La Crisis Económica según el Cine del Primer Mundo II
GREY GARDENS. Dirección: Michael Sucsy. Guión: Michael Sucsy, Patricia Rozema. Reparto: Drew Barrymore (Little Edith Bouvier Beale), Jessica Lange (Big Edith Bouvier Beale), Daniel Baldwin (Julius Krug), Jeanne Tripplehorn (Jacqueline Kennedy Onassis). Origen: Estados Unidos. 2009.
En GREY GARDENS la acción transcurre en Estados Unidos a partir de la gran crisis económica de los años treinta. Se trata de una historia real. La familia Beale vivía fastuosamente en Park Avenue, Manhattan. Tras la debacle financiera, el Sr. Beale pierde varias propiedades y la familia debe mudarse a la residencia de verano en East Hampton: una mansión, que está a nombre de la Sra. Beale, de veintiocho habitaciones con extenso parque junto al mar, llamada Grey Gardens (Jardines Grises).
Allí la Sra. Beale, Edith Bouvier Beale, ignora las estrecheces de la época dando fiestas, cantando boogie woogies, rodeándose de glamour, vanidades y ensueños, y transgrediendo el recorte de gastos impuesto por su marido. El matrimonio acaba separándose por discrepancias e infidelidades recíprocas. Edith se queda en Grey Gardens y recibe una modesta asignación. El séquito de la Sra. Beale disminuye gradualmente según desciende el dinero: se va el personal, luego las amistades, luego el amante. Tras la muerte del ex marido, Grey Gardens se hace imposible de mantener. Los techos tienen goteras, el parque se convierte en selva. Edith no atiende el consejo de sus hijos: vender esa descomunal mansión para vivir cómoda, y con resto, en un departamento o casa razonable, como intenta la mayoría de la gente. Edith Bouvier Beale no quiere dejar su reino. Permanecerá en Grey Gardens junto a su hija preferida. Una joven muy hermosa y algo boba, criada como una princesa frívola, que sueña con ser actriz y bailarina. Madre e hija se llaman igual: Edith Bouvier Beale, no es un dato menor. Y se distinguen como Big (Gran) Edith y Little (Pequeña) Edith. La relación entre ellas es dependiente y destructiva, niega la realidad y el paso del tiempo. Madre e hija, se enquistan en el pasado, la pereza y la locura. Viven treinta años en el mismo lugar que fuera de riqueza y glamour, pero ya no hay luz ni calefacción, algunos techos se caen y deben cerrar varias habitaciones, las enredaderas invaden la casa colándose por las ventanas y los techos, el piano ha sido destruido por las goteras, en los rincones hay pilas de basura, las salas son guaridas de ratas, gatos y mapaches, apestan a orín, hay piojos. Asombra el abandono, la decadencia indigna, la soberbia determinación de quedarse, la dejadez supina de las mujeres que ni siquiera intentan mantener limpio el lugar.
En 1971, el Departamento de Salud entra a la casa con una orden del juez y se lleva varios animales. El sitio es inhabitable. La suerte de las Beale parece el desalojo pero ocurre algo extraordinario. La prensa descubre que Big Edith y Little Edith son nada menos que la tía y la prima, respectivamente, de Jacqueline Bouvier Kennedy, que fuera Primera Dama, esposa de J.F.K., casada después con el magnate Aristóteles Onassis. Esta noticia de los parientes pobres y abandonados por semejantes personajes es como una golosina para los medios. Jacqueline no tiene más remedio que socorrerlos. Y como Big Edith insiste en quedarse, se procede al arreglo sanitario de Grey Gardens. Hay en la película una escena memorable del reencuentro de Jacqueline con las Beale.
GREY GARDENS ofrece lecturas más profundas. Allí los personajes resisten, no transigen ni aceptan un cambio de posición social. Las Beale se quedan con la mansión y con sus sueños intactos, pero el castigo es durísimo. La exclusión, la pobreza extrema, el aislamiento, la autodestrucción, la locura. Sin embargo, después de treinta años terribles las Beale tienen su recompensa. Llega el rescate de Jacqueline y alcanzan cierta popularidad. Aparecen a menudo en la prensa, y en 1975 se estrena con éxito un documental de los hermanos Maysley donde las Beale muestran Grey Gardens y cuentan su propia historia -uno de los ejes de la película es precisamente ese documental-. En 1976, ya octogenaria, muere Big Edith como había querido: en su lugar más amado del mundo. Little Edith vende Grey Gardens con la condición de que se preserve la casa, vive en varias ciudades, monta un espectáculo donde actúa, canta y baila, e impone una moda de reciclaje: usar al revés las viejas faldas, abrirlas, confeccionar turbantes con camisetas, etc. Little Edith muere en el 2002 a los ochenta y cinco años; podría decirse que con sus sueños cumplidos.
Hoy ha vuelto la moda impuesta por Little Edith, se difunde la música de Big Edith y el documental de los Maysley, hay varias puestas teatrales sobre las Beale, Internet está plagada de notas, la película felizmente interpretada por Drew Barrymore y Jessica Lange es un éxito… ¿A qué responde hoy este relanzamiento de GREY GARDENS? Probablemente, a la reaparición de una tremenda crisis económica. Las Beale vuelven tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando miles de familias norteamericanas deben dejar sus casas soñadas y millones de personas en todo el mundo deben restringir sus gastos; vuelven para provocar las catarsis necesarias, vuelven para mostrar la resistencia, el castigo, el abandono, la locura, el desamparo, la determinación, el triunfo final de los sueños.
En este sentido, como respuesta a la crisis, la historia de GREY GARDENS tiene un inconveniente -que es típico del individualismo estadounidense y de algunos cuentos de hadas-: si no hubiera existido el parentesco con el hada Jacqueline, la consecuente atención de los medios y el consecuente rescate, el destino de las Beale habría sido muy negro.