A cinco años de un grito colectivo
por Mariela Belski*
El 3 de junio es una fecha importante para el movimiento feminista en Argentina. Desde aquella marcha fundacional del 2015, la voz del colectivo se amplificó y puso sobre la mesa no uno, sino varios debates vinculados a los derechos de las mujeres. Lo que se inició como un reclamo por la violencia machista tuvo un impacto mucho más amplio en el discurso público argentino ¿Dónde estamos hoy en Argentina y el mundo, cinco años después de aquella movilización y en medio de una pandemia global?
El coronavirus irrumpió en escena y trastocó la realidad de todos sin distinción, sin embargo, como en muchas otras circunstancias, las mujeres estamos más expuestas en la pandemia consecuencia de la desigualdad de género y la discriminación estructural preexistentes.
Por un lado, porque las tareas de cuidado recaen en su gran mayoría sobre nosotras. La pandemia ha forzado a los países, entre ellos Argentina, a tomar medidas drásticas para evitar el contagio y la saturación del sistema de salud. Escuelas, jardines de infantes y diversos servicios de cuidado han dejado de funcionar y el trabajo que antes realizaban dichas instituciones recae de manera desproporcionada sobre las mujeres. Las tareas de cuidado no remuneradas son una de las principales barreras de acceso al trabajo formal y registrado, en este contexto, dicha situación profundiza su efecto.
Al mismo tiempo, a nivel global, las mujeres representamos el 70% de la fuerza laboral en el sector de la salud, sector que por otro lado mantiene una alta inequidad de género en términos salariales.
En paralelo, las mujeres somos mayoría en la economía informal. En América Latina, el 54% del trabajo no registrado es realizado por mujeres que no tendrán ningún tipo de protección legal en el contexto de la pandemia. Como consecuencia, el impacto de la pobreza también es más crudo sobre nosotras.
En simultáneo, los servicios de salud sexual y reproductiva también se vieron afectados. A pesar de las restricciones que hay para circular, es imprescindible garantizar la atención en salud sexual y reproductiva durante la pandemia para todas las personas que salgan, tanto para acceder a métodos anticonceptivos, como para acceder al aborto legal. En Argentina, además, el actual contexto debe acelerar, y no detener, el proceso de debate por la legalización del aborto; una deuda aún pendiente.
Sobre todas estas situaciones, la cuarentena nos impuso a todas una nueva forma de vivir, de trabajar y de relacionarnos con el espacio que más habitamos, nuestra casa. Pero para muchas, el hogar representa un peligro y no un lugar seguro. Desde el inicio de la cuarentena las denuncias por violencia que se reciben en el 144 se incrementaron un 39% según informó la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. Esta tendencia se registró también en otros países. El Estado debe garantizar que la prevención y la protección contra la violencia de género y doméstica sean una parte clave de la respuesta integral a la pandemia.
A cinco años de aquella marcha masiva, desde Amnistía Internacional valoramos la creación de un ministerio específico para todas las problemáticas que enfrentamos las mujeres y el compromiso público del debate sobre el aborto. Aun así, la pandemia que nos azota nos sigue relegando y es clave que la equidad y el acceso a derechos sean contemplados también en esta situación excepcional.
* Directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.