Crear nuestra propia magia

por Gabriel Luna

En el mes pasado, la editorial del Periódico VAS Nº 186 después de una exposición de hechos y análisis para distinguir la realidad de la ficción y considerar nuestro malestar profundo, concluía con esta frase a modo de consigna: “Crear nuestra propia magia”.
Este mes, precisamente el 11 de septiembre, hubo una marcha multitudinaria. Se trata de una fecha emblemática que coincide con la muerte del presidente Salvador Allende, debida a un golpe militar impulsado por EE.UU. en 1973 para imponer el neoliberalismo en Chile, y con el derrumbe del Centro Mundial de Comercio -las Torres Gemelas- inaugurado en 1973, cuna del neoliberalismo, debido a un atentado de Al-Qaeda en 2001. Y ese mismo año, 2001, en el mes de diciembre, hubo una gran marcha que derrocó al gobierno del presidente neoliberal De la Rúa en Argentina. ¿Qué tiene que ver todo esto?
Son relaciones históricas que le dan un sentido a nuestro presente. Decía que este 11 de septiembre en 2024 hubo una marcha multitudinaria frente al Congreso en la ciudad de Buenos Aires. Una marcha cuya trascendencia no conocemos todavía, pero que bien vista también está relacionada con el neoliberalismo. El pueblo se reunió frente al Congreso para pedir a los diputados que no aprueben el ajuste a los jubilados propuesto por el presidente neoliberal Javier Milei. En concreto, Milei vetó una Ley que actualiza los haberes de los jubilados, bajando en consecuencia los haberes. Y los diputados se reunieron para debatir y convalidar o no ese veto.
Estamos hablando, para ser aún más claros, de alrededor de 6 millones de jubilados que cobran un haber mínimo, que son pobres o indigentes y no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de salud, vivienda y alimentación. ¡A ellos se les aplica un ajuste! Estamos hablando de 6 millones de judíos, digo de jubilados, que vivirán peor -como si sufrieran un castigo por su condición- y que sin duda llegarán más pronto a la muerte. Se trata de un exterminio. Por eso esta marcha multitudinaria frente al Congreso -que cubrió dos plazas, tres avenidas y un conjunto de calles-, para que los diputados no aprueben un nuevo ajuste. Y digo nuevo porque no es el primero. Desde que asumió, Milei viene aplicando ajustes al pueblo y en particular a los jubilados.

¿Cómo se sostiene todo esto?

Con represión, sí, pero fundamentalmente con ficción.
Hace tres meses, el 12 y 13 de junio, hubo otra marcha tan multitudinaria como la de septiembre, también frente al Congreso. Los senadores se reunieron para tratar el proyecto de Ley de Bases, enviado por el presidente Milei. La Ley de Bases es un paquete de medidas que resuelve el desequilibrio fiscal aumentando las tarifas de los servicios públicos, aumentando los impuestos al pueblo, pero no a las corporaciones, licuando las jubilaciones (como acabamos de ver), y reduciendo los aportes del Estado a la educación y la salud pública. Es decir, Milei propone alcanzar el Déficit cero (que según él será la solución de nuestros problemas) mediante varios ajustes, pero no a los ricos sino a los que menos tienen. Si el Estado no recauda lo suficiente para pagar los intereses exigidos por el FMI, el Banco Mundial y los prestamistas privados, entonces recortará todo lo que sea necesario a los jubilados, empleados públicos, hospitales, programas sociales, obra pública, universidades, cultura, avasallando derechos adquiridos… Milei no dijo nada de esto en campaña. Es parte de la ficción armada. “Si les decía lo que iba a hacer, no me votaban”, confesó una vez el admirado maestro político de Milei, Carlos Ménem: el presidente peronista que trajo el neoliberalismo por la vía democrática a la Argentina en los 90’. La ficción viene armada desde hace tiempo.

Las dos marchas multitudinarias terminaron en represión, en particular la del 12 y 13 de junio donde hubo más de 100 heridos por balas de goma, golpeados por la policía y la gendarmería, intoxicados con gas pimienta; y hubo más de 30 detenidos y maltratados sin razón.
En las dos ocasiones, los senadores -en junio- y los diputados -en septiembre- votaron contra el pueblo. ¿No conocían los senadores y los diputados los alcances de la Ley de Bases y del veto de Milei respecto a los haberes jubilatorios? Por supuesto que sí. Pero fingieron desconocerlos. La mayoría de los senadores y diputados es corrupta. No representan al pueblo sino a las corporaciones y a los operadores financieros. Arman una ficción de democracia que oculta los negocios, las prebendas, la opulencia y la apetencia de poder. El Congreso es una puesta en escena. No hay debate, democracia ni principios, sólo actuación. Y lo mismo pasa con el Gobierno ejecutivo. Estamos en el reino de una ficción continua que tiene enorme difusión mediática.

