La Pasta Frola: El sabor de Buenos Aires
Desde el Buenos Aires palaciego de la Belle Époque con cúpulas y mansardas, sombrillas y sombreros, faldas largas y polainas, hasta las calles adoquinadas, los faroles de gas, los carruajes y caballos. Desde la Corrientes angosta trajinada por Gardel, el desayuno bohemio en Los Inmortales, las sfogliatelle y los pasticciotti de la confitería La Pasta Frola , hasta los teatros Apolo y Politeama, y el circo de los Podestá. Desde la construcción del subte B, el ensanche de Corrientes, los bifes de chorizo a caballo con fritas, Scalabrini Ortiz y Manzi en la librería Moro, las garitas y el primer semáforo, hasta los cafetines de sabihondos y suicidas, Troilo tocando en el Marzotto, la pizza con moscato en Serafín, y el champán en los cabarés Chantecler y Tabarís. Desde el asfalto, las luces de neón, los cines, el puchero misterioso, Piazzolla y Ferrer en Bachín con el chiquilín de las flores, hasta Rodolfo Walsh leyendo en El Foro, medialunas recién hechas de La Nueva España, el omelette surprise de La Emiliana , y las veredas sonámbulas, los boliches, las librerías abiertas toda la noche, el aroma de pan en la madrugada. Toda, toda la historia permanece inalterable en los sabores.