La alquimia económica de Milei

por Juan Pablo Costa

¿Estabilización o burbuja libertaria?
Javier Milei comenzó el 2025 sumergido en una ola de optimismo, y no es para menos. Al fracaso de los pronósticos agoreros, que en los casos más extremos le imaginaban un breve mandato, se le suma haber sido uno de los pocos presidentes invitados a la asunción del segundo mandato de Donald Trump, un hecho (cuestionable éxito) que refuerza su alianza con los sectores más conservadores a nivel global. El 2025 no se plantea tan simple. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el Gobierno durante este año electoral?

El optimismo que envuelve al Presidente y a su círculo más cercano se refleja en el notable endurecimiento de sus declaraciones. En la red social X salió a defender a Elon Musk de las críticas por haber hecho el saludo nazi en su discurso de asunción en el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca, un cargo homólogo al de Federico Sturzenegger en Argentina. Parece que el ataque a Musk le soltó la cadena a Milei, que dijo en X: “¡Zurdos hijos de puta tiemblen!, los vamos a ir buscar hasta el último rincón del planeta”. Todo un demócrata, ¿no? Luego en el Foro de Davos advirtió contra la “subversión cultural” de la homosexualidad, el feminismo y el cambio climático, afirmando que eran un cáncer que debía ser extirpado. Más democracia. Nos quedamos más tranquilos. ¿No?

En su relato, Milei dice que su gran éxito es haber hecho el mayor ajuste de la historia de la humanidad y mejorar, simultáneamente, su popularidad. Por lo tanto, siguiendo con su razonamiento, esto demostraría que la población habría comprendido la necesidad del sufrimiento, del ajuste y la motosierra. Sin embargo, esa mejora de la imagen, bastante relativa por cierto, está vinculada a la estabilización macroeconómica y la desaceleración inflacionaria luego de un período de alta inestabilidad. Podríamos resumirlo así: Milei piensa que su imagen crece por su agenda libertaria, pero quizás crece a pesar de ella, impulsada por la estabilización económica.

La alquimia del dólar barato
Pero ¿cómo se dio esa relativa estabilización macroeconómica? Decíamos en notas anteriores, que el Gobierno tuvo un sutil viraje en su política económica a mediados de 2024. De priorizar el superávit fiscal y la recomposición de reservas, pasó a priorizar la reducción de la inflación anclada en una escasa, por no decir nula, recuperación de ingresos, y en un constante abaratamiento del dólar, tanto oficial como financiero.

Es precisamente ese abaratamiento del dólar lo que produce numerosos efectos. Veamos. En primer lugar, una tasa de devaluación inferior a la inflación y por debajo de la tasa de interés abre la puerta a un negocio financiero atractivo: la valorización de capitales a tasa. Es el famoso carry trade o bicicleta financiera. Esto aumenta la demanda de pesos y resta presión compradora sobre los dólares.

En segundo lugar, un dólar barato implica importaciones baratas. Si lo combinamos con un proceso de apertura comercial, el resultado es la entrada masiva de productos de todo tipo que compiten con los nacionales y contribuyen a mantener a raya los precios internos. Por supuesto, el efecto colateral de esta medida es la destrucción del tejido productivo nacional. De hecho, según datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) relevados por el CEPA, en los diez primeros meses de 2024 cerraron 12.204 empresas -en su mayoría Pymes- marcando una pérdida de 205 mil puestos de trabajo registrados.

En tercer lugar, un dólar barato implica una pérdida de competitividad para las exportaciones argentinas, dado el incremento de costos locales medidos en dólares. Esto, sumado al punto anterior, es una toma “doble Nelson” al sector productivo. Además, perjudica a sectores del Círculo Rojo, como los exportadores agropecuarios y los grandes industriales como Techint. Por eso el Gobierno retrocedió en chancletas cuando anunció una baja temporal de las retenciones, que mejorará el tipo de cambio implícito para las exportaciones agropecuarias. Existen, además, especulaciones por su carácter temporal hasta mediados de año. Es que ante un escenario más complejo en donde el Gobierno avance en una devaluación, se podrán restituir las retenciones para compensar dicha medida.

En cuarto lugar, el dólar barato suele generar un crecimiento del poder de compra, una suerte de “efecto riqueza” para el sector de la población que no es afectado por la desocupación o el cierre de las empresas. Esto tiene lógicas implicancias políticas. Uno podrá discutir sobre la sustentabilidad a mediano plazo del modelo, pero, mientras tanto, sirve para generar cierta aprobación y legitimidad política. Algo parecido a lo ocurrido durante la década menemista cuando la desocupación y pobreza crecían imparablemente, pero (casi) nadie se atrevía a proponer la salida de la convertibilidad.

