Estrategias para desintoxicarse en tiempos envenenados

Durante el IV Encuentro de Pensamiento Sobre Prácticas Somáticas, Urgencias del cuerpo en estado de crisis, celebrado el 3 y el 4 de octubre de 2024, destacados exponentes del ámbito de la danza se reunieron en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) para explorar diversas manifestaciones artísticas y discutir teorías contemporáneas.
Organizado por el Área de Danza del Instituto de Artes del Espectáculo (IAE/UBA), el Área de Danza del CCC y la Fundación MFD (Movimiento Federal de Danza), el evento ofreció un espacio dinámico de intercambio que incluyó conferencias, ponencias, instalaciones de crisis, performances y conferencias performáticas.
Uno de los momentos emotivos se produjo el viernes 4 de octubre, cuando Kiné, la revista de lo corporal, presentó en la sala Leónidas Barletta del ex Teatro del Pueblo, una conferencia performática que combinó palabras, música en vivo, canto y danza armonizadora, culminando en una celebración de baile compartido que invitó a todos los presentes a participar activamente en la experiencia artística y comunitaria.

A continuación transcribimos el texto de la directora de Kiné, la revista de lo corporal.

Estrategias para desintoxicarse en tiempos envenenados

por Julia Pomies

El día que recibí la invitación de Nea Rattagan para sumarnos a este nuevo encuentro, centrado en las urgencias de los cuerpos en crisis, por esas sincronicidades que suelen suceder, estaba terminando el informe biopolítico de la edición de abril: Estrategias para DESINTOXICARSE en tiempos envenenados.

Estaba seleccionando imágenes propuestas para que nuestro diseñador, Ruben Longas, creara uno de sus espectaculares collages… que reuniría dos hileras de policías detrás de sus escudos, un Milei con su motosierra, trolls amenazantes, una imagen de mujer encañonada con una pistola… y haciéndoles frente una suma de antídotos: una mano alzada con su pañuelo verde, un grupo de teatro comunitario cantando y tocando el acordeón, jóvenes pintando grafittis a todo color, las chicas de danza de la UNA bailando frente al Congreso, una toma de la marcha del orgullo, otra de la marcha del 24 de marzo… y más gente abrazada y bailando…

Y estaba escribiendo el copete, enumerando las estrategias que proponían las y los autores del informe. Les leo:

Encuentros, acción colectiva, danza en las calles y plazas, teatro comunitario, actividades corporales que aumenten la percepción y la sensibilidad propia y compartida, haciéndonos menos permeables a la manipulación… La insistencia de cuerpos que se niegan al silencio, la quietud, la tristeza… Cuerpos en estado de arte, de solidaridad, de canto y baile, de resistencia… Música y afectos. Abrazos reales para compensar tanta pantalla cargada de veneno, tanto odio, exclusión, represión…

No lo dudé; ese tenía que ser el tema central de nuestra conferencia performática de este año.

Y supuse que, entonces, la tarea iba a ser fácil y rápida.

Pero pronto, hablando con Nea, su equipo y el nuestro, nos dimos cuenta de que esas estrategias desintoxicantes habían estado desde el origen y en el desarrollo de nuestra publicación. Que fue creada hace más de treinta años cuando ya respirábamos la necesidad de contrarrestar un periodismo cada vez más tóxico. Donde los cuerpos sólo tenían presencia como biología, y no se los consideraba el asiento de la subjetividad, el producto de una cultura hegemónica, de una historia triunfalista, de una marca social y política… En la mayoría de los medios, los cuerpos presentes eran (y siguen siendo) los más bellos, para vender autos, cosméticos, moda… O los más atléticos, a los que había que imitar, extenuándose en gimnasios, sometiéndose a dietas y cirugías, tratando de borrar en ellos las huellas de cada vida, de cada intimidad, de cada edad.

