Tráfico animal
El tráfico ilegal de fauna y especies silvestres es un delito comparable a la trata de personas. Sin embargo, y pese a la existencia de leyes de protección y preservación de la biodiversidad, las medidas para combatirlo siguen siendo prácticamente inexistentes.
por Maia Kiszkiewicz
La Red Argentina Contra el Tráfico de Especies Silvestres (RACTES) es una organización conformada por ONGs y personas comprometidas en combatir el tráfico y la caza de especies silvestres en nuestro país. Surgió hace 20 años con el objetivo de crear un espacio dedicado a la protección del medio ambiente y hasta la fecha, continúa sosteniendo que el tráfico de animales merece la misma atención que el delito de trata de personas.
Durante el décimo encuentro anual de la RACTES, celebrado a mediados de septiembre, Jennifer Ibarra, integrante de la Fundación Cullunche por la conservación del ambiente, la flora y la fauna silvestres, y fundadora y presidenta actual de RACTES, indicó que, en Argentina, el tráfico de animales “es una problemática subestimada, relegada a las terceras y cuartas páginas de los funcionarios de menor rango”. El combate al tráfico de fauna en Río Negro, la educación ambiental, la caza de animales autóctonos como negocio, la crueldad, el tráfico de tortugas en Uruguay -que demostró que estas situaciones no suceden sólo en Argentina, y el comercio mundial de trofeos, fueron algunas de las problemáticas compartidas.
El tráfico de fauna es una problemática a nivel mundial que implica el comercio y la movilización tanto de animales como de productos -cueros, trofeos, uñas- o subproductos -tapados, mates, objetos tallados, zapatos- ilegales derivados de especies silvestres. Es decir, todo lo que proviene directamente del animal y se comercializa de forma tal que evade los controles y las leyes del país. Esto implica una compleja trama de acciones organizada física y virtualmente con el único fin de obtener ganancias económicas a costa del sufrimiento de otros cuerpos.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el mercado del comercio ilegal de vida silvestre genera más de quince mil millones de dólares al año y es el cuarto comercio ilegal mundial después de delitos relacionados a la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas. Sin embargo, al ser un comercio ilegal estas cifras son meramente estimativas y resulta claro que la realidad las supera. “Y trabajar en red es la única forma de revertir o redireccionar la falta de políticas públicas respecto al tráfico de fauna y la cacería furtiva. Hemos visto que las cosas salen de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera. Y con redes de ONGs y personas podemos hacer petitorios, juntar firmas, y mover un poquito la aguja en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial para lograr cambios estructurales”, agregó Jennifer, en comunicación con Periódico VAS.
Durante el encuentro dijiste que desde el Estado no se hace un ataque integrado al tráfico. Por ejemplo, si se investiga el tráfico de armas se deja de lado el tráfico de animales. ¿Por qué pensás que sucede?
Es una sumatoria: Hay falta de información, hay desconocimiento, y lo urgente termina tapando lo importante. Todo eso junto lleva a que quede de lado el ataque al tráfico de fauna, también de flora. Por eso una de las cosas que nos hemos propuesto es tratar de que se hagan capacitaciones en los Poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Desde nuestra tarea muchas veces nos hemos acercado a diferentes personas que trabajan en esos Poderes y siempre hay alguien que se interesa. Pero lo que sucede ahora es que la mayoría no tiene ni idea de lo que se necesita.
La Ley 27.592, sancionada en 2020, conocida como Ley Yolanda en homenaje a la doctora Yolanda Ortiz, primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano del país, tiene como objetivo la formación integral y obligatoria en ambiente, con enfoque en desarrollo sostenible y cambio climático para todos los funcionarios públicos en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. ¿Qué pasa con esta Ley?
Se aplica de manera bastante tímida y poco eficiente. De hecho, es una de las cosas que pedimos de manera manifiesta: que se fortalezca esta ley que busca, sobre todo, que la formación tenga una perspectiva de desarrollo sostenible y con especial énfasis en el cambio climático.
¿Por qué no se aplica?
Hay un lobby importante, no les interesa que esto se mueva mucho.
El tráfico está relacionado a personalidades, políticos, personas que tienen zoológicos privados. La época de Ménem fue la de más esplendor de los zoológicos privados, por ejemplo, él mismo tenía uno. Eso ha disminuido, pero todavía hay gente que busca un flamenco, un tucán u otro tipo de fauna para adornar su patio. Y hay un grupo grande de empresarios que tienen sus campos cerrados, privados, con cotos de caza y reciben turismo extranjero.
Hay algo cultural en esa necesidad de tener y mostrar. Como dijo, en el encuentro, Alejandro Fallabrino, de la organización Karumbé de Uruguay: “Al ser humano le gusta el circo”.
