«Se piensa que estamos más cerca de la naturaleza que los varones»
por Agustina Ramos
La antropóloga social mapuche y especialista en género Meli Cabrapán Duarte advirtió que existe una «sobrecarga» sobre ellas ya que se asume que son «naturalmente defensoras de los territorios» al ser consideradas «más cercanas a la naturaleza que los varones».
Caprabán Duarte señaló que buscan revertir la idea de que «son las mujeres las que sirven y los hombres los que hablan», en el marco del Día de la Mujer Indígena.
El «tuwvn» (origen territorial) de Meli es Gulumapu, un territorio ubicado cerca del volcán de Villa Rica, en Chile, «aunque cuentan que la familia fue desplazada desde el mar hacia ahí», y sus abuelos paternos emigraron a la Argentina para instalarse primero en Bahía Blanca y luego en Bariloche, donde nació bajo el nombre registrado «Melisa», aunque su madre quiso llamarla Meli («cuatro» en mapuzungun).
Su proceso de «resurgencia», como le gusta llamar al autoreconocerse del pueblo mapuche, comenzó cuando estudió Antropología Social en la Universidad de Río Negro y en su posterior doctorado en la Universidad de Buenos Aires, donde se especializó en estudios de género y antropología feminista.
Actualmente integra el Lof Newen Mapu, a 15 kilómetros del centro de la Ciudad de Neuquén, el cual se organiza como Consejo Zonal Xawvn Ko de la Confederación Mapuche de Neuquén junto a otros 12 lof, asentados en lo que hoy se denomina «Vaca Muerta».
Desde esas tierras elevadas en una meseta, cruzadas por «manguerotes» -como llaman a las mangueras que llevan agua desde los ríos hacia las fracturas hidráulicas- y donde las temperaturas oscilan entre los 40°C y los -5°C, su lof busca disputar «el sentido de desierto» del lugar porque «siempre se avanzó sobre estas tierras con la idea de que acá no hay nada», afirmó Meli.
¿Cómo fue el proceso de construcción del Estado nación argentino y su devenir hasta hoy para las mujeres mapuche?
Son cuestiones que estamos construyendo entre todas, sobre todo desde hace 7 años en un proceso de pensar que somos un pueblo mapuche pero ver también qué pasa con las mujeres. Estamos remarcando lo indispensables que fuimos históricamente para que el pueblo mapuche se pueda sostener. Y en ese sostener entra la transmisión de saberes. Las mujeres siempre ocupan un lugar fundamental en conservar y transmitir la lengua o los saberes sobre tejido, sobre múltiples artes.
¿Esa transmisión de saberes fue lineal a lo largo del tiempo?
Lo que produjeron las campañas militares no fue solo el despojo territorial y la pretensión de exterminio total, hubo también gente que entró en un proceso de proletarización o de servidumbre cuando se tuvieron que ir a las ciudades. Entonces hubo una interrupción de esa transmisión de saberes, pero que las lamgen (hermanas) conservaron. Hoy en el proceso de resurgencia mapuche buscamos movilizarlas o despertar en ellas estos saberes.
¿Cómo ves la inserción de mujeres en los espacios de toma de decisión en las comunidades?
Las cosas fueron cambiando a lo largo del tiempo. Ya hay participación femenina en roles políticos. De las 12 comunidades que integran nuestro consejo zonal, un poco menos de la mitad son mujeres las lonko a cargo. No es que las mujeres no hayan estado antes en lugares políticos porque se las desplazaba, sino porque, quizás, no había tiempo para ocuparse de eso. Actualmente estamos planeando el segundo encuentro de mujeres mapuche, que va a ser en el lago Huechulafquen, en Junín de los Andes, y uno de los ejes es el fortalecimiento político.
¿Aportan una mirada distinta las mujeres desde estos espacios?
A veces la política lleva a asumir cierta masculinidad en ese rol para poder imponer la voz, para hacerse escuchar y respetar. Eso nos llevó a pensar en que no queremos reproducir esos roles que criticamos, que no nos excluyamos entre nosotras y tratamos de limar esas asperezas que también puede haber entre mujeres. Somos muy críticas a la hora de hablar de «lideresa». Acá podemos decir que sí que hay representación, hay voceras, pero tratamos de desdibujar esos roles que a veces personalizan porque no nos sentimos todas representadas. En esta construcción colectiva que hacemos decimos que importa el pueblo, que importa el común, que importan las mujeres.
¿Cómo se expresa el patriarcado en las comunidades?
Hay como una necesidad de rastrear qué originó que hoy dentro de las comunidades o las organizaciones se pueda visibilizar el machismo o las violencias. No queremos romantizar porque tampoco tenemos las herramientas suficientes para decir que el pueblo mapuche era totalmente igualitario y eso no pasaba. Porque más allá de que en la cosmovisión sí se puedan encontrar esos elementos de complementariedad, de dualidad, no nos sirve en realidad remitirnos a ese supuesto pasado ideal, sino más bien revisar qué pasa hoy.
Lo que pasó en el último tiempo es que con el levantamiento del pueblo mapuche y su organización desde los años ’90 reconocimos como fundamental el lugar de las mujeres. Siempre fueron fundamentales en el cuidado que requería todo el proceso organizativo. Es decir, qué había detrás de toda esa lucha: la reproducción de la vida cotidiana, los cuidados y encargarse de tareas que son feminizadas en la sociedad en general y también en el pueblo mapuche. Hoy estamos tratando de revertir estas cuestiones de que no son las mujeres las que sirven y los hombres los que hablan.
¿Qué es necesario trabajar en cuanto a la representación de las mujeres indígenas?
Hace no mucho estuvimos en Buenos Aires trabajando para las recomendaciones que elaboró la Defensoría del Público para los medios. Resaltamos el tener el cuidado de recurrir a voces de mujeres que están organizadas o pueden ser esa voz representativa de discusiones que se estén dando. A veces suele ocurrir que una mujer se reconoce mapuche y esa voz está representando a todas o está haciendo un análisis de una situación y puede que ese trasfondo no sea tan así. Entonces reafirmamos nosotras nuestro carácter colectivo y organizativo.
Más a título personal, pienso que a veces hay una sobrecarga a las mujeres indígenas como si estuviéramos más cercanas a la naturaleza que los varones, como si fuéramos naturalmente defensoras de los territorios. No quiere decir que no estemos ocupadas en primer lugar: justamente los trabajos de cuidado y el poder abastecer toda esa vida cotidiana está en directa relación con la tierra. Pero nos ocupa como pueblo, y los varones y otras identidades también están en esa lucha.