Breve crónica

El domingo 15 de septiembre por la noche, el presidente Milei emitió un discurso por cadena nacional para dar a conocer el Presupuesto nacional de 2025. Y así como en otros discursos personificó a Moisés recibiendo de las fuerzas del cielo las tablas de la Ley (léase Ley de Bases) y bajando desde el monte Sinaí para salvarnos, esta vez encarnó a Cicerón, político romano del siglo I AC, y dijo: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser aprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse. Para que Roma no vaya a la bancarrota la gente debe aprender nuevamente a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado”. Pero Cicerón jamás dijo eso. Se trata de algo extraído de una novela. Es parte de una ficción que muestra a Milei como un gran hombre brillante, que viene ahora desde la Roma imperial para salvarnos. Y el Presupuesto nacional 2025 brilló por su ausencia. No tuvo ninguna cifra, porque surgirá del saldo que reste una vez pagados los intereses exigidos por el FMI, el Banco Mundial y los prestamistas privados, como dió a entender Milei. La finalidad del discurso parece alcanzada: el mensaje del ajuste envuelto con la ficción de Cicerón; y la exaltación de Milei, hecha por sí mismo, proclamándose, además del político más popular del mundo, “el primer presidente economista argentino”. Sin embargo, algo sorprende a Milei y a los propagandistas asociados. El apagón mediático. Durante el discurso, el rating televisivo cayó más de 10 puntos. Esto significa en Argentina, que había aproximadamente 1.200.000 espectadores antes de empezar la cadena nacional y al finalizar sólo quedaban 200.000. ¿Cómo explicarlo? ¡Los propagandistas asociados apelaron a la ficción de la lucha política con la oposición y le echaron la culpa a Cristina Kirchner!
El martes 17 de septiembre por la noche, el presidente Milei festejó con un asado en la Quinta de Olivos a los 87 diputados que apoyaron su veto contra los jubilados el 11 de septiembre, y los llamó “héroes”.
El viernes 20 de septiembre por la tarde, Día del Jubilado, hubo una manifestación en Plaza de Mayo donde se repudió el asado a los “héroes”. Y los jubilados, a través de varios oradores y oradoras en una suerte de cabildo abierto, llamaron a una unidad -generada desde abajo y deponiendo diferencias- con la CGT y la CTA, para convocar un Paro General.
El sábado 21 de septiembre, Milei viajó por sexta vez a EE.UU. desde el inicio de su mandato hace 10 meses. ¿Hay algo que no consigue? ¿O viaja para recibir órdenes y rendir cuentas? ¿Tiene intereses corporativos, personales, o nacionales? Es un misterio. Milei viajó en un jet privado con su gabinete selecto. Visitó la tumba de un rabino. El lunes 23 hizo un discurso en Wall Street ante algunos inversores y, ese día, bajaron las acciones argentinas. Visitó al megabimillonario Elon Musk. Participó de un encuentro con el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, donde disertó más de una hora. Y el martes 24 dio un discurso en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y la acusó de «imponer un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales», dijo que Argentina no firmará el «Pacto del Futuro», un acuerdo respaldado por 193 países que calificó como un «programa de gobierno de corte socialista». Anunció que Argentina abandonará su neutralidad histórica ante conflictos bélicos, y apoya la ocupación israelí en la Franja de Gaza y el genocidio palestino. ¿También apoya el exterminio de los viejos pobres en Argentina? Todo parece indicar que sí.

Una solución

Hablaba al principio de esta nota de “Crear nuestra propia magia”. ¿Cómo es eso? Imaginar un mundo mejor y empezar a forjarlo. ¿Y cómo se hace? Lo primero es reconocer las ficciones ajenas que nos someten. De eso va esta nota. Vivimos en un sistema político que nos somete con ficciones. Reconociendo estas ficciones podremos liberarnos. Podremos imaginar y formar un colectivo para cambiar el sistema.
¿Cuáles son esas ficciones? Varias. Creer que un presidente o presidenta deba ser nuestro salvador o salvadora, por ejemplo. Se ve claramente aquí que eso no ocurre. Otra. El asunto de la casta política. Es una ficción creer que sólo es la casta o la clase política la causante de la crisis económica. La clase política es intermediaria, trabaja para las corporaciones y los organismos financieros. No representa al pueblo: es corrupta. Son las corporaciones y los organismos financieros quienes crean la desigualdad económica, la crisis y la pobreza. Otra. La ficción de la lucha política entre dos partidos o movimientos, donde uno es malo y el otro menos malo y se turnan para gobernar. Los dos son malos, y no gobiernan para nosotros, como queda dicho. Los resultados están a la vista.
¿Qué hacer entonces? La magia. Agruparse, integrar colectivos con la idea de cambiar el sistema político, de que el pueblo participe en las decisiones de gobierno, de que el pueblo gobierne sin representantes. El sistema se llama democracia participativa o democracia directa. Y hubo un intento de instalarlo en el país hace 23 años, pero la clase política y las corporaciones frustraron el intento. Fue el 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando una gran marcha al grito de “¡Qué se vayan todos!” derrocó al gobierno neoliberal del presidente De la Rúa.

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