Y ahí se expandió y complicó mi planteo, con la necesidad de hacer un poco de historia. Y nuestra historia es larga…

Kiné nació y creció con la convicción de que tenía que constituirse en un espacio donde tuvieran voz esas disciplinas, todas desintoxicantes, no escuchadas (o muy poco escuchadas) en otros medios. No le dimos lugar a las técnicas corporales tóxicas por los grandes esfuerzos que exigen para que nos convirtamos en cuerpos de óptima apariencia. No hubo gimnasias, ni actividades competitivas que exigieran alto rendimiento, ni propuestas de danza que requirieran cuerpos perfectos o impusieran modelos a seguir…

Cuando pensé en hacer Kiné, venía de transitar casi 30 años en las grandes editoriales, y simultáneamente de recorrer estudios de las maestras y pioneras del movimiento. Mi trabajo con el cuerpo había dejado de ser un hobby y ya había completado el profesorado de expresión corporal, decidida a dejar el periodismo y dar clases de movimiento. Estaba haciendo la formación en recursos expresivos en el Instituto de la Máscara, cuando en el revoltijo de mis personajes internos alguno de ellos preguntó «¿Y si hacés periodismo sobre estos otros modos de lo corporal?» Fuerte cimbronazo. Elina Matoso empujó esa idea. Incluso nos sentamos con su diccionario de griego hasta que apareció la palabra necesaria: Kiné, raíz de movimiento como en kinesiología, o cine… pero con significados que el diccionario griego-castellano expande a remover / agitar / cambiar de sitio / tocar ligeramente / excitar / estimular / conmover / revelar… Ahí mismo la bautizamos. Y salí a buscar las madrinas que avalaran esa criatura. Patricia Stokoe era el sumun de mi aspiración. La creadora en Argentina de la Expresión Corporal Danza. Me atreví a llamarla y contarle el proyecto. Hermosa sorpresa. Me dio una cita en su casa, me dio una catarata de contactos y consejos; se entusiasmó con la idea y se convirtió en un pilar férreo para el desarrollo y la difusión de la revista, a la que acompañó hasta el final, su final, que tanto lloramos, aunque con el tiempo logramos entender que nos sigue acompañando de mil modos.

A Patricia y Elina se sumó enseguida Susana Kesselman, retornada del exilio en España hacía poco tiempo, autora del excelente libro «El pensamiento corporal».

Así fue que los fundamentos de la revista se definieron y fortalecieron: con la mirada de Patricia acerca del derecho de todas y todos a desarrollar una danza propia, la propuesta de Elina de considerar al «Cuerpo territorio escénico» (título de su libro), y la ampliación del concepto del cuerpo hacia «lo corporal» promovida  por Susana.

Pronto nos fortalecimos también con el aporte de nuevos asesores y asesoras, como Olga Nicosia con quien definimos casi cien posters y se mantuvo siempre alerta a que nuestras intervenciones anatómicas (sobre todo en las tapas que íbamos creando con el jefe de arte, Rubén Longas) además de ser bellas tuvieran todos los huesos, músculos y órganos en el lugar adecuado.

Carlos Trosman con su abordaje desde la psicología social y la medicina china.

Raquel Guido, con su visión audaz y su personal interpretación de la Expresión Corporal, cargada de lo social y lo político.

Y si de lo político hablamos, subrayo la firma de Celeste Choclin, Dra. en Ciencias Sociales. Y de Emiliano Blanco, defensor de todas las identidades.

Así Kiné fue descubriendo y a la vez reforzando una red de profesionales que, cada uno en su especialidad, trabajaba en defensa de una vitalidad más plena. Incluso en los informes biopolíticos, donde tratamos los temas más conflictivos y urgentes (desde el corralito, hasta los cuerpos endeudados, las manipulaciones emocionales, la medicina como negocio, la discriminación, el ataque a la educación pública, las noticias falsas, el consumismo, la pérdida del pensamiento crítico, los miedos…) es regla que cada quien proponga siempre un antídoto basado en su metodología de trabajo.

Con esa convicción y ese respaldo, la revista misma (independiente, autogestiva, «periodismo sin patrón», como titula su libro AReCIA, la Asociación de Revistas Culturales que integramos) se convirtió ella misma en una estrategia para desintoxicarse y sobrevivir a las crisis y colaboró con la supervivencia y desintoxicación de los desintoxicadores que fueron escribiendo y difundiendo sus actividades en ella.

