Currículum oculto y postura política.
Lenguaje, condiciones y accesibilidad en educación
por Maia Kiszkiewicz
Etnocentrismo: tendencia emocional que hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos o sociedades. Hablamos de etnocentrismo cuando se imponen modos, cuando la única posibilidad que se le da a una persona es ser o no como quien decide a la fuerza. Esto invisibiliza lo diverso y coarta las posibilidades de creatividad. A la vez, imposibilita el surgimiento de lo no nuevo, lo aún no pensado, y desconoce los cambios si no provienen de aquellas personas que dominan.
Pero, avalados o no, los cambios suceden.
Hay cosas que se modifican todo el tiempo, como la lengua. “Es un organismo vivo, muta, cambia ―dice Bárbara Alí, Licenciada y profesora en Letras y docente de Lengua y literatura en nivel secundario―. Querer detener el desarrollo vital de la lengua es como querer podar una planta para que permanezca siempre igual a sí misma, como querer encerrar el cauce de un río en movimiento, como querer parar el viento con una mano”.
El 9 de junio de este año, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) publicó una medida que prohíbe a quienes ejercen la docencia utilizar el lenguaje inclusivo. Esta norma, establecida por el Ministerio de Educación porteño a cargo de la Licenciada en Ciencias Políticas Soledad Acuña, impone seguir las normas de la Real Academia Española (RAE) en las aulas y comunicaciones educativas. El argumento con el que defienden esta decisión es que en las pruebas estandarizadas más recientes los resultados en comprensión de texto fueron poco satisfactorios, y eso podría ser por la utilización de la “e”, la “x” o el “@” en algunas palabras. La resolución dice: “Los usos del lenguaje en la enseñanza de la lengua en la educación no son terrenos donde los/as docentes puedan imponer sus preferencias lingüísticas particulares”.
Pero ¿es posible, o acaso deseable, hablar o enseñar sin demostrar preferencias, es decir, sin dejar clara una postura política, un ser situado, un punto de vista consciente?
Diana Marisa Aravena, obrera gráfica, integrante de la cooperativa “La Paquito”, parte de la Asociación Putos Peronistas, del colectivo trans y docente del Isauro Arancibia, agrega: “El lenguaje inclusivo es una postura política. Política, no partidaria. Una política ante la vida. El que domina, nomina. Lo que no se dice, se invisibiliza”.
Diana cuenta que al principio no usaba el lenguaje inclusivo. Estaba convencida de que su posición política se expresaba en su sola presencia. Después notó que usarlo ayudaba a que otras personas la entiendan. “Porque cuando se nombra lo masculino para todos, todas y todes, es claro. Hay una relación de poder que subalterniza e invisibiliza a las demás posiciones.
Y yo pertenezco a un colectivo, que es el colectivo trans, que en general hemos sido bastante expulsadas del sistema educativo ―dice Diana―. Es un gran avance que tengamos el lenguaje inclusivo, que se nos reconozca e identifique. Y esta prohibición del Gobierno de la Ciudad es una actitud con sesgo fascista”.
“¿A qué se aferran? ¿A qué lógica edípica y colonialista, a qué discurso amo responden cuando se convierten en militantes defensores de la normativa de la RAE? ―cuestiona Bárbara―. ¿De dónde viene y a qué responde esa selectividad que asume y a veces promueve sin cuestionamiento la mutación de una lengua si es para incorporar términos del inglés como home office, background, full time, deadline que hacen referencia al universo empresarial y al imperativo de productividad propio del capitalismo, aún cuando existen términos equivalentes en el español para dar cuenta de esas realidades? ¿Por qué en esos casos la ampliación de la lengua es admitida y promovida, y cuando se trata de darle lugar a identidades que sienten que el lenguaje no las incluye, rechazada?”. Bárbara propone, además, repensar los nombres, hablar de lenguaje no binario: “La utilización del término ´inclusivo´ no deja de suponer una lógica de centro y periferia, de quienes están dentro de una esfera de poder y deciden incluir a otrxs que están por fuera”.
