Hebe, ese torbellino que dislocó la historia oficial.
por Mariane Pécora
Amada, odiada, criticada, venerada. Hebe, ese torbellino que dislocó la historia oficial, partió a los 93 años la mañana del domingo 20 noviembre de 2022. Nos queda de ella un legado incansable de 45 años de lucha por la vida, persiguiendo justicia, vociferando verdades, agrietando la superestructura del poder, levantando polvareda en la sesera del status quo.
“Mis hijos me enseñaron lo que es la política y yo me olvidé de quién era el día que ellos desaparecieron; nunca más pensé en mí”, dijo, meses antes de partir. Resulta difícil imaginar el futuro sin su ímpetu de ronda haciéndose pueblo. Porque eso fue siempre Hebe: pueblo y lucha, cargada de contradicciones, errores, y también muchos aciertos.
La Dictadura cívico-eclesiástica-militar secuestró, torturó y desapareció a su hijo mayor, Jorge Omar, en febrero de 1977. Hebe, como tantas otras madres, recorrió comisarías, cárceles, cuarteles, ministerios y vicariatos, intentando dar con su paradero. “Sólo pretendía alcanzarle una muda de ropa y algo de comida”, relata en Historias de Vida, autobiografía editada por Matilde Sánchez.
Hastiada de la ignominia institucional, un jueves de abril se unió a las Madres que se congregaban en Plaza de Mayo, estampó su firma en una carta a la que Videla jamás respondió, y se amalgamó a esa voz colectiva que desafió la irritable víscera del poder ocupando espacio público. Fue una “Loca” más de Plaza de Mayo que se calzó un pañal blanco en la cabeza y, del brazo de otra Madre/Loca, comenzó a circular alrededor de la Pirámide el día que un milico las conminó a circular para disuadirlas.
Sin siquiera pensarlo, Hebe, al igual que la totalidad de las Madres de Plaza de Mayo, deconstruyó el mandato patriarcal que recluía a la mujer al ámbito de lo privado y se erigió en mujer pública, en sujeto colectivo, en la principal fuerza de oposición política que debió enfrentar la Dictadura cívico-eclesiástica-militar, primero. Y más tarde el poder político y económico, luego del regreso de la democracia.
Tras del secuestro y desaparición de su segundo hijo, Raúl, el 6 de diciembre de 1977 -días antes de que un grupo de tareas de la marina hiciera lo propio con madres y familiares en la Iglesia de la Santa Cruz y raptara a Azucena Villaflor en la puerta de su casa-, se juró no desfallecer jamás y tomó la posta, haciendo de su cuerpo una trinchera, de su voz un megáfono y de su lucha la causa de todos y todas.
En 1978, mientras rodaba la pelota mundialista en las canchas del país, las Madres/Locas que rondaban alrededor de la Pirámide de Plaza de Mayo desafiaron al poder y denunciaron ante el mundo entero el secuestro y desaparición de sus hijos e hijas en manos de la Junta Militar. Esta huella de coraje expuso el plan sistemático de exterminio de personas instalado en nuestro país.
En 1979, cuando el Gobierno de facto les impide ingresar a Plaza de Mayo, las Madres, que ya no eran “Locas”, comienzan a viajar al Exterior. Hebe, junto a María del Rosario Cerrutti y Elida de Galetti, encabeza esa travesía. Lleva un tapado prestado, muy poca ropa y el inmenso temor de subir por primera vez a un avión.
En Estados Unidos, exponen ante la OEA y hacen extensivo su reclamo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que cursa una solicitud a la Junta Militar para visitar nuestro país y corroborar la denuncia de las Madres. En Italia son recibidas del presidente Sandro Pertini, no así por el recién asumido papa Juan Pablo II. Al regresar al país, advertidas de la intención de la Junta Militar de aniquilarlas políticamente ante la CIDH, las Madres deciden institucionalizarse. Conforman la Asociación Madres de Plaza de Mayo y designan a Hebe como presidenta.
Además de jugar un papel protagónico en la presentación de pruebas ante la CIDH, esta organización se destacó en su lucha por los derechos humanos. Desarticuló la teoría esbozada por la Junta Militar de guerra anti-subversiva o ausentes para siempre bajo la consigna “Aparición con vida”. Inició, en 1981, las Marchas de la Resistencia tras la premisa “Resistir es combatir”, que precipitaron la crisis hacia dentro de la Junta Militar. Luchó contra cada intentona de impunidad de los culpables de crímenes de lesa humanidad.
Estas y otras tantas batallas les permitieron a las Madres de Plaza de Mayo elaborar su propia teoría sobre la emergencia de este Movimiento. Reconociéndose “paridas por sus propios hijos e hijas desaparecidos”, reivindicaron su militancia revolucionaria y la sintetizaron en el lema: “Todos son nuestros hijos”.
La vuelta de la democracia lejos de justicia acarreó nuevas disputas de sentido y enfrentamientos con el poder político. Las Madres exigieron al Gobierno de Alfonsín la creación de una comisión bicameral para investigar los delitos de lesa humanidad cometidos durante la Dictadura y se opusieron abiertamente a la creación de una comisión de notables como la CONADEP, presidida nada menos que por Ernesto Sábato, un fundamentalista de la teoría de los dos demonios.
En el mismo sentido, se pronunciaron respecto al Juicio a las Juntas Militares. “En principio, porque creemos que se está condenando a nuestros hijos implícitamente, ya que se juzgan los excesos en ‘la guerra contra el terrorismo’. Lo que hay que aclarar acá es que no hubo guerra, ni un exceso, sino un plan sistemático de exterminio, donde las categorías militante popular u opositor político quedan afuera, para quienes llevan adelante los juicios solo hay inocentes, terroristas y colaboradores”, declaraba Hebe en 1985. Anticipando la amnistía encubierta que ocultaba este enjuiciamiento, de cuya sala fue expulsada el día en que se leyó la primera sentencia absolutoria, tan sólo por colocarse el pañuelo blanco en la cabeza como señal de protesta.
Pese a la actitud titubeante de Alfonsín, Hebe estuvo en las calles durante los alzamientos carapintadas. Hizo lo propio condenando la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Más tarde se convirtió en una ferviente opositora al gobierno de Menem, repudiando los indultos en favor de los genocidas, el desguace del Estado y políticas neoliberales que desplegó en detrimento de las grandes mayorías.
Concibiendo que los derechos humanos deben conjugarse con los derechos sociales, desde la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Hebe, impulsó la creación de un Instituto Universitario Nacional, un periódico, una radio, una casa cultural y una librería.
Estuvo en la Plaza de Mayo en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 enfrentando la represión del gobierno de Fernando de la Rúa contra los manifestantes, donde hubo decenas de muertos. Sin embargo, transigió ante el Gobierno kirchnerista, haciendo concesiones que la apartaron de sus más lúcidos seguidores.
Durante el gobierno de Cambiemos, enfrentó a Mauricio Macri desde el primer día, cuando retomó las marchas de la Resistencia. En agosto de 2016, una multitud se congregó en las puertas de la Casa de las Madres en el momento en que trascendió la noticia de que iba a ser detenida y llevada a la fuerza a declarar a los tribunales de Comodoro Py.
Polémica, errática a veces, pero inmensamente valiente siempre, Hebe signó un compromiso de lucha que mantuvo hasta el final de su vida.