Kiné encontró una red, tal vez con algunos cabos sueltos, que necesitaba un espacio de expresión, consolidación e intercambio. Recibió ese aporte y a la vez ayudó a ligar fortaleciendo el campo de lo corporal.

Una red que se desplegó ampliamente en espacios como el MoTRICS, Movimiento de Trabajadores e Investigadores Corporales para la Salud, que durante más de 10 años logró armar encuentros locales, federales y hasta uno latinoamericano con más de 350 participantes.

Esos talleres y mesas de debate eran de los tiempos de la presencialidad… Pero hablando de estrategias de encuentros, clases, y nuevas tecnologías, no podemos dejar de mencionar este mismo espacio que nos convoca, donde convergen esas prácticas que hoy se están denominando Somáticas y que son o derivan de aquellas primeras.

Y también quiero destacar la actividad, virtual, presencial y gratuita, que acaba de desarrollarse, del 23 al 27 de septiembre: la Semana de la Sensopercepción, una celebración al cumpleaños de Patricia Stokoe (21 de septiembre), en la que las organizadoras lograron una enorme convocatoria con más de 100 o 150 asistentes todos los días en cada clase virtual, y además se dictaron clases presenciales, en estudios de Capital Federal, Provincia de Bs. As., Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, La Rioja, Neuquén, Rio Negro, Tucumán, San Juan. Fue un éxito enorme que ya se está organizando y perfeccionando para el próximo año.

Al recordar que todo nuestro espacio fue dedicado a esas disciplinas indisciplinadas creadas por aquellas pioneras a quienes dedicamos la conferencia Kiné del II Encuentro, el equipo organizador consideró oportuno volver a mencionarlas brevemente hoy como homenaje y agradecimiento para ellas, y también información para las y los más jóvenes como aporte a la reafirmación de sus fuentes y raíces.

Pioneras que fueron indisciplinadas de diversas maneras y por diferentes razones. Porque consideraron al cuerpo como un entramado bio-psico-social. Porque rechazaron los dualismos cuerpo-mente / cuerpo-persona / cuerpo-espíritu. Porque creyeron que el movimiento expresivo y la danza eran un derecho individual y colectivo de todos los cuerpos, sin limitaciones de biotipos, edades, capacidades…

Porque estaban convencidas del valor de la auto-observación como un camino para lograr mayor percepción de sí y del entorno, un registro más acertado de las necesidades propias y ajenas. Conscientes del peso de lo cultural y lo social, de la necesidad de buscar y proponer nuevos caminos para una vitalidad más plena. Mujeres potentes, valientes, impulsadas por el amor a la vida, a la sensibilidad, a la expresividad… Impulsadas por el deseo.

Pioneras que iniciaron su tarea en tiempos de posguerra, en tiempos de dictaduras, censuras, crisis, control de los cuerpos… Que constituyeron un verdadero movimiento que surgió y se expandió, aquí en Argentina, fundamentalmente desde la inquieta ciudad de Buenos Aires…

Algunas se conocieron entre ellas, otras no. Pero todas crearon modalidades de trabajo caracterizadas por la ruptura e innovación frente a las técnicas más rígidas, excluyentes, hegemónicas de cada época.

Mencionamos entonces a:

Patricia Stokoe (creadora de la Expresión Corporal-Danza y la Sensopercepción,  su técnica de base que desde 1954 tuvo un fructífero recorrido, y cantidad de derivaciones que continúan multiplicándose dentro y fuera de su estudio, que hoy sigue a cargo de Déborah Kalmar. En 1980 se inaugura, con la participación de Patricia, el Primer Profesorado Nacional de Expresión Corporal de la Escuela Nacional de Danzas «María Ruanova» que luego pasaría a integrar el Instituto Universitario Nacional de Arte (1996) IUNA convertido en 2014 en la UNA, Universidad Nacional de las Artes),

Lola Brikman (fundadora de la primera carrera que otorgó títulos docentes oficiales con validez nacional),

María Fux (pope de la danzaterapia en Argentina),

Frida Kaplan (que aplicó la eutonía al embarazo y parto),

Fedora Aberastury (y su sistema Consciente para la Técnica del Movimiento, iniciado en la década del 70),

Irupé Pau (y su Método de Gimnasia Consciente que se nutre en el trabajo de la alemana Inx Bayerthal y adquiere especial vuelo creativo en la Poética Corporal de Alicia Lipovetzky).

