Viendo a Biondi
Parte III
Por Rafael Gómez
El payaso es tradicionalmente la contrafigura del rey. Simboliza la inversión del poder. Cambia la soberanía por ausencia de autoridad, cambia el temor por la risa, la solemnidad por la irreverencia, la opresión por la distensión, y los golpes dados por golpes recibidos.
Todo esto puede ocurrir muy rápidamente en un sketch sin que nos demos cuenta. Pepe Biondi trabajaba en los mecanismos de estas transformaciones. Al mundo real de los golpes, la opresión, la violencia, los miedos, la rigidez y el peso de la autoridad, le oponía otro. Era como un cambio vertiginoso que duraba apenas 10 minutos.
El Humor y la Revolución
En 1953, Biondi y su compañero Dick llegaron a Cuba buscando redoblar el éxito obtenido en México. Cuba era entonces el epicentro del espectáculo latinoamericano, lugar de glamour y ensueño con cabarés muy sofisticados como el Tropicana o el Sans Souci, donde circulaban Hemingway, Edith Piaf, Sinatra, Maurice Chevalier, Carmen Miranda, Nat King Cole, Celia Cruz, Marlon Brando, entre otros. Pero Cuba era también centro turístico, diversión, y lugar de costumbres relajadas. Los gangsters de Nueva Jersey, la mafia de Lucky Luciano, habían invertido en hoteles de lujo, cabarés, casinos, burdeles. Y el gran narcotraficante, Meyer Lansky, había convertido a Cuba en el paraíso de la heroína. Todo esto propiciado por el dictador Fulgencio Batista que, ante la caída internacional del precio del azúcar, había encontrado esta forma singular de atraer las inversiones externas y mantenerse en el poder.
La Isla daba trabajo a los artistas dedicados al entretenimiento, al personal de los hoteles y casinos, a los obreros y obreras del tabaco; pero el resto, la gran mayoría, estaba sumido en la pobreza. Otra posibilidad que daba el sistema, por la clase de turismo que promovía, era la prostitución. En la Habana, el barrio entero de Colón funcionaba como un prostíbulo abrumador de 50 manzanas. Cuando llegó Biondi a la isla había mucha exclusión social, aires de revuelta. Y se produjo el famoso asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, que daría inicio a una revolución.
De la mano del empresario Goar Mestre, el dúo Dick y Biondi entró con gran suceso en la televisión cubana. Trabajaba sobre la base de los sketches escritos en México, los adaptaba el escritor Álvaro de Villa; y se repetía el éxito en Cuba, pero con más ganancias.
En 1956, se separó el dúo. Habían trabajado juntos 23 años. Dick, que era quien daba el pie, se fue a España tras una corista sinuosa para hacer su propia carrera. Y dio en lugar del pie un mal paso, recuerda Margarita Biondi. La separación le produjo a Biondi un dolor inmenso, lo tendió en cama una semana, y estábamos a punto de hacer las valijas para volver a Buenos Aires cuando lo hizo recapacitar Goar Mestre, recuerda Margarita Biondi. Mestre le dijo que él era el cómico del dúo, y le ofreció un elenco para hacer “El Show de Pepe Biondi”. Entonces fue cuando empezó a hacer sus personajes: Pepe Galleta, el único guapo en camiseta; Pepe Estropajo, el que le tenía alergia al trabajo; Pepe Curdélez, jurisconsulto y manyapapeles; Pepe Taborda, el marido de la gorda, y muchos más. También hizo otro programa llamado “Biondi Pregunta y Paga”.
El 4 de septiembre de 1958, cuando cumplía 49 años, Biondi fue secuestrado por el Movimiento 26 de Julio (una milicia revolucionaria que tomó de nombre la fecha del asalto al cuartel Moncada). Lo detuvieron para que no hiciera el programa. Él iba caminando a los estudios de televisión porque vivíamos a dos cuadras, había salido de casa ya maquillado y con peluquín cuando lo secuestraron, recuerda su hija Margarita Biondi. Habíamos quedado en reunirnos en el Tropicana después del programa, pero prendimos el televisor y sólo encontramos dibujos animados. No entendimos qué había pasado hasta recibir la llamada. Biondi estaba bien, pronto sería liberado, y no debíamos dar parte a la policía para que siga estando bien.
¿Por qué lo detuvieron? Ese día, Batista celebraba el aniversario de la Junta de Gobierno Cívico-Militar (creada el 4 de septiembre de 1933) que lo había llevado al poder, y querían arruinarle la fiesta. Meses atrás habían secuestrado a Fangio para que no se corriera el Gran Prix en la Habana. La idea era que no se debía distraer al pueblo del camino revolucionario.
Dos milicianos, un hombre y una mujer con uniforme oliva, me encerraron en una habitación de hotel, recuerda Pepe Biondi. Fueron respetuosos, atentos, pero dijeron que en esos momentos Cuba no debía reír. Esa era la consigna que bajaba de Sierra Maestra, donde estaban Castro y Guevara. Horas después, me liberaron junto a un iglesia. El cura me reconoció enseguida. Le dije que estaba filmando y me había caído, que no recordaba nada más, ni sabía dónde me encontraba. ¿Usted podría llevarme a mi casa?, le dije. ¿Prestarme un teléfono? ¿Decirme dónde estamos? El lugar era Dolores, suburbio de la Habana. Mi casa había sido invadida por gente de la United Press y de la embajada argentina. Una vez que se fueron, hablé con mi familia. Nos vamos de Cuba, les dije. Volveré cuando Cuba pueda reír.
El Humor de Biondi
Sin embargo, y pese a su determinación, Biondi no se fue de Cuba hasta dos años después. La familia ya estaba arraigada en la Isla y su hija Margarita acababa de casarse con el locutor cubano José Díaz Lastra.
La Revolución Cubana de aquel Movimiento 26 de Julio, triunfó. Fidel Castro, Ernesto Guevara, y Camilo Cienfuegos entraron en la Habana el 1º de enero de 1959. Fulgencio Batista huyó en avión hacia Marbella.
Biondi trató de adaptarse al cambio social pero su humor no era revolucionario. No tenía, como en el caso de Chaplin o de Cantinflas, un vuelo humanista y utópico. Biondi no imaginaba otro sistema ni tampoco soluciones colectivas, sólo conocía su propia lucha contra la pobreza. Su humor era catártico, era como el circo, un analgésico de 10 minutos funcional al sistema. No sabía hacer otra cosa. No tenía espíritu ni formación intelectual para participar en una revolución y tampoco era un genio.