El 10 de junio, la Junta Departamental de la Carrera de Letras de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires publicó una declaración que resalta que los usos de la lengua siempre son políticos. Y la intención de prohibir usos lingüísticos, también lo es y lejos está de garantizar la libertad. “Es extensa la tradición de estudios que muestran la estrecha relación entre el lenguaje y los procesos de constitución de subjetividades e identidades e, incluso, en la naturalización de relaciones de poder. Respetar los derechos humanos es también respetar la Ley de Identidad de Género y los derechos lingüísticos de las personas en toda su dimensión: cualquier regulación prohibitiva en ese sentido vulnera derechos inalienables que tienen una larga historia de luchas y conquistas como antecedente. Es nuestro deber advertir, como investigadorxs, que no existe ninguna evidencia que establezca una relación entre el fracaso escolar o el bajo rendimiento en pruebas estandarizadas y el uso de lenguaje inclusivo de género. (…) Sería deseable verificar si, en cambio, la desinversión en políticas educativas del Ministerio de
Educación de CABA puede explicar esos resultados”, expresa el comunicado.
Currículum oculto: involucra una serie de habilidades y aptitudes que se aprenden en la etapa de escolarización. No son parte del currículum oficial, por ende muchas veces no se transmiten voluntariamente. Son modos de actuar, hablar, pensar. Es por estos aprendizajes que quien estudia sabe cuál es el banco destinado a la persona a cargo de la clase, que el timbre indica recreo y que si no hay agua se suspenden las clases.
Según un informe del Instituto de Estudios de Consumo Masivo (INDECOM), la demanda en escuelas públicas creció casi un 20% en el último año. Sin embargo, la cantidad de vacantes disponibles se sostiene. Laura Velasco, legisladora del Frente de Todos, dijo en febrero que, de los ciento dieciocho mil estudiantes porteños, más de cincuenta y seis mil se quedaron sin escuelas. Y definió al sistema de inscripciones como expulsivo. La modalidad de acceso a las instituciones educativas, por lo general virtual y con fecha específica, es una decisión. Por lo tanto, puede modificarse. Ejemplo de una posibilidad que busca incluir es El Isauro Arancibia, espacio que surge en 1998 cuando la maestra Susana Reyes comenzó a dar clases a un grupo de mujeres de Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR). En esta escuela la inscripción está abierta todo el año. “Nuestra prioridad es educativa.
Tenemos como sujeto pedagógico a los sectores más empobrecidos de la ciudad, gente en situación de calle, mujeres víctimas de violencia, laburantes y personas de varias edades. Por eso, realmente resulta secundario que el Gobierno se dedique a lo del lenguaje. Hay otras prioridades. Con la pandemia aparecieron, por ejemplo, el tema de la falta de alimentos, de artículos de limpieza. Faltaba alcohol en gel. Faltan vacantes. Está sucediendo una modificación arbitraria del Estatuto Docente, hay problemas en los techos, las escuelas no tienen calefacción”, explica Diana.
El Isauro Arancibia, además, presenta un acompañamiento integral. Las personas que asisten pueden formarse, recibir ayuda para hacer sus documentos y trámites, tener asistencia médica gracias a un acuerdo con un Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) y alimentarse. “Pero la comida no responde a lo que debería comer una criatura. Hay alimentos que son sustitutos de la soja, la comida está disfrazada”, cuenta Diana y recuerda que, a todas estas problemáticas actuales, se le suma la necesidad de continuar dando pelea para que se cumplan leyes que ya existen como la del cupo laboral trans y la de identidad de género.
“¿De verdad piensan que vamos a creer que la dificultad que están atravesando lxs niñxs y adolescentxs en cuanto a la comprensión y producción de textos responde a la utilización de una x o una e en algunas palabras? ¿De verdad vamos a abonar esta versión y a olvidar la ausencia histórica del Estado en cuanto a políticas públicas vinculadas a la salud y a la educación?”, pregunta Bárbara. Y es claro. Quienes caminan y habitan las escuelas saben que si llueve hay goteras, que en invierno hace frío, que la gente asiste con cada vez más hambre. Que las viandas llenan, pero no alimentan. Y que todo eso atenta contra el aprendizaje más importante: el del disfrute del proceso y del momento exacto en el que se descubre, la pasión por la búsqueda del conocimiento. Darle o no importancia a esto es una postura política. Así como también lo es realizar pruebas estandarizadas aunque los procesos de aprendizaje sean diversos, seleccionar qué se transmite y qué no en las aulas. O ignorar un cambio, un movimiento que, se acepte o no, sucede.