Susana Milderman (que inicia en 1948 su Gimnasia Rítmica Expresiva).

Susana Zimmerman (que en los años 60 y hasta 1970) creó una metodología propia para la formación de los intérpretes desde la dirección del área danza en el Instituto Di Tella).

María Adela Palcos (fundadora del Sistema Río Abierto).

Elida Noverazco (que desarrolló la metodología de Danza Armonizadora).

Alma Falkemberg (cuyo trabajo con esferas se multiplicó en esferodinamia, esferointegración, esferokinesis … )

Y también a una siguiente generación

Susana Kesselman (que en su tránsito entre el campo de las letras y la eutonía, terminó gestando el Corpodrama),

Elina Matoso (fundadora junto a Mario Buchbinder del Instituto de la Máscara que el año que viene cumplirá 50 años),

Aurelia Chillemi, creadora de la Danza Comunitaria, y arteterapeuta,

Susana González Gonz, artífice de la Danza Integradora.

Y cierro con un pedido especial de las coordinadoras: «contar las estrategias de Kiné para sobrevivir en momentos de crisis».

Y vaya si los tuvimos… Menemato, corralito, hiperinflaciones, endeudamientos varios, neoliberalismos, pandemia, motosierra… Aunque también tuvimos momentos de ampliación de derechos, luchas y triunfos por la identidad y los derechos humanos, grandes conmemoraciones y celebraciones colectivas en las plazas…

Para un breve resumen de las estrategias de sobrevivencia recurrí a la memoria (y el ingenio) de mi socio de la revista y de la vida. Carlos Martos, co-editor, recordó la importancia de iniciarnos «volando bajito». Un tiraje reducido que fue creciendo a media de la demanda. No tuvimos oficina, ni secretaria, ni cadete, ni departamento de publicidad, ni siquiera tarjeta de crédito. Elegimos el formato tabloide (como el de los diarios) en blanco y negro, que aunque a mí me gustaba especialmente para que el material pudiera «respirar» y los posters centrales, desplegados, fueran enormes… lo fundamental era el costo. El modo más barato en la imprenta. Una distribución alternativa, complementada por el mismo Carlos y su valija, visitando los kioscos. Quiero citar un par de frases de él. Una: «trabajo para cuatro, dinero para dos». Otra: «Vivimos de un fracaso editorial». Un comentario muy acertado, ya que veníamos de editoriales donde las revistas se cerraban cuando vendían menos de cuarentamil ejemplares. ¡Qué tiempos aquellos! Tiempos de papel. La gráfica en auge. Cuánto se derrumbó, no sólo por las crisis económicas sino también, y tal vez sobre todo, por el avance de la tecnología, el desarrollo de la información en internet, el cambio de hábitos lectores… (aquí y en todo el mundo). También a eso pudimos hacerle frente. En la pandemia aprendimos a digitalizarnos, reforzamos la página web y las redes, y decidimos seguir con la revista bimestral pero en formato virtual y además gratuita. Eso nos ayudó a llegar a más gente y más lejos. Sumar cantidad de páginas, color y belleza. Ganar en rapidez los tiempos en que se comía la imprenta, y por lo tanto en la actualidad, pudiendo incluir más obras en cartelera… danza, teatro, artes plásticas… De todos modos, extrañamos el papel, el objeto producido que tenía presencia, volumen, cuerpo. Los tiempos cambiaron y nos empujaron al cambio. Pero no nos sacaron de la cancha. Y compensamos la falta de ese cuerpo de papel con eventos de cuerpos y artes reunidos, presenciales, como en estos y otros encuentros. En especial estos del Instituto de Investigación de Artes del Espectáculo, a quienes tanto agradecemos y tanto nos enorgullece su reiterada invitación anual.

Ver nota completa en revista Kiné 164
Fotos: : Gabriela Marquis, Carlos Trosman

 

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