prensa pautada para visibilizar su problemática. Para decir acá estamos, existimos. Para dejar en claro que cada día son más y que el Estado debe hacerse cargo.
Y están ahí, en la Plaza de la República, porque el titular del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), Marco Lavagna no cumplió con el acuerdo logrado por distintas organizaciones sociales, luego de un acampe y “frazadazo”, para que el Censo, al menos, se hiciera de sol a sol y no, como se hizo, desde las 20 horas hasta las 2 de la mañana.
“El censo del INDEC fue una fantochada. Una foto, un conteo. Partiendo de que la noche no es el mejor momento para censar porque nos escondemos” dice micrófono en mano, Horacio Ávila, referente de Proyecto 7. Y agrega: “vemos con mucha preocupación cómo, nuevamente, desde los gobiernos en general, se invisibiliza y subregistra cada vez más a las personas en situación de calle”.
Números políticos
Según el último censo, que para las organizaciones sociales resultó discriminatorio desde su nomenclatura, por referirse a “Hogares y viviendas -que es justamente de lo que carecen, entre otras tantas cosas, y que valió una denuncia ante el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo)- el número de personas en situación de calle supera las 2400 personas.
La cifra es similar a la registrada por el Gobierno porteño. “Existen dos razones más que evidentes para que eso suceda: por un lado, una metodología que sub registra, que es caprichosamente ineficaz y funcional a los presupuestos destinados a la problemática, y por el otro, la necesidad de invisibilizar y sub registrar para no asumir que ante la problemática de la gente en situación de calle, no hay voluntad política de acciones concretas”, dice a Periódico VAS, Fabio Manupella, referente de Proyecto 7.
En lo que respecta a la metodología utilizada para llevar a cabo el censo para la gente en situación de calle, sirven algunos datos como para comprender el descontento de las organizaciones sociales que encabezan el reclamo: en primer lugar, que tal como lo expresa la Ley 27.654 de Protección a personas en situación de calle y familias sin techo aprobada el año pasado, las organizaciones sociales, como especialistas en esta problemática, participarían en el diseño y realización del relevamiento, cosa que no sucedió; en segundo lugar, que Lavagna no sólo usó la misma metodología que la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteña, María Migliore, sino que también usó gente del BAP (Programa Buenos Aires Presente) para llevarlo a cabo; y por último, que, por ejemplo, se utilizaron 75 móviles para toda la ciudad con 2 personas por móvil, aspecto que de por sí se presenta inviable.
Según el segundo censo popular de personas en situación de calle, realizado en 2019 por organizaciones de la sociedad civil, la Defensoría de la Ciudad y la Auditoría General porteña, las personas que vivían en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires eran 7.251. “Hoy se estima que la cifra tiene cinco dígitos. La pandemia y la crisis que atraviesa el país con su correspondiente proceso inflacionario escupen gente a la calle. Yo lo veo todos los días. En CABA hay más de 10 mil, seguro y en el país, hay casi 100 mil personas, según los números que manejamos”, sostiene Manupella mientras bebe un trago de mate cocido humeante.
En aquel momento, de las 7.251 personas, 5.412 vivían a la intemperie, entre ellas 871 niños y niñas. El 80% eran varones, un 19% mujeres y el 1% restante trans o travestis. Al respecto, Ávila señala entre los bocinazos que “ya hay tres generaciones de familias que han nacido y crecido en la calle. Los números de hoy son políticos”.
Del total, el 52% se encontraba por primera vez en la calle, mientras que un 42% afirmó que la principal causa que motivó su situación estaba vinculada con la ausencia de trabajo, incapacidad de pago de alquiler o ampliación de la familia. También se pudo relevar que 40 mujeres en condición de calle estaban embarazadas.
Detenerse sobre estos números y pensarlos desde 2019 a esta parte, no hace más que presagiar un escenario inmoral. ¿Cuántas personas han perdido el trabajo durante la pandemia? ¿Cuántas han dejado de pagar el alquiler?
¿Cuántas son las que pueden cubrir una canasta básica? Las respuestas son, además de obvias, tristemente comprobables.
Las leyes para los invisibles no se cumplen
La lucha colectiva de las organizaciones sociales nucleadas en La Red de la Calle permitió que, en diciembre de 2010, la Legislatura Porteña sancionara la Ley 3706 de “Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle”. Primera ley en la región que aborda la problemática de la gente en situación de calle.
En diciembre de 2021, y luego de fallidos intentos, se aprobó la Ley 27.654 de Protección a personas en situación de calle y familias sin techo, presentada por el diputado nacional Federico Fagioli (Frente de Todos) y redactada junto a Proyecto 7, el MTE y Nuestramérica Movimiento Popular, que propone la creación de una red nacional de centros de integración y acompañamiento comunitario donde se brinden espacios terapéuticos, talleres y capacitación a las personas en situación de calle y con consumos problemáticos.
“Conteo y fotos, subsidios que no subsidian, programas que no se ejecutan, leyes aprobadas y reglamentadas que no se cumplen, dispositivos de albergue que no tienen el presupuesto adecuado o no son adecuados para las necesidades de la gente en situación de calle, esa es la realidad”, advierte a Periódico VAS, Manupella.
La calle no es un lugar para vivir, ni para morir
“Se trata de derechos. Lo primero que tiene que hacer el Estado es devolverle todos los derechos que les ha quitado a las personas en situación de calle. Porque lo que se está haciendo, es negarle a la gente la posibilidad de tener un proyecto de vida, de poder dejar la calle, porque en la calle no se vive, se sobrevive”, afirma Manupella entre el ruido de una mañana que ya es mediodía en la ciudad.
El sonido de las palabras se pierde entre el ruido, mas no el peso. El reclamo de hoy, de siempre y en contextos como los actuales aún más, es decirle a la sociedad y los gobiernos de turno que nadie termina en la calle por elección. Que ellas y ellos fueron sujetos activos, capaces de llevar a cabo un proyecto de vida y que se vieron arrojados a la intemperie por haber perdido el empleo o no poder costear un alquiler, entre otras tantas situaciones.
Mientras escribo estas líneas, en Chile, se está llevando a cabo el 2do Encuentro Latinoamericano ENLACALLE 2022. Un encuentro que reúne a organizaciones de la sociedad civil y personas en situación de calle de nueve países de la región, con la premisa de saber qué tipo de políticas públicas se llevan a cabo en cada país e intentar torcer la mirada asistencialista con que los gobiernos de la región enfrentan la problemática.
La tarde se fue y con ella las mujeres y los hombres que frente a una cámara piden no ser discriminados. Y que repiten y aclaran (¡como si fuese necesario!) que “la calle no es un lugar para vivir”.
Ver nota: La Marcha de les invisibles
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