¡Basta de odio, persecución y violencia!

El sábado 1 de febrero, la sociedad argentina se movilizó masivamente en todo el país y en varias ciudades del mundo para rechazar la deshumanización y demonización de la diversidad sexual, del feminismo y de la izquierda. Esta respuesta colectiva se gestó tras las polémicas declaraciones del presidente Javier Milei en la reciente Conferencia de Davos que reflejan un profundo proceso de deterioro social desde su llegada al poder.

El intenso calor no impidió que en la Ciudad de Buenos Aires alrededor de un millón de personas colmara la Avenida de Mayo y calles aledañas, hasta colmar la superficie total de Plaza Mayo en la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista LGBTIQA+, convocada hace apenas una semana por colectivos representantes de la diversidad, feministas, partidos de izquierda y organismos defensores de los derechos humanos, entre otras organizaciones.

De Congreso a Plaza de Mayo, miles de carteles creativos denunciaban al fascismo y sus cómplices, junto con numerosas banderas palestinas en homenaje a ese pueblo resistente que lucha contra el sionismo y el fascismo. Banderas con los vibrantes colores de la diversidad ondeaban sobre el tórrido aire, abanicos iridiscentes formaron una coreografía para mitigar calores y asperezas. Las fuerzas del suelo tronaron con ímpetu, saltando y bailando en el caleidoscopio de la diversidad. Así, el tiempo se fue dilatando y el orgullo se transformó en una fiesta. Parafraseando a Lohana Berkins, activista travesti fallecida en 2015, ese vasto universo humano parecía gritar: «Nuestra venganza es ser felices». Por eso, la consigna que se impuso en cada cartel, pancarta, estribillo fue:»¡Al clóset no volvemos nunca más!».

“¡Basta de discursos de odio! ¡Basta de fascismo! Lo de Milei en Davos fue el límite», exclama una joven trans apostada en la intersección de Av. 9 de Julio y Mitre, sobre el paso interrumpido del llamado metrobús. Porque, esta vez la gran avenida, estuvo colmada de tramo a tramo.

«Vinimos a defender la democracia, los derechos y la justicia social. No vamos a retroceder”, dice a Periódico VAS una joven que cubre su cabeza con un pañuelo verde y porta una pancarta donde se lee «No somos Minoría. Somos Mayoría».

Los discursos de odio, la violencia y la discriminación que emergen de las redes sociales del presidente, así como de sus declaraciones públicas, reflejan lo que parece ser un plan estratégico y bien definido para «erradicar» lo que él denomina «ideología de género» o «ideología woke«. Este tipo de retórica se dirige en particular contra aquellos movimientos que luchan por la defensa de los derechos de la diversidad y la igualdad, y pone en cuestión los logros alcanzados a lo largo de los años. En su visión limitada y sesgada del mundo, ha llegado a vincular, de manera irresponsable, a las parejas del mismo sexo con la pedofilia, acusando además a las políticas feministas de discriminar a los hombres y, por lo tanto, contribuir a una injusta disparidad de género.

De esta manera, se cuestiona la noción ampliamente aceptada de que las mujeres enfrentan una opresión sistemática en nuestra sociedad, y se aboga por un enfoque que, según su perspectiva, privilegia una igualdad de derechos que no hace distinción por género. Estas afirmaciones peligrosas, que alimentan temáticas como el machismo, los femicidios, la violencia sexual y los crímenes de odio, se ven reflejadas en el desmantelamiento sistemático y deliberado de las políticas públicas que han sido diseñadas para promover la igualdad y la inclusión en todos los ámbitos.

El cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, y la desfinanciación de instituciones históricas como el INADI, la supresión de los contenidos sobre educación sexual integral (ESI) del portal educ.ar,  son sólo algunos ejemplos de este retroceso. Esta situación ha puesto en riesgo el acceso a la salud y a la educación, además de amenazar la vida lo sectores más vulnerables de la sociedad.

En este contexto, la respuesta de la sociedad, que  superó todas las expectativas, es una clara muestra de que la defensa y conquista de los derechos laborales, humanos, sexuales y sociales siempre se ha alcanzado gracias a un  sólido entramado de alianzas entre la comunidad LGBTBQA+, los  movimientos sociales, los organismos defensores de los derechos humanos, sindicatos y todos aquellos actores comprometidos con la justicia social y la equidad. La respuesta a esta crisis de odio y deshumanización que enfrentamos era necesaria. Pero únicamente se hará efectiva si la sociedad toda actúa de forma conjunta, en unidad y con el claro objetivo reivindicación y defensa de los derechos conquistados.

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