Finalmente, un dólar barato implica una Argentina cara para los extranjeros y un mundo barato para los argentinos. Esto explica el boom turístico de los argentinos en Brasil y otras latitudes. Según datos oficiales del Ministerio de Turismo, para noviembre de 2024 la balanza turística pasó a ser fuertemente deficitaria, ya que el turismo receptivo cayó un 28% interanual, mientras que el turismo emisivo aumentó un 64% interanual.

¿Pero es posible tener un dólar barato sin mayores costos? En realidad, la baja “artificial” del dólar, o sea la que no es producto de la entrada de dólares por exportaciones, debe financiarse de alguna forma. Es la mugre debajo de la alfombra que el Gobierno no quiere que veamos, la vulnerabilidad del modelo libertario.

¿Cómo se financia el dólar barato?
El Gobierno utilizó y utiliza distintas estrategias para mantener controlados los dólares oficial y financiero.
En primer lugar, la política de “dólar blend” que consiste en permitir a los exportadores liquidar el 20% de sus ventas en el CCL (Contado con Liquidación). Esto implica un dólar más alto para exportadores, a costa de reducir las potenciales compras de dólares por parte del Banco Central.

Luego, en julio de 2024, el Gobierno se planteó una nueva norma monetaria consistente en la esterilización de los pesos utilizados para la compra de dólares en el mercado oficial, vía la venta de la equivalente cantidad de dólares en el CCL. De esta forma, se utilizaron reservas internacionales del Central para forzar la baja del dólar financiero y contener la brecha.

En septiembre comenzó a impactar el blanqueo que, a partir de otorgar condiciones extraordinarias para los evasores, fue un gran éxito al ingresar cerca de 20 mil millones de dólares. Esto incrementa las reservas líquidas, es decir el poder de fuego del Central, aunque sean divisas del público que eventualmente habrá que devolver.

Finalmente, durante 2024 la Argentina tuvo un superávit récord en su balanza comercial, es decir la diferencia entre exportaciones e importaciones, de casi 19 mil millones de dólares. A pesar de ello, las reservas netas del Banco Central se mantienen en terreno negativo, en cerca de 10 mil millones de pesos, lo mismo que en diciembre de 2023.

El talón de Caputo
El punteo realizado indica una dependencia de flujo de dólares por parte del esquema de Milei-Caputo, lo cual puede llevar a una dinámica sumamente imprevisible dejando al Gobierno desnudo frente al mercado. Por eso el Gobierno impulsó la toma de deuda, mediante el mecanismo de REPO, a principios de enero por mil millones de dólares para, decían, fortalecer la posición del Banco Central. Sin embargo, antes de terminar enero el Central ya tuvo que vender más de 600 millones de dólares…

El Gobierno, consciente de lo delicado de la situación, apuesta a un desembolso de cerca de 20 mil millones de dólares del FMI, apuntalado por el “amigo” Trump. Entre paréntesis, algún día la Argentina deberá juzgar el rol del “Messi de las finanzas”, el Toto Caputo, responsable por el mega-endeudamiento durante el gobierno de Macri, y actual ministro de economía libertario.

Paralelamente, el Gobierno festeja la baja del riesgo país, ya que implicaría un renovado acceso de la Argentina a los mercados de crédito internacionales. Parece que no hay nada que Caputo no intente solucionar con deuda. Alguien debería esconderle la tarjeta de crédito.

El plan aguantar
Al parecer el Gobierno libertario tiene su propio plan platita: consiste en intervenir decididamente para forzar un dólar barato que le permita llegar con estabilidad y baja inflación a las elecciones de medio término. Con la ayuda de Trump y el FMI posiblemente lo logre. Pero el verdadero desafío será el día después.

El Gobierno baraja distintas hipótesis que le permitan mantener un flujo positivo de dólares, pero son hipótesis quizás demasiado optimistas. La primera es lograr un aumento sustancial de la Inversión Extranjera Directa de la mano del RIGI, lo cual es difícil por los plazos ya que, aun si se diera, son proyectos que tardan años en llegar a la etapa de desembolsos.

La segunda hipótesis es que, luego de levantar el cepo con el desembolso del Fondo, comiencen a llegar inversiones de cartera, es decir especulativas. Pero es una hipótesis equívoca porque los decisores del mercado serán muchas cosas, pero no estúpidos; ya aprendieron las lecciones del pasado reciente de nuestro país. Ellos saben que la intervención del FMI no es señal de estabilidad sino de debilidad, no es señal de entrada sino de salida.

Pero, además, si se diera este escenario sería sólo comprar algo de tiempo. Nuestro pasado reciente y no tan reciente demuestra que esto vuelve a nuestro país más vulnerable a los eventos externos, como las modificaciones de la política comercial y monetaria que planea Trump en el Norte.

La estabilidad de Milei es tan frágil como sus dólares: más un respiro momentáneo que una solución definitiva.

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