Es que parece que hay que demostrar algo todo el tiempo. Buscan disponer de un bicho para mostrárselo a tus amigos o adornar la casa, cuando el bicho quizás hubiera querido estar haciendo otra cosa. Es tremendo.
Y es profundo. Por eso hay que inculcar y cultivar el amor por lo vivo desde los primeros años de cada ser. Pero no es algo que se trabaje mucho en las escuelas. Ahora, por suerte, se habla más desde la búsqueda por la empatía, el respeto. Eso disminuye la violencia intrafamiliar y el maltrato animal, que están relacionados. Al que no le importa la vida de un ser que no se puede proteger, es el que después le pega a la mujer o a los niños. Hasta que no se entienda que está todo relacionado, que se necesita un manejo holístico e integrado de toda la problemática, va a costar un montón.
¿Sentís ausencia del Estado?
Absolutamente. Tanto nacional como provincial. Hay excepciones, pero esas excepciones son políticos de tercera o cuarta línea que, en definitiva, no es mucho lo que pueden hacer. Los que sí pueden, hacen actos y se ponen un maquillaje verde para la gilada. Pero las cosas de fondo no las tocan. Ponen en los puestos a sus amigos, no a gente capacitada. Tampoco capacitan a esos amigos. Entonces es una pérdida de tiempo y de recursos.
Y todo lo que hay que hacer y no hacen es un peso que cae en las ONG, que muchas veces no tenemos el tiempo suficiente. Todos vivimos de otras cosas. Entonces lo que invertimos en ir a las escuelas, recibir las visitas, es el tiempo que “nos sobra”. Y no alcanza. Por eso los traficantes siempre están un paso más adelante que nosotros.
Estamos en un momento electoral y se habla poco del ambiente. Lo poco que se habla siempre tiene al ser humano como centro. Es decir, todos los modelos hablan de que el ser humano conviva un poco más, un poco menos, con la naturaleza. Pero nunca a la par, nunca como parte.
La concepción desde la que se habla es: tenemos oro, tenemos litio, tenemos petróleo, reventemos la Cordillera, hagamos negocios inmobiliarios, más soja, reventemos los humedales. Las propuestas siguen la línea del modelo extractivista. De hecho, hubo que hacer una campaña online para exigir que los candidatos a presidentes toquen el tema ambiental en el debate. No estaba en la agenda. Y de las tres posibilidades con más chances de ganar no hay ni una sola propuesta respecto a lo ambiental. De los partidos de izquierda sí hay algunas, pero pocas. Así que parece que todavía tendremos que esperar bastante para que se hable del tráfico de fauna.
No me llegó ese petitorio, pero sí uno para que se hable en el debate sobre la agenda feminista. Parecen ser los temas de los que no les conviene que se hable.
Evidentemente no conviene.
Y están relacionados. Son los temas que hay que trabajar para tener una sociedad empática.
En una nota para Periódico VAS, Muriel Bruschi, educador canino y parte del equipo que lleva adelante el proyecto Por un mercado sin animales, decía que su trabajo se relaciona con el intento de dejar de pensar al perro como funcional para el humano y acercarnos a su punto vista. Esto también puede considerarse en relación con otros animales. En la búsqueda de una sociedad más empática, de cambiar el foco, de dejar de considerarnos el centro del universo, Muriel llegó a denunciar el maltrato y la venta de animales en Mercado Libre, por ejemplo. Sin embargo, considero que hay un trabajo más grande por hacer respecto a las redes sociales en general ¿Cómo se legisla en el mundo virtual?
Las redes sociales son una vergüenza. No hay reglamentación. Ahí se ve muy clara la ausencia del Estado Nacional y los Provinciales. Lo que sería lógico es que si una empresa privada extranjera pone un pie en el país se adecúe a las leyes vigentes. No sucede.
¿Qué se puede hacer para que esto cambie?
Desde la Fundación Cullunche, hace unos años, denunciamos a Facebook ante la Justicia federal, que se declaró incompetente y derivó el caso a la Justicia provincial de Mendoza. Lo que denunciamos fue justamente que no se adecúan a nuestras leyes. Lo único que logramos fue que pongan un botón para que se pueda reportar y denunciar la publicación cuando hay fauna en peligro en venta.
Nosotros sabemos que Facebook es herramienta y partícipe necesario del tráfico de fauna. Y sabemos, también, que le encuentran la vuelta, usan otras palabras para no ser explícitos en las transacciones. Y aún sucede. No pudimos lograr que Facebook diera de baja los grupos que trafican animales. La realidad es que cuando aparece pornografía infantil o tráfico de niños, se mueven. Eso demuestra que es posible, pero también que el tráfico de fauna sigue siendo secundario. No se dan cuenta de que detrás de todo está la misma gente que